Los mejores hábitos para una piel sin arrugas: activa mente y cuerpo
Estos hábitos no solo mejoran la piel, sino que brindan una vida más plena y satisfactoria.
El cuidado de la piel va más allá de las cremas. Ella refleja el estilo de vida, la alimentación y las emociones. El secreto reside en comprender que un enfoque integral es lo mejor, y personas como Deborah Szekely, pionera en el bienestar, es un testimonio. Su estilo de vida, que combina ejercicio, una dieta basada en vegetales y una continua búsqueda de conocimientos es inspirador.
Caminar o hacer ejercicio libera tensión acumulada, lo cual se refleja en una piel más relajada. La circulación activa ayuda a que los nutrientes lleguen a las capas profundas de la dermis, otorgándole un aspecto radiante. Este hábito, que Szekely sigue practicando a su avanzada edad, también mejora la postura y el tono muscular, dando al rostro una apariencia firme y rejuvenecida.
La alimentación es otro pilar fundamental en el cuidado de la piel. Los nutrientes que el cuerpo absorbe influyen directamente en su salud y aspecto, y en las zonas donde la gente suele vivir más años, como las Zonas Azules, la dieta se basa en alimentos naturales.
Estos incluyen vegetales frescos, pescados, legumbres, frutos secos y cereales integrales. Evitar alimentos procesados y carnes en exceso reduce la inflamación y fortalece el sistema inmunológico, manteniendo la piel en óptimas condiciones.
Beber agua durante el día ayuda a eliminar toxinas, evita la resequedad y preserva el colágeno natural de la piel, retrasando la aparición de arrugas. Incluir frutas y verduras con alto contenido de agua, como pepinos, sandía y fresas, complementa la ingesta de líquidos. La piel hidratada se mantiene más resistente a los daños externos y conserva un aspecto terso y juvenil.
Otra práctica para conservar una piel saludable es mantener bajos niveles de estrés. El estrés prolongado produce cortisol, una hormona que altera el equilibrio de la piel y favorece la aparición de arrugas. Dormir lo suficiente es esencial para que el cuerpo realice sus procesos de reparación. Durante el descanso nocturno, el organismo regenera tejidos y restaura la barrera natural de la piel.