Temen que restricciones para vuelos al exterior se extiendan más de lo previsto
Preocupa en agencias de viajes y aerolíneas extranjeras el cupo aéreo. El motivo es la cuestión sanitaria pero sospechan que al Gobierno puede beneficiarse con este tope para reducir el déficit de divisas que genera el turismo al exterior. Son más de u$s5.000 millones anuales
Ayer fue un día caótico para agencias de viajes, líneas aéreas y miles de argentinos que quedaron varados en el exterior por las nuevas restricciones dispuestas por el Gobierno, en el marco de la crisis sanitaria, especialmente por el avance de la variante Delta.
La reducción del cupo aéreo de 2.000 a 600 personas diarias que pueden ingresar al país tomó por sorpresa a empresas y viajeros. Se estima que hay más de 20.000 turistas que tenían planeado regresar, entre ayer y el 9 de julio, fecha hasta cuando regirán, por ahora, las actuales medidas.
Esto implica que alrededor de 14.000 argentinos no tendrán disponibilidad de vuelos para su retorno y que deberá reprogramar sus pasajes y hacerse cargo del costo de la estadía extra que esto implica. Con las vacaciones de invierno a la vista, todo se agrava.
La decisión recibió críticas de distintos ámbitos. Por ejemplo, el vicepresidente para Latinoamérica de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), Peter Cerda, dijo que la Argentina “es el único país que tiene una limitación de este tipo”.
No es del todo cierta esa afirmación. Otras naciones, como Australia, tienen restricciones de cantidad de pasajeros que pueden volar. La diferencia es que la implementación de esas medidas se produce en un marco organizado y planificado que le otorga previsibilidad a los involucrados. No se hace de un día para el otro.
En cambio, en el caso argentino, sorprende el grado de desprolijidad, más allá de que, quienes viajan al exterior, deben firmar una declaración en la que asumen que hay una pandemia y que pueden producirse restricciones como estas.
En el sector aerocomercial y turístico hay mucha preocupación porque se teme que esta medida pueda extenderse respecto al plazo inicial establecido.
“Nadie puede asegurar que se levante el cupo en dos semanas. La situación sanitaria no va a mejorar repentinamente. Esto puede durar más”, dijo a MDZ un directivo de una aerolínea.
Las sospechas que existe es que, más allá del problema sanitario, la decisión esté vinculada también con el problema de divisas que hay en el país. “Hay tanto maltrato a las empresas, como a la gente, que lo único que explicaría esto es que se esté buscando desalentar que la gente viaje al exterior, por necesidad económica y por ideología. El electorado fuerte del Gobierno no viaja a Miami a vacunarse”, agregó la fuente.
Ayer se conocieron casos de pasajeros que, en una escala en el regreso, fueron informados que el tramo final de su vuelo se cancelaba y no llegaría al aeropuerto de Ezeiza, como estaba previsto. También, en aerolíneas extranjeras, explican que están recibiendo la autorización para volar dos o tres horas antes de la hora del servicio, lo que es un despropósito para la compañía y los pasajeros.
“¿Quién se va a animar, en estos días, a comprar un pasaje en estas condiciones?” se preguntó un agente de viajes.
En cuanto al tema económico, los dólares que salen del país por esta actividad se encuadran en cuatro ítems: los pagos que hacen las agencias, los que realizan las compañías aéreas, la compra de dólares de los viajeros y los pagos con tarjeta en el exterior. Este último punto representa más del 60% del total. El resto se lo reparten los otros tres rubros. En ese consumo “plástico”, incluyen las compras online de bienes en el exterior pero es una parte menor.
La Argentina tiene un déficit de divisas crónico en este campo debido a que el flujo del turismo emisivo es mucho mayor que el receptivo. Por ejemplo, en 2019 – el último año completo sin pandemia – el “rojo” turístico representó una salida de u$s5.681 millones.
Hay que tener en cuenta que ese no fue un año de bonanza económica y que el clima electoral fue clave. Entre otras cosas, se reimplantó el “cepo” cambiario. Por ese motivo, ese desequilibrio no fue mayor, como años anteriores,
En 2018, rondó los u$s8.000 millones, con un dólar que empezó a desbordarse desde abril. En 2017, con la economía en alza y sin restricciones cambiarias, el déficit fue de alrededor de u$s12.000 millones
Con el inicio del gobierno de Alberto Fernández, se generalizó una política de trabas a las importaciones de todo tipo para frenar la salida de divisas.
El turismo era otro grifo que había que cerrar. Por un lado, se dispuso de un cupo mensual mínimo de compra de dólares y, por si no era necesario, se creó el dólar PAIS o “solidario”, con un recargo del 30% sobre la cotización oficial, con el propósito de encarecer el consumo en turismo o compras con tarjeta en el exterior.
Con más o menos diferencias, la política era una remake de los últimos años de la gestión de Cristina de Kirchner que, desde el 2011, enfrentó el mismo problema de la falta de dólares.
Para tener una idea, desde 2012 al 2019, la salida de divisas por viajes, turismo y consumos en el exterior representaron u$s59.000 millones. En ese período, el saldo positivo que dejó la balanza comercial fue de u$s19.000 millones, apenas para cubrir un tercio de las “fuga” de dólares por turismo.
Durante el 2020, cuando la primera ola de la pandemia quedaba atrás en la Argentina, se retomaron los vuelos pero con un volumen de frecuencias del 20% respecto al 2019. Nunca se entendió el porqué de esa limitación, salvo que tuviera que ver con algunos de los dos motivos mencionados. O ambos.