Maravillas a descubrir

La capilla de Glew del Maestro Raúl Soldi

El columnista y consultor de arte Carlos María Pinasco se sumerge en los detalles de la obra maestra de Raúl Soldi: la capilla de Glew que terminó de pintar hace 45 años.

Carlos María Pinasco sábado, 27 de noviembre de 2021 · 21:50 hs
La capilla de Glew del Maestro Raúl Soldi

Hace cuarenta y cinco años Raúl Soldi (1905-1994) dio la pincelada final a lo que fue su capo-lavoro y seguramente la obra más significativa de nuestra plástica. Con el “Nacimiento de Jesús” cierra un ciclo en el que a lo largo de 23 veranos la magia del artista convirtió una modesta capilla del conurbano bonaerense en el pueblo de Glew (hoy en el partido de Almirante Brown) en una catedral de belleza que merece ser admirada y disfrutada por todos.

Consagrada el mismo año del nacimiento de Raúl, 1905, a Santa Ana -madre de la Virgen María- la capilla modesta y luminosa mantenía sus paredes blancas cuando la vio el maestro por primera vez. Era el verano de 1953 y los Soldi -Raúl, su mujer Estela y sus hijos Diego (7) y Daniel (5)- habían alquilado una casita en las afueras del pueblo que por entonces era rural para descansar después de un año laborioso.

Soldi que en ese tiempo vivía básicamente de trabajos de escenografía traía una rigurosa formación pictórica adquirida en la Academia de Brera de Milán que incluyó el dominio de las más diversas técnicas, entre ellas la de la pintura “al fresco”. Traía además la vivencia europea en que los lugares sacros son verdaderos museos en los que distintas generaciones de artistas, muchas veces desde antes del Renacimiento fueron agregando obras hasta cubrir cada centímetro cuadrado disponible.

Soldi vivía básicamente de trabajos de escenografía y traía una rigurosa formación pictórica adquirida en Milán

En las palabras del Maestro: “Las paredes eran todas blancas… fue verlas y decirme ¡caramba!, que lindo sería llenarlas de figuras”.

El párroco, un franciscano de origen checoslovaco se entusiasmó con la idea y gestionó en el Obispado de La Plata el permiso pertinente. Mientras Raúl Soldi hizo un ambicioso plan general, que implicaba cubrir de arte más de doscientos cincuenta metros cuadrados de paredes: los paneles laterales de 6.5 x 3.35 metros, el altar mayor 12.5 por 6 metros, el coro por sobre la puerta de entrada y algunos espacios más.

En la concepción del maestro el conjunto debía narrar la vida de Santa Ana ambientada no en Tierra Santa, sino en el mismísimo pueblo de Glew.

Encaró entonces “Los trabajos domésticos de Santa Ana” un fresco que le tomó tres meses donde un molino de viento, como los de nuestra pampa referencia la alteración geográfica. Su amigo Manuel Mujica Láinez escribió un elogioso artículo que difundió la iniciativa, generando amplio interés.

El verano siguiente Soldi vuelve a Glew y pinta “La reconciliación de San Joaquín y Santa Ana” episodio en el que la santa le comunica a su marido que se encuentra embarazada de la Virgen.

"Nacimiento de Jesús" (detalle), por Raúl Soldi

Durante los meses estivales de 1955 encara “El nacimiento de María” donde Ana presenta su hija a sus amigas en una escenografía que refiere al entorno de la capilla.

Mientras sus inviernos lo encuentran cada vez más empeñado con obras importantes en Buenos Aires (la galería Santa Fe entre otras) verano tras verano Soldi retorna a Glew para la realización de los nuevos frescos.

La infancia de María” es de la época en que el artista ya es Académico de Bellas Artes y en Witcomb presenta una retrospectiva de más de 100 obras.

Compromisos en el exterior, exposiciones en todo el país, escenografías para el Teatro Colón y distintas películas, ilustraciones para libros, etc. recortan sus añorados veraneos dedicados a su capo-lavoro. Habían pasado nueve años desde el inicio de conjunto (que originalmente concibió terminaría en solo tres veranos) y Soldi encara la obra del coro. Dedicada a Santa Cecilia, patrona de la música, este fresco le toma dos veranos. La santa toca el órgano rodeada de 16 coreutas en medio de un paisaje donde el entorno exterior de la capilla es fácilmente reconocible.

En 1964 pinta “La presentación en el templo” y luego “La glorificación de Santa Ana” en el altar mayor.

La glorificación de Santa Ana, por Raúl Soldi

La notoriedad del maestro para ese tiempo ya es indiscutida. La Ciudad de Buenos Aires le encarga la realización de pintura de la cúpula del Teatro Colón y Glew queda cada vez más relegado. Es sin embargo una asignatura pendiente: un compromiso consigo mismo por el que nunca pidió nada. El anecdotario recuerda que, como toda paga, el párroco Jerónimo (el checo) le regalaba a la finalización de cada uno de los murales una gallina y una docena de huevos…

 Pasan los años pero Soldi vuelve…

En 1976, cuarenta y cinco años atrás y después de 23 veranos Soldi finaliza “El nacimiento de Jesús”, que al igual que en “Los esponsales de María y José” (pintada poco antes) cambia la técnica. Ambas obras son al óleo sobre lienzo y se encuentran adheridas a sendas paredes.

Queda así concluida la maravillosa obra, que nadie debiera dejar de admirar.

 

*Carlos María Pinasco es consultor de arte

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