Gabriel Canci: "Me echaron de un shopping por gay"
Gabriel Canci es una de las personas más destacadas de Mendoza por dedicarse a diversos trabajos fuera y dentro de la televisión local. El empresario pasó por MDZ para hablar sobre la fama que alcanzó a temprana edad, de "Vendimia Para Todos" y de su vida detrás de las cámaras.
Productor de espectáculos, cantante, actor, empresario y mucho más. Es difícil poder encasillar en un solo rol a Gabriel Canci, una de las figuras más conocidas de la farándula local.
Canci le ha dedicado la mayor parte de su vida al trabajo. Comenzó desde muy chico: a los cuatro años ya estaba haciendo teatro. Un tiempo después, a los ocho, empezó a hacerse conocido en la televisión por su caudal de voz. A los 12 alcanzó la fama con la tira televisiva de los años '80 "Señorita maestra", donde interpretó a Tito.

Actualmente, el productor conduce todos los sábados a la noche "Touch And Go" por la pantalla de Canal 7, un programa de entretenimiento donde se habla de diversos temas sin tapujos.
Gabriel Canci llegó a los estudios de MDZ para charlar sobre su infancia y la fama, de "Vendimia Para Todos" y de su vida personal.
- ¿Fue en tu infancia donde te diste cuenta que querías dedicarte al canto y a la televisión?
- Desde muy chico. Volvía loco a mí mamá. Por eso, ella me lleva en un momento a hacer teatro vocacional y me ayudó y me impulsó. Antes, las cortinas más comunes eran las de riel, cómo los telones del teatro, entonces yo jugaba a los cuatro años a que eran mí telón y mí escenario, se abrían y se cerraban, y yo actuaba y cantaba. Yo ponía los discos y bailaba con la música.
- En todo este recorrido que has hecho en lo laboral, ¿Tuviste algún referente del cine o de la música que te haya llevado a ser lo que sos hoy?
- No. Siempre fui poco fan de las celebridades. Qué curioso, ¿no? Tengo muchas musas e inspiradores, pero no tengo uno que me haya marcado. Me marcó mucho en su momento Pipo Pescador. Pipo para mí era como un referente muy clave porque era un tipo que hacía comicidad, sketch, actuaba, cantaba, bailaba, tocaba música; entonces era algo integral en la época. Y después, si nos vamos al exterior, veía mucho a Elvis Presley, me encantaba y fascinaba; y ya pasando un poquito "más arriba", podría decir Cher, Madonna. Es decir, siempre más que nada del lado de lo musical que de la actuación, porque mis primeros comienzos fueron musicales, después fue la actuación. Comencé en el teatro cuando era muy chiquitito, pero cuando arranco en la tele comienzo cantando. Entonces empecé a profesionalizar más esa área y, a los 8 años, empiezo a estudiar en la Asociación del Profesorado Orquestal. Después tuve referentes de la época del tango, porque yo empecé a cantar tango. Lo conocí a Osvaldo Pugliese, Virginia Luque y Guillermito Fernández, que fue un gran coequiper mío.
- ¿Hay algún trabajo que te haya marcado significativamente?
- "Señorita maestra" me marcó.
- Fue un antes y un después...
- Sí, totalmente. Todo fue un antes y un después: cuando gané "Rumbo a la fama" fue un milagro, porque en esa época no se elegían por rubro de edades. Entonces yo concursaba con gente que era muy talentosa cantando tango, y, sin embargo, gané. Después vino "Señorita maestra" y hubo un antes y un después porque empezamos a hacer una serie en un canal de televisión. Existían, en toda la Argentina, cuatro canales de aire. En ese momento no había cable, internet, teléfonos celulares. Toda la distracción y atracción que tenemos hoy no estaba. Y nosotros hicimos un éxito que fue mucho mayor que "Gran Hermano", porque era lo único que tenía la gente para ver. Después hicimos la comedia musical, que fue un éxito rotundo, después vino la grabación del disco y las figuritas. Nosotros salíamos en álbumes de figuritas, y como yo era uno de los protagónicos, éramos 10, nuestras figuritas eran más difíciles de conseguir, jajaja. En algún momento fui una figurita difícil, jajaja.
- ¿Qué significa para vos la Vendimia Para Todos?
- Es un privilegio y una responsabilidad. Hace 18 años Ricardo Bustos creo la Vendimia Gay y yo le dije que aceptaba el proyecto de él y que le íbamos a dar para adelante. También le dije que a partir de ese momento iba a ser "Vendimia Para Todos". Hace 18 años no se hablaba de la integración, igualdad, de la no discriminación; no eran temas que estaban a la orden del día. Entonces, yo tuve esa visión de decir "vamos a hacer una vendimia que sea del colectivo LGBT+" que en ese momento no existía ese término, sólo se hablaba de "gay". A partir de ese momento, le puse "Vendimia Para Todos". Durante unos años mantuvimos los dos nombres y después, por la evolución que hemos tenido social, global y local, dijimos "ya queda 'Vendimia Para Todos'". Fui cambiando el producto: le fui dando forma, modernizando, le fui metiendo la vanguardia y la impronta que marcaban los tiempos. No es lo mismo lo que hice hace 18 años que lo que hicimos hoy, que es una vendimia muy evolucionada en lo artístico. En lo personal, si bien yo hago un producto artístico y mí trabajo es entretener a la gente, se genera un compromiso con la sociedad porque este evento le impregnó una visibilidad al colectivo LGBT+ que no tenía antes. Y, al ser tan popular y masivo a nivel internacional, también nos posicionó a nosotros en una plataforma de superioridad que antes no existía. Generamos un producto muy fuerte y con mucha presencia que impulsó a muchas chicas y chicos a hablar con sus padres, a decirles su identidad, cuál era su sentimiento, cómo querían amar; es decir, que esa gran exposición les dio esa libertad que hoy ya es bastante común. Hoy son temas que se han normalizado, aunque todavía nos queda mucho camino por recorrer.
