Trends

Qué cosas no tenés que hacer en un restaurante

¿Querés pasarla bien? Seguí estos simpáticos tips y garantizá una buena salida.

lunes, 8 de abril de 2019 · 09:00 hs

A todos nos gusta salir a comer o cenar, y a todos nos disgustan las experiencias negativas cuando vamos a un restaurante. Sin embargo, a veces los propios comensales somos en alguna medida responsables del desastre, al no seguir unas mínimas normas básicas que nos ahorrarían frustraciones a nosotros y a nuestros compañeros de banquete.

Aquí van algunas cosas que pensamos que no deberíamos hacer.

Comerte lo que te sirvan aunque esté mal hecho

Si algún plato tiene una falta grave, debemos tragarnos las vergüenzas y devolverlo a la cocina explicándole por qué al mozo con mucha educación. En el fondo, le estamos haciendo un favor al restaurante, que así podrá corregir el error, mejorar y a la larga ganar más dinero. Desde luego que la reclamación ha de estar acorde con el establecimiento: no se puede exigir igual en una fonda que en un restaurante de alta cocina. Pero es precisamente en los lugares "caros" donde nos reprimimos más a la hora de quejarnos quizá por el miedo a pasar por ignorantes, cuando debería ser justo lo contrario.

Pedir la carne muy cocida

El cocinero neoyorquino Anthony Bourdain lo cuenta en sus 'Confesiones de un chef': los restaurantes destinan los peores trozos de carne a los clientes que la piden muy hecha. Es mucho más fácil de camuflar una mala pieza si se sirve requetepasada, mientras que en las carnes al punto o sangrantes el engaño es más complicado. 

Ignorar las temporadas

Todos lo hemos hecho alguna vez, pero no existe vía más directa al fracaso que elegir un plato con ingredientes (sobre todo verduras y frutas) que no estén en temporada. ¿Ensalada de tomate en invierno?  ¿Alcauciles con jamón en verano?  ¿Frutillas en otoño? Si se desconoce el calendario, lo mejor es preguntar si el ingrediente principal del plato es fresco y local, o guiarse por un principio básico que casi siempre se cumple en las verduras: hojas, otoño-invierno; frutos, primavera-verano.

Pedir excepciones con los ingredientes

Cuando te ponés pesado con los ingredientes de los platos -”¿puede ser sin palta, sin cebolla y sin comino, que no me gustan?”- no sólo estás irritando a los demás comensales al alargar los pedidos con tus dudas. Si el cocinero accede a quitarlos, es más que posible que destruyas el equilibrio que él buscaba al preparar la receta. Cuando no te gusta algo de lo que lleva un plato, mejor pedir otra cosa. Y si no te gustan muchas cosas, qudate en tu casa, pedile explicación a tus padres por no haberte enseñado a comer como Dios manda o despertate de una vez, que ya no tenés 10 años.

Ir a fumar o al baño cuando no toca

Las saliditas a fumar o al baño deben hacerse siempre en momentos en los que no interrumpan el ritmo de la comanda o del servicio. Si vas antes de empezar a comer, hacelo después de haber pedido para que no se retrase el proceso por tu culpa. Durante la comida es de pésima educación levantarte para fumar un cigarrillo y obligar al resto de la mesa a esperar tu vuelta para el segundo plato o el postre. No es una cuestión de intolerancia, sino de respeto al prójimo.

Confundir al mozo con un amigo (o con un enemigo)

Gracias a sus indicaciones, consejos y amabilidad, los buenos mozos logran que la experiencia de comer fuera sea mucho más placentera. Lamentablemente, son una especie profesional en peligro de extinción, puesto que muchos piensan que no se necesita ningún tipo de talento o calificación para desempeñar dicha tarea. En este contexto, conviene mantener una relación cordial con los que te están sirviendo -mostrarse maleducado acaba jugando en tu contra-, pero sin ceder a la presión de sus recomendaciones -pueden ir encaminadas a endilgarte cosas que deben salir de la cocina o a clavarte en la cuenta. Ten en cuenta lo que digan... pero pedí lo que vos quieras.

Usar el teléfono celular

Además de llenar el buche, cuando comemos estamos disfrutando de un placer y comunicándonos con nuestros compañeros de mesa. Y las llamadas, los mensajitos, los whatsapp y los tweets interrumpen ambas cosas. Al 99,9% de tus comunicaciones no les pasa absolutamente nada por esperar hora y media, así que silenciá tu iPhone y dejá de molestar.

No mirar la cuenta

Algunas personas consideran una vulgaridad comprobar que la cuenta está bien; otras pasan por simple descuido. Todas ellas se arriesgan a pagar platos o bebidas que no han consumido. Los restaurantes no tratan de engañarte con la cuenta -bueno, unos pocos sí-, pero un mozo demasiado ajetreado puede cometer errores en el recuento. No se trata de ponerte a sumar como si fueras un contador, basta con asegurarte rápidamente de que la lista es correcta.

¿Vos qué otra cosa pensás que no hay que hacer en un restaurante? ¡Dejanos tus comentarios!

Fuente: elcomidista