Las 3 claves para tomar buenas decisiones
Entre la incertidumbre y la ansiedad, tomar buenas decisiones se hace cada vez más difícil. A veces, se trata de detenerse y ordenar. ¿Cómo se equilibra la intuición y la racionalidad a la hora de definir algunos aspectos de la vida?
En tiempos de inmediatez, es difícil detenerse a pensar. Todo tiene que estar hecho para ayer y nada parece satisfacernos del todo. A esto se le suma que en las puertas de noviembre la incertidumbre sigue reinando. Mucha gente tuvo que tomar decisiones sobre su vida: cambiar de trabajo, reinventar su negocio, continuar o no con algún vínculo. A veces cuesta dar esos pasos y el panorama no se ve tan claro.
Desde MDZ Radio consultamos a Ezequiel Starobinsky, ya que como economista e instructor de meditación, ha escrito varios libros sobre cómo tomar decisiones. El escritor compartió algunas claves con la audiencia de After Office.
Un problema muy común es creer que "debemos estresarnos". Hay como un engaño mental en que esa ansiedad y aceleración traen algo positivo. Lo cierto es que en la medida en que incorporamos herramientas de respiración o nos tomamos un minuto para respirar, nuestra capacidad para tomar decisiones se amplía. El autor de "El arte de decidir" aseguró que "esa pequeña porción de tiempo que uno le pueda dedicar da en que se está más centrado, más intuitivo". Con este tipo de práctica de detenerse un segundo, se aprende a administrar mejor la energía, en qué lugares ponerla y en qué otros no.
Para definirse sobre una situación, no se deja de lado la racionalidad. El economista destaca que es una combinación entre "tener inteligencia emocional, intuición, y una cuota de intelecto lo que deriva en una decisión de buena calidad".
El segundo libro de Starobinsky se llama "El arte de decidir". Allí habla de esa tríada necesaria para ejecutar definiciones: lo emocional, lo intuitivo y lo racional. La primera clave, asegura el escritor, es "ordenar tu decisión pensando primero en tus objetivos".
La primera pregunta que uno debe hacerse es qué quiero. Esta es la instancia para pensar en grande, donde todas son posibilidades. Starobinsky apunta que es así en este primer momento, porque después "para recortar siempre hay tiempo". El error es partir de "esto no, porque no puedo". Creerlo imposible desde el comienzo es "matar esa chance antes de que ocurra".
Luego de que se ha definido un objetivo, hay que cuestionarse qué se puede hacer, cuáles son las alternativas. Sobre ellas evaluar los riesgos que cada camino tiene, es decir, preguntarse qué puede pasar.
Cuando el grado de probabilidad del objetivo es muy bajo, hay que "dar un 100%". Aunque es importante, señala Starobinsky que lo haga con un gran desapego de los resultados. No se trata de garantías de éxito, si no de que "al final del proceso cuando la persona sabe que ha dado todo de sí, se va a dormir tranquila. Cuando ha puesto menos, allí hay espacio para el arrepentimiento".
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