Ciclistas: entre el rechazo social y los secretos que guardan todos

Por Viviana Muñoz 

Adónde van esos cardúmenes en verde y fluor que invaden la ciudad. Qué pasó en la gente que acostumbraba otras actividades y ahora se enamoraron del ciclismo.

Dicen las estadísticas que fue la pandemia la que avivó la adrenalina del aire libre y vació todo tipo de actividad en encierro. Pero aún cuando los números de contagios empezaron a bajar ya nadie parece añorar la oscuridad de los gimnasios y el ruido a los fierros. 

Ciclistas por doquier de todo tipo ahora se adueñan de las calles empoderados por su cometido o por la valentía que otorga pertenecer a un grupo.

Más allá de la incomodidad de los automovilistas que, acostumbrados a dominar las calles, ahora se encuentran pidiendo permiso a masas sin motor, debemos reconocerles la convicción de hacer de esto una alternativa de vida. 

Algunos lo harán por deporte, otros por superación y muchos lo convierten en un escape a sus vidas monótonas en donde ya fracasaron otras actividades. Estos novatos no van con medias tintas. Se animan, invierten en una buena bici y se disfrazan para camuflarse entre los profesionales y así augurar un efecto más rápido de la pasión por el esfuerzo.

Se sabe, por otro lado, que las tiendas de insumos para ciclistas triplicaron su facturación en una de las peores crisis que se vive en la Argentina. Cascos con túnel de viento, con protección occipital, livianos como plumas, integran la gama de miles de opciones para el ciclista golondrina que no desea más que ganar rédito aunque sea en el outfit. La gama de precios para equiparse es amplia. Bicis que van desde 45 mil hasta arriba de 300 mil. Los accesorios son casi infinitos como la gama de sus precios. Balizas, luces delanteras, pinzas y relojes pulsómetros que arrancan en 800 pesos y trepan hasta los 50 mil. 

La pregunta es si tanto equipamiento influye decisivamente en los recientes allegados. Los vendedores de todo esto aseguran que ayudan y mucho ya que la tecnología ha evolucionado a un mercado que pretende ofrecer pedaleos cada vez más livianos. Pero los verdaderos expertos, los que han pasado de modelo en modelo, de travesía en travesía aseguran que la clave en todo esto es lo que nadie ve: conocimiento de la bicicleta sí, pero sobre todo corazón y mucha cabeza.

En definitiva, para esos que buscan distensión, basta con poco para pasarla bien. Para los que intuyen algún placer extra deporte, sí es mejor que adornen un poco con buena indumentaria. Nada más seductor que compartir una pasión o, tal vez, una carencia

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