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Los imperdibles de esta semana: Milei, Macri, Cristina y una noticia desde Mendoza

Cuál fue el verdadero de mensaje de Mauricio Macri a Javier Milei. Las reformas libertarias avanzan de nuevo y tienen escala en Mendoza. Cristina hizo gala en México de su instinto de supervivencia.

Rubén Rabanal
Rubén Rabanal domingo, 4 de agosto de 2024 · 07:00 hs
Los imperdibles de esta semana: Milei, Macri, Cristina y una noticia desde Mendoza
Cristina Kirchner en México Foto: Prensa de Cristina Kirchner

Cristina Fernández de Kirchner frenó a tiempo. Su participación ayer en el curso “Realidad Política y Electoral de América Latina”, organizado por el también populista Morena, podría haber sido una muestra de apoyo al increíble fraude del chavismo más violento que está sometiendo a Venezuela a un baño de sangre, pero el instinto de supervivencia política que la caracteriza hizo que pegara un giro.

La expresidente le pidió a Maduro que haga lo que no puede: mostrar las actas de la elección venezolana, algo solo posible si el régimen falsifica las pruebas de los resultados, un hecho casi imposible habida cuenta que la oposición ya mostró las evidencias claras del fraude.

No queda claro aún si el los pseudoprogresistas que siguen al kirchnerismo encontrarán un camino para volver del ridículo frente a las declaraciones de apoyo a Maduro que han hecho hasta ahora, pero su jefa entendió que no podía pensar en un futuro para ella, ya fuera la actividad política o el bronce de la historia, si reivindicaba el fraude cuando ella misma había reconocido fracasos electorales sin romper las institucionalidad. En esto debe hacerse una pausa y reconocer que aunque el kirchnerismo haya roto todas las reglas de la República en cuanto a división de poderes, nunca violentó el sistema electoral como sí lo viene haciendo el chavismo en Venezuela desde hace décadas.

Cristina Kirchner reapareció en México

Cristina Fernández de Kirchner lo entendió y por conveniencia paró a tiempo. Imposible razonar de otra forma: Maduro ya es oficialmente un dictador y se terminó el carnaval con el que por décadas el chavismo disfrazó al fraude, la proscripción de opositores y la violación de derechos humanos. Desde Alicia Castro hasta las Madres de Plaza de Mayo deberán buscar nuevos argumentos para su absurdo y delincuencial apoyo a un dictador que hoy no tiene diferencia alguna con las barbaridades que ejecutó en Argentina Jorge Rafael Videla. 

El resto de Latinoamérica se mira en el mismo espejo. Cada uno de los presidentes que aún no cuestionan la elección de Maduro pero que le están pidiendo que muestre las actas de votación de cada mesa tuvo su experiencia de fracaso electoral. Cristina perdió dos veces y aceptó el fallo popular, Luis Inacio Lula Da Silva también y la derrota hasta le costó la cárcel, pero nunca cuestionaron ni violentaron los resultados de las urnas.

Para Maduro esas declaraciones no son un tema menor. Hoy le quedan como apoyos incondicionales en el mundo Irán, China y Rusia; nadie del mundo occidental y civilizado le dio carta blanca para lo que hizo. Desde ahora ni siquiera el kirchnerismo, que sumado a Brasil, Colombia y México le piden que muestre las actas de la votación como paso previo a reconocerlo como presidente. La supervivencia de cada uno de ellos pudo más que la sociedad con Maduro, que en el caso del kirchnerismo hasta puede provocar nuevos escándalos judiciales si en Caracas hay un cambio de gobierno y los archivos se abren para mostrar las pruebas de los negocios que se hicieron durante décadas entre Argentina y Venezuela.

Hay otras realidades que no son miradas por Cristina Fernández de Kirchner con la misma visión de oportunidad. La expresidente nunca va a mirar la situación de gravedad en que dejó inmerso al país el Gobierno que ella moldeó junto a Alberto Fernández y Sergio Massa. Para ella todo el desastre de la economía argentina se debe a errores provocados por Alberto Fernández y ahora por Javier Milei. Forma parte de un estilo de irresponsabilidad político económica que el kirchnerismo moldeó durante 20 años en este país. El problema, en realidad, no son los Kirchner, sino la voluntad oportunista del peronismo en someterse a ese brutal sistema de manejo del poder sin tomar en cuenta las consecuencias. Todo lo que hizo Sergio Massa en materia económica en su paso como ministro de Economía-candidato da prueba de ello.

En ese punto sí existe acuerdo entre Javier Milei y Mauricio Macri. El expresidente de Juntos por el Cambio dio señales claras la semana pasada de su coincidencia ideológica con el Gobierno libertario, pero no dijo lo mismo de su metodología. La integración de fuerzas del PRO en el Gobierno de Milei estuvo en el centro de la escena de todos los razonamientos que se le escucharon a Macri, tanto en su discurso de asunción como presidente del PRO como en los dos reportajes que dio más tarde por televisión.

Javier Milei tiene una parte de su gestión paralizada. Se calcula que el presidente necesita nombrar mil funcionarios más para poder completar el elenco básico de gobierno, pero Milei no quiere más macristas en su club.  Se arriesga a tener que seguir echando funcionarios que él mismo nombró,  porque en realidad son topos del massismo que siguen en sus cargos, algunos disfrazados ahora de fervientes libertarios, pero que juegan de espías internos.

