Elecciones 2021

Las dos pesadillas económicas con las que el Gobierno menos quería convivir el domingo

La economía está en crecimiento. Pero la inflación y el dólar están descontrolados. Los salarios pelean no perder este año contra el IPC. Con este clima económico se vota el 14 de noviembre.

Carlos Burgueño
Carlos Burgueño viernes, 12 de noviembre de 2021 · 12:45 hs
Las dos pesadillas económicas con las que el Gobierno menos quería convivir el domingo
Foto: Télam

En términos económicos, el Gobierno irá a las elecciones del domingo con un sabor amargo. Si bien Argentina está creciendo, y probablemente recupere este 2021 lo que se perdió en el 2020; las dos variables que más quería dominar la coalición gobernante antes de ir a renovar las cámaras legislativas nacionales, parecen descontroladas. Una inflación por arriba del 50% interanual y un dólar superando los 200 pesos es un escenario dantesco para lo que esperaban los accionistas del oficialismo; quienes debieron cerrar sus últimos tiempos de campañas explicando porqué con este panorama lo que viene será mejor que lo que se vive hoy. Sucede que el alza de los precios y el tipo de cambio, le guste o no a la clase política, la indomable inflación y la volatibilidad de la divisa norteamericana son los dos capítulos que el ciudadano medio argentino más pondera en el momento de ir a votar. Obviamente luego de tener trabajo; algo que tampoco estaría funcionando muy bien.

Comencemos por analizar las buenas noticias. Seguramente la economía argentina este año muestre una recuperación importante; con un piso de alza no menor al 7% y que podría promediar el 8%. Incluso hay quién aventura que si el último trimestre resulta generoso, al menos en cuanto al consumo, el alza llegaría a los dos dígitos. Si esto se lograra, se recuperaría todo lo que se perdió en el 2020; una comparación algo tramposa ya que se trata de medir una economía ciertamente liberada contra el peor año de la historia económica del país. En términos técnicos, la recuperación económica de este año le permitiría al Gobierno de Alberto Fernández llegar a diciembre del 2021 en aproximadamente el mismo nivel del mismo mes del 2019. En cierto sentido, le permitiría comenzar de nuevo. Y si la economía se mueve en forma positiva en los próximos dos años, terminar su gestión con el PBI en crecimiento. ¿Cuánto? Dependerá.

Habrá que ver si este domingo el alza de la actividad económica tiene correlato en el voto popular en las legislativas. Mientras tanto, ni la inflación ni el tipo de cambio le dan la tregua electoral que el oficialismo buscaba.

Los electores irán a las urnas con un alza en los precios anualizados de 52% promedio. El nivel de inflación mensual no baja del 3%, y con controles múltiples, mixtos y cruzados en casi todos los sectores de la economía, alcanzó el mes pasado el 3,5%. Ya es historia la estrategia que aplicó Martín Guzmán desde el segundo semestre del año hacia delante, cuando consiguió una trabajosa pero constante reducción mensual del indomable indicador. Lo que se espera para el cuatrimestre octubre- diciembre, es una aceleración y una pelea mensual por no superar el 4%. Especialmente en el último mes del año, cuando los precios tienden a tomar vida propia.

Probablemente la batalla final del IPC para el ejercicio, lo ubique entre 48 y 50%. Políticamente un nivel macrista, pero con diferencia que el Gobierno anterior mantenía la variable libre y casi sin controles, con crónicos y antipopulares incrementos de tarifas públicas aplicados. El principal impacto de la inflación es sobre los salarios. Es interesante analizar la relación entre el alza promedio de los salarios de todos los trabajadores del país sobre el incremento de los precios. Este cruce indica que en 2018 un 30,6% vs 47,6%; en 2019 con 43,8% vs 53,8% y 2020 un 33% vs 36%.

En términos futboleros, se podría metaforizar con tres partidos perdidos 3-0, 3-0 y 1-0. La gran expectativa del oficialismo era que para el momento de votar (el próximo domingo), los electores estuvieran convencidos que el 2021 sería el año en que la tendencia se quebraría, y los sueldos superaran a la inflación. Este pronóstico, al menos para le momento de votar, está seriamente comprometido. La inflación proyectada es del 50%, y son pocos los sectores que cerraron paritarias de incrementos salariales por arriba de ese porcentaje. Siguiendo con la metáfora futbolera, el partido va perdiendo uno a cero, faltan 5 minutos para que termine y a nuestro equipo le echaron al 9.

El dólar se acomodó esta semana por arriba de los 200 pesos; y es una utopía que pueda pensarse en una contracción estructural. Es una máxima del mercado del dólar ilegal definir que el problema ante un crecimiento exponencial del tipo de cambio, el tema no es bajar el precio sino el nuevo piso que encuentre. Y por cuánto tiempo lo mantiene. Probablemente esos nuevos 200 pesos psicológicamente complicados sean la nueva base para proyectar el valor del blue, el único dólar completamente libre para cualquier oferente y demandante del mercado de divisas.

Se mencionó en estas líneas que el valor de 200 pesos era una barrera psicológica que el Gobierno no quería que se quiebre en tiempos electorales. La semana comenzó con el oficialismo batallando en terrenos diferentes para que la frontera de los $199,50 no se cruce. No pudo ser. Y una vez que la banda se rompió, ya no tenía sentido pelear un precio de referencia. Fue así que el valor superó los 207 pesos y se proyecta a niveles de país más africano que centroamericano. Hay que hacer mucha fuerza para interpretar como un dato competitivo que el país tenga un trabajadores que cobran como salario mínimo vital y móvil de 161 dólares mensuales.

Es con este panorama con el que los argentinos y residentes en el país votarán el próximo domingo. Una realidad que marca más dudas a lo que suceda el lunes a certezas sobre lo que podría ejecutar el Gobierno luego de las elecciones. Pero, nuevamente, la clave de un plan económico exitoso es que genere esperanza en lo que se viene. Que el votante considere que el futuro es mejor que el pasado. Sin esto, es muy difícil ir a las urnas con un buen clima económico.

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