Cómo funciona el programa para que los presos mendocinos se capaciten y trabajen
Mauricio Poroyan detalló los cuatro ejes del trabajo en las cárceles mendocinas, que busca fomentar la capacitación y el espíritu emprendedor de los internos para reducir la reincidencia.
Mauricio Poroyan, jefe de la Unidad de Producción del Servicio Penitenciario Provincial de Mendoza, compartió con MDZ Radio 105.5 FM la experiencia de trabajo y reinserción laboral que se desarrolla en los penales de la provincia a partir de la sanción de la Ley 8.465 que prevé acuerdos con empresas locales para que las personas privadas de su libertad realicen actividades laborales, bajo un sistema orientado a promover la capacitación, la productividad y el desarrollo personal denominado Régimen Progresivo de la Pena en Mendoza.
En el marco de las modificaciones en el Servicio Penitenciario a partir de las definiciones del Ministerio de Seguridad de la Nación, dos nuevas empresas se sumaron a las capacitaciones de quienes se encuentran en contextos de encierro. Se trata de Friolatina y GLEM Cuyo.
Poroyan detalló que la normativa mendocina contempla "el trabajo no solamente como un deber de las personas y un derecho, sino como una obligación como todos nosotros que tenemos el deber de trabajar para subsistir día a día”, señaló. En este marco, el Servicio Penitenciario Provincial cuenta con talleres de carpintería, herrería y trabajos textiles, en los cuales los internos adquieren competencias laborales fundamentales. A través de la colaboración con el Ministerio de Educación, que administra el Centro de Capacitación para el Trabajo dentro de las instalaciones penitenciarias, se busca que los detenidos adquieran hábitos y habilidades relacionadas con el ámbito laboral.
El esquema laboral se organiza en cuatro ejes que permiten a cada persona avanzar en diferentes áreas y niveles de responsabilidad, comenzando con tareas de Maestranza. En esta primera etapa, los detenidos colaboran en el mantenimiento de los espacios comunes, realizando tareas de limpieza y cuidado de los lugares de alojamiento, jardinería y cuidado de áreas de visita. El segundo eje está centrado en el mantenimiento diario de las instalaciones, lo que incluye reparaciones menores de plomería, albañilería y herrería.
Además, Poroyan comentó que las personas reciben una retribución denominada “peculio”, que está reglamentada por ley y que se distribuye en dos partes: un fondo disponible y un fondo de reserva. El primero se utiliza para cubrir gastos inmediatos, mientras que el fondo de reserva se destina exclusivamente para cuando los internos obtienen su libertad. Este sistema contempla también la posibilidad de que los detenidos puedan enviar recursos económicos a sus familias en caso de necesidad. “Si en la casa familiar de las personas privadas de la libertad se llueve la casa, por ejemplo, pueden solicitar ese fondo y a través de la verificación que hace el personal del servicio pueden destinar ese dinero a la familia”, explicó.
El tercer eje es productivo, donde los internos participan en talleres organizados en colaboración con empresas locales, especializándose en áreas como el trabajo textil y el uso de fibrocemento. Las empresas proveen tanto la capacitación como la maquinaria, y el trabajo se remunera al Servicio Penitenciario en función de la mano de obra generada. Según Poroyan, este sistema fomenta la “producción laboral que ayuda en la reinserción y mejora las habilidades”.
El cuarto eje es de autogestión, busca "apoyar el espíritu emprendedor" permitiendo que aquellos que desarrollen productos "con materia prima, en la mayoría de los casos provista por la familia, o de ONGs. Así, ellos realizan el producto y la familia lo comercializa", detalló Poroyan, quien también enfatizó que este sistema promueve que los internos con mayor experiencia sirvan como ejemplo y modelo para sus pares.
Este programa es voluntario, aclaró Poroyan, y se enfoca en brindar oportunidades a quienes desean aprovechar su tiempo en el penal para prepararse para una eventual reinserción en la sociedad.