El caso de Trenes Argentinos hizo sonar una alarma grave en el Gobierno, no solo por las ineficiencias en el manejo de la empresa argentina, y para peor estatal, que más empleados registra, sino por las consecuencias de los supuestos negocios que aún continuaban comandando los representantes del Gobierno anterior validados en sus cargos por la actual administración. La Justicia ya investiga y las sorpresas pueden ser amargas.

Cristina y Massa aún tienen colonizado el Estado. Macri alerta sobre eso, pero Milei no lo quiere tener de socio en esa nueva conscripción de funcionarios que hará falta para continuar con la gestión. El enigma es saber de dónde saldrán o, para ser más específicos, qué rama del peronismo proveerá el personal faltante. Esto es lo que ve el macrismo y también los radicales.

Mauricio Macri le marcó la cancha a Javier Milei

¿De qué habla Mauricio Macri, entonces, cuando cuestiona a Milei?  En general el expresidente habla de nombres, de sus hombres de confianza que Milei no le dejó poner en su gobierno. Entre los libertarios hay un análisis repetitivo que nadie obvia a la hora de analizar la relación entre el PRO y Milei.

“Macri siempre empuja a los mismos”, dicen en la Rosada, “y por eso se queja”. ¿Qué significa eso? Que cuando le piden candidatos para sumarse al Gobierno, el expresidente siempre propone incorporar para distintos cargos a Francisco “Pancho” Cabrera, a Bernardo Saravia Frías (resistido además por Rodolfo Barra) y a hasta a Guillermo Dietrich como posible reemplazo de Guillermo Francos en el futuro. Ninguno de ellos es aceptado. En el caso de Dietrich algo parecido se repite cuando se habla de él en el Gabinete de Jorge Macri.

En realidad, no solo por eso se queja el expresidente cuando habla de su relación con el Gobierno de Milei sino de otro punto mucho más importante para él. Hay un área que Macri quiere más que ninguna y que Milei nunca le cederá: el ministerio de Justicia. Eso hace de Mariano Cúneo Libarona uno de los ejes clave del Gobierno de Milei.

Vale la pena repasar como está integrado hoy el Gobierno de Milei para entender el problema. No es que en el Gabinete falten representantes del PRO, el problema es que no son los que hubiera querido Macri, se defienden en el gobierno. Ese hecho es una realidad palpable ya que la Libertad Avanza no podría haber constituido ni siquiera las áreas del Gobierno que están en marcha sin el aporte de gente del PRO.

Por ejemplo, todo el ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich está formado por integrantes del PRO; lo mismo sucede con Defensa donde además de radicales que llevó Luis Petri, hay una lista de macristas en sus puestos.

Un caso: Guillermo Madero, subsecretario de Estrategia Militar, se refleja en Victoria Villarruel, aunque ahora esté en problemas porque se referenciaba en Guillermo Montenegro, uno de los diputados que no puede explicar por qué organizó un tour a la cárcel para visitar al represor Alfredo Astiz, más recordado como el “Ángel de la Muerte”. En realidad, Madero en origen fue asesor de Federico Pinedo.

En el ministerio de Economía hay sangre PRO por donde se la busque, aunque como en el caso de Federico Sturzenegger, no sean los macristas que le hubieran gustado a Macri. En algunos casos el expresidente tiene razón en su disgusto.

Milei tiene otro problema por delante que no ha podido solucionar desde su asunción: la falta de decisión en sacar del Estado a representantes del kirchnerismo y el massismo que siguen contaminándole silenciosamente la gestión. “El problema no son los que vienen, son los que no echan”, dicen en algunos pasillos del Gobierno quienes no ven con malos ojos un aporte de Macri. Agro, INTA y Senasa son pruebas de la supervivencia de Julián Domínguez y Sergio Massa dentro del Estado.

Mientras tanto Milei avanza con algunas novedades que harán impacto en breve. En una semana se termina la etapa inicial de la privatización de la mendocina IMPSA. Para el Gobierno es un hecho clave porque se trata de la primera  privatización que encara la gestión Milei. El 11 de agosto se evaluarán ofertas. Hasta ahora está presentada una de un grupo estadounidense con raíces en venezolanos emigrados, otra italiana y posiblemente en un par de días se oficialice una tercera oferta de un grupo sueco que tomaron contacto con el proceso privatizador a través del mendocino Luis Petri.

Es el primer movimiento de privatización, pero en silencio ya están en marcha también el de AYSA, Trenes Argentinos, que se aceleró tras la salida del del massista Adrián Luque y finalmente el destino de los Medios Públicos, aunque en este último caso con muchas nebulosas. Desarmar el camino de las empresas estatizadas no es fácil. IMPSA tiene una historia de subsidios y obras pendientes adjudicadas que complicó todo el proceso.

En varios casos hay entregas y pagos pendientes y los clientes no quieren colaborar para saldar los incumplimientos. El único que lo hizo fue Gerardo Zamora: IMSPA le debía a Santiago del Estero la entrega de aspas para el parque eólico “El Jume”, los fondos para pagarlo salieron de la provincia y no de la Nación. Detrás hubo un anticipo de fondos gigantesco que Santiago del Estero le hizo a Enrique Pescarmona, alrededor de U$S 4 millones, e IMPSA no cumplió. Una historia más dentro de los cuentos de fracasos e incumplimientos que Argentina acumuló sin parar en los últimos 50 años.

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