¿Por qué quien se rodea de cosas bonitas hace productos más lindos?

Horacio “Chacho” Puebla es un publicista y creativo mendocino radicado en Portugal y durante su columna en MDZ Radio explicó cómo lograr competitividad en los negocios para poder expandirse y sostenerse en la consciencia de los clientes.

En su espacio, el publicista  recomendó contratar profesionales. Es que, según él mismo expresó, “al ser tan humana la creatividad, parece que cualquiera lo puede hacer y eso es cierto”, pero “un profesional es alguien que dedicó mucho tiempo a eso” y por lo tanto, conoce mejor el trabajo.

En este sentido, recalcó que “no se trata de alguien que ’tiene el título’, sino quienes lo hacen bien y son competitivos”. Consideró que por naturaleza “la gente es competitiva” y quienes más lo son provocan que los demás los imiten y se sumen a esa carrera “para que no se los coman”.

“Esto es algo propio del ser humano y si querés ganar tenés que tratar con los mejores”, dijo. Sobre esto, Puebla agregó que los especialistas en el tema permiten ganar tiempo y resolver más rápido. También acortar tiempo de prueba y error y “son más eficientes”, de modo que “llegas más rápido a tu objetivo”.

Para sostener sus declaraciones, el columnista de MDZ Radio aseguró que “hay estudios que dicen que la gente cuando está rodeada de cosas mas bonitas, hace cosas mas lindas”. “El pensar que la góndola de abajo tiene que ser fea, es cortoplacista.”, ejemplificó Chacho.

Finalmente, se preguntó: ¿Qué cambia con un mundo estéticamente más bonito? E inmediatamente contestó: “Va a haber más equilibrio y vamos a estar más calmos”.

“Todo lo bien hecho tiene un fundamento que es el bien común. La persona que trabaja con la creatividad quiere un mundo interesante y mejor, más divertido, estéticamente más arriesgado y balanceado”, defendió.

“La gente adopta e internaliza sensaciones como el equilibro. Si vos estás viendo que no está bien algo, te produce un ruido en tu cabeza. Cuando la publicidad es buena la gente la quiere ver y conecta”, como la famosa “llama que llama”.