Opinión

Ser Reina no cosifica

Cecilia Páez, referente del Pro y hoy Concejal de Luján de Cuyo, reflexiona sobre un tema que siempre se pone sobre el tapete y genera debate en Mendoza cuando llega la época vendimial. A continuación, su opinión en primera persona.

Cecilia Páez viernes, 11 de febrero de 2022 · 11:54 hs
Ser Reina no cosifica
Cecilia Páez junto a la Virreina de Luján de Cuyo. Foto: Gentileza

Podríamos decir que además de la tradicional vendimia que desde hace casi un siglo vivimos los mendocinos, también es una tradición todo el debate previo que año a año se genera, algunas veces con los mismos tópicos, otras con temas que la modernidad va poniendo en agenda.

Uno de esos temas puestos a discusión en los tiempos que corren es la eliminación de la elección de la reina, argumentado con el rol de la mujer y la necesaria descosificación.

Demás está decir que trabajo incansablemente por visibilizar las desigualdades y por promover la natural igualdad entre los géneros y todo esto avalado con mi militancia política y social de años. Hago esta aclaración para evitar que alguien distraído pierda el foco del tema que quiero exponer.

Ahora bien, ¿eliminar la elección de la reina le hace al eje de la discusión? ¿Cuánto ganamos y cuanto perdemos con eliminar de plano esta tradición?

Analizamos este tema teniendo en cuenta un interesante dato de la realidad 2022: En mi departamento, Luján de Cuyo, las propuestas en entidades y la inscripción de chicas para postularse a reinas distritales supero ampliamente las expectativas de cualquier optimista y dejó boquiabiertos a los agoreros de “la vendimia está muerta”.

Funcionarios de Luján junto al grupo de Reinas distritales.

Dicho esto y desde mi perspectiva, eliminar la elección de la reina poco aporta a los efectos de lograr el resultado deseado y por el contrario quita un lugar de protagonismo de la mujer para elevar la palabra y desde ahí avanzar en la conquista de la igualdad. Ser reina no cosifica. Ser reina no es ser la más bella, ya que nunca se consideró a la elección de la soberana como un concurso de belleza. Siempre elegimos empatía, simpatía y cercanía. Elegimos a alguien que representará a Mendoza y a la mujer mendocina. Elegimos una mujer que simboliza nuestra cultura, nuestras tradiciones y todo lo que somos como pueblo que se construyó orgulloso.

Cuando vemos cualquier campaña de marketing del vino, podemos verificar que justamente lo que “vende” nuestro producto estrella al mundo es esto mismo: terroir e historia, lo mismo que expresa la vendimia. Coinciden en que ambos ofrecen y comunican a todo el planeta nuestra tradición.

La concejal Cecilia Páez.

Aquí es donde vemos que la tradición es futuro, ya que una representante de Mendoza, denominada tradicionalmente como “Reina de la Vendimia”, nos muestra orgullosos al mundo y desde ahí realiza un aporte al posicionamiento y crecimiento de la provincia y además muestra que la mujer mendocina tiene un rol protagónico convirtiéndose en la voz de aquellas mujeres que no tienen voz. Armonizar el aporte al crecimiento económico y la igualdad, es lo que viene. Es presente y porvenir.

Respondiendo entonces a las preguntas planteadas, eliminar la elección es quitar un espacio de visibilización y expresión de la mujer. Hacerlo sin consultarnos, podríamos agregar, que es una conducta reprochable realizada desde un poder ciego y sordo. Por lo tanto, quitarles a las mujeres ese espacio contribuye a la combatida cosificación.

Digamos claramente que además no hay nada más democrático que la elección de la reina, donde cada candidata surge de un barrio apoyada por sus vecinos y compite en su distrito y luego en su departamento y finalmente a nivel provincial. Democracia en estado puro, sin distinción de clases, para que la mujer que llegue a portar la corona sea digna representante.

En definitiva, con la eliminación de la elección perdemos más de lo que ganamos. Sin dudas que sí, ya que construimos la idea que desde el poder se puede eliminar de un plumazo cualquier costumbre que nos defina como sociedad y las tradiciones no se eliminan, evolucionan y se van acomodando a los tiempos. Progresan paulatinamente al ritmo del inconsciente colectivo.

Si la tradición entonces es lo que se transmite de generación en generación, expresémosle a las futuras generaciones que desterrar tradiciones atrasa y que el futuro se construye apoyado sobre bases sólidas siempre respetando el sentir popular, porque en definitiva … lo que árbol tiene de florido, vive de lo que tiene sepultado…

Nota: La autora de la columna es historiadora y referente del Pro en Mendoza. 

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