Aplica la inteligencia emocional en tu día a día y verás los resultados

Cuando hablamos de reconocer, comprender y gestionar nuestras propias emociones, así como las de los demás, todos los caminos llevan al término inteligencia emocional. Fue en 1995 que Daniel Goleman publicara su libro sobre este tema y cómo ha ido ganando terreno en diferentes ámbitos de nuestra vida, tanto en los centros de estudio como en el trabajo.

Así, qué implica realmente tener inteligencia emocional en nuestro día a día. Según Brianna Wiest, autora de la antología "101 reflexiones que cambiarán tu forma de pensar", “aplicar la inteligencia emocional en nuestra vida cotidiana puede traer consigo una serie de beneficios significativos”. 

En primer lugar, tener inteligencia emocional implica ser conscientes de nuestras propias emociones y saber cómo gestionarlas de manera adecuada. Es decir, que podamos ser capaces de identificar qué estamos sintiendo en cada momento y entender por qué nos sentimos así. Una vez que somos conscientes de ellas, podemos tomar decisiones más acertadas y evitar reacciones impulsivas que puedan perjudicarnos a nosotros mismos o a los demás.

Además, la inteligencia emocional nos permite establecer relaciones más saludables y satisfactorias con los demás. Al ser capaces de reconocer las emociones de los demás, podemos empatizar con ellos y comprender sus puntos de vista. Esto nos ayuda a comunicarnos de manera más efectiva, resolver conflictos de forma constructiva y crear vínculos más fuertes con las personas que nos rodean.

Otro aspecto importante de la inteligencia emocional es es que nos permite manejar el estrés y la presión en situaciones difíciles. Cuando somos capaces de regular nuestras emociones y mantener la calma ante situaciones estresantes, podemos tomar decisiones más acertadas y encontrar soluciones efectivas a los problemas que se nos presentan. Esto nos ayuda a mantener un equilibrio emocional en nuestra vida cotidiana y afrontar los desafíos con mayor confianza.