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Gastroliteratura: la cocina en un poema

La Lic. en Nutrición Noelia Giorlando reflexiona sobre el valor artístico y espiritual de la literatura gastronómica en nuestras vidas.

martes, 1 de octubre de 2019 · 20:06 hs

“Contemplo el asado, que está fileteado y tendido en mi plato, y sobre él cucharadas de salsa de zanahoria y cebolla. Y por una vez no lamento el paso del tiempo…” Mark Strand

La comida es algo tan cotidiano e inherente al ser humano que encontrarse con ella en un poema, le permite a la literatura reducir las distancias con el lector. Strand y Simic fueron dos grandes literarios americanos del siglo XX, que se dieron cuenta que, al nombrar y entremezclar la comida en sus obras, la gente disfrutaba mucho más de leerlas.

Foto Freepik

Rememorar recetas de antes, soñar con ingredientes y mezclas familiares, nos hace imaginar, saborear algunas frases y luego continuar leyendo, con un dejo dulce en la memoria…

“Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia como si ésta ya fuera ceniza en la memoria”. Soneto al vino. Jorge Luis Borges

Y es que ningún gran poeta escapó de escribir un poema gastronómico, ninguno pudo escapar a la tentación de transmitir el placer en un papel. Sin ser parecidas la poesía y la comida, tienen similitudes: se imagina, se prepara, se elabora, se condimenta y se disfruta solitariamente con otros: la comida y el verso se complementan en una gramática comestible, permitiendo que la comida diaria, habitual, naturalizada y oscurecida, se torne luminosa y encantada.

“Cebolla, luminosa redoma, pétalo a pétalo se formó tu hermosura, escamas de cristal te acrecentaron y en el secreto de la tierra oscura se redondeó tu vientre de rocío”. Oda a la cebolla. Pablo Neruda

La poesía, nos abre un espacio no reconocido a veces; para pensar y sentir el alimento sin llevárselo a la boca: desde esta perspectiva todo alimento es romántico y bello, comemos lo subjetivo, lo que está dentro del alimento y lo redescubrimos; el poema no pretende alejarse del alimento, sino encontrarlo de infinitas maneras, porque cada lector lo transforma, lo renace y lo revive como lo interpreta. No hay nada cierto, todo es posible.

Chisporrotea en el aceite hirviendo la alegría del mundo: las papas fritas entran en la sartén como nevadas plumas de cisne matutino y salen semidoradas por el crepitante ámbar de las olivas”. Oda a las papas fritas de Pablo Neruda

La palabra hace que la comida se una en oraciones impensadas, se conectan deliciosamente, para congregarse en un poema masticable, sin contradicciones ni dudas, sólo con el sentido escondido que el poeta rescata.

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La comida, la musa, la inolvidable, la infaltable, la eterna… para leer y disfrutar, para comer leyendo…

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