- ¿Pensás que la provincia sigue siendo conservadora en estos temas?
- No. Sí creo que hay un sector de la sociedad mendocina que aún tiene cierta resistencia, como existe en todo el mundo, a la integración. A mí no me gusta hablar de aceptación, me parece que la palabra está de más. Creo que si nosotros tenemos que empezar a creer que tenemos que ser aceptados, no entendimos nada de la vida. Vos sos como sos y yo puedo integrarme a tu pensamiento o no, pero no por eso yo tengo la autoridad de invadirte y decirte que estás pensando mal, tengo que respetar ese pensamiento. Y esto en todos los órdenes: en lo político, religioso; es decir, se traslada también a otra cuestión que no tiene que ver con la identidad de género, de respetarnos como seres humanos. Si todo el mundo le deseara el bien al otro, tendríamos un mundo maravilloso. Creo que "Vendimia Para Todos" logra, más allá del entretenimiento, esa concientización de la integración y del amor.
- Recién comentaste que ha habido una evolución en cuestión a estos temas. Uno de ellos es el que tiene que ver con el lenguaje inclusivo. ¿Lo utilizas?
- A mí no me gusta usarlo. Yo lo acepto, valoro y respeto, pero yo creo que no es necesario. A mí me parece que la integración no pasa porque yo diga "todes" o "todos", pasa por cómo me manejo en la vida. Esto también responde a lo que me ha tocado vivir.
Hay cosas desagradables que yo pase que no las cuento, pero fui echado de un shopping por ser gay y en un momento la pasé muy bravo en un canal de televisión por mí identidad
Yo las pasé también, acá estoy y siempre la gente me amó y respetó porque tengo un público hermoso que me sigue y que me quiere y porque siempre todo lo comuniqué desde el lado del respeto. Entiendo que si quiero generar respeto, tengo que proponerlo. Además uno no puede pedir que lo respeten ni quemando ruedas ni pateando puertas. El respeto se gana de otra forma. Se puede protestar, pero tiene que hacerse con otro nivel.
- ¿Qué es lo que más te gusta de Mendoza y lo que menos te agrada?
- Amo Mendoza. Amo la tierra, las montañas, los arroyos, el deshielo, la nieve, el amanecer y el atardecer en la provincia. Todo lo que significa el territorio me abraza. Amo su gente, porque me dio la posibilidad de crecer. Yo venía de ser exitoso en Buenos Aires y cuando llegue acá encontré dos mujeres maravillosas, que fueron Liliana Meconi y Chiqui Enrico, que me abrieron las puertas y me involucraron a un mundo social que le gustó mí producto y me hizo crecer. Eso es lo que me gusta de Mendoza. No me gusta a veces que el mendocino, en algún punto, sea cerrado y que le cueste abrirse a lo social de verdad, a desenmascarar su personalidad. Conozco mucha gente de Mendoza que, cuando viaja, se muestra de otra manera, y acá está como "acartonado". Esto cada vez se ve menos, pero aún sigue estando. En un ambiente coloquial, de amigos, uno se tiene que mostrar como es.
- Hace unos años estuviste en pareja con Sebastián Nebot, el actual marido de Lizy Tagliani. ¿Cómo es tu relación con el hoy?
- Es un gran amigo. Seba fue una de las personas importantes en mí vida en un momento donde él ocultaba bastante su identidad por temas personales que yo respeté muchísimo, pero estábamos juntos y fuimos novios. Tuvimos una relación muy linda. Cuando se terminó, por temas muy personales, quedó esa conexión en ciertos asuntos que hoy nos convocan y nos invitan a seguir siendo amigos. Más allá de eso, soy también amigo de Lizy Tagliani. De hecho, cuando Lizy se estaba por poner de novia con Seba, en un momento y sin saber que yo era el ex de Seba, me llama para charlar y preguntarme por Seba porque veía que estaba en mis historias y que, aparentemente, era muy amigo mío. Nos reímos muchísimo, porque yo en ese momento le dije "a buen puerto vas por leña" y me dice "¿Por qué?" y le digo "porque te tengo que hablar de mí ex". "¿Cómo? ¡Te corto ya!" me dijo. Lizy es como la ven, y Sebi es un chico muy tranquilo y laburador. A mí me pareció fantástico que pudiera darse esa relación que, en un momento, honestamente pensé que iba a ser un amor de invierno.
- ¿Cómo te ves de acá a 10 años?
- Me veo joven, alegre y divertido, como me ves. Yo no cambié mucho mí manera de ser con el paso de los años. Tuve un gran cambio cuando conocí "El Arte de Vivir". Yo venía meditando hace mucho tiempo. Con ellos aprendí la técnica de respiración, donde a través de una respiración hinduista se puede llegar a la meditación, y para mí eso también eso fue un antes y después. Yo era mucho más colérico, sanguíneo, visceral, las tengo todas. Soy un tipo de tomar el toro por las astas y de aclarar cosas muy frontal. Entonces, la meditación hizo que siguiera siendo de esa manera, pero que las cosas las pudiera llegar a decir desde otro lado, porque también el hecho de, a veces, tener que tener cierta resistencia ante la sociedad, me llevó a tener una personalidad muy fuerte y a ponerme una gran coraza que, de a poco, fui dejando de lado.

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