Vida cuántica

En duelo tras la pérdida de un hijo, se cruzó con la vida cuántica y hoy guía a otros en ese camino

Gaby Piccoli perdió un hijo hace más de dos décadas. Ese hecho marcó un quiebre en su vida. El dolor la llevó a una búsqueda, tenía demasiadas preguntas y a medida que las respuestas comenzaban a hacerse evidentes encontró un nuevo modo de ver la vida: la física cuántica abrió un nuevo camino.

Florencia Rodríguez Petersen
Florencia Rodríguez Petersen jueves, 27 de octubre de 2022 · 18:00 hs
En duelo tras la pérdida de un hijo, se cruzó con la vida cuántica y hoy guía a otros en ese camino

 

"Trabajo con la conciencia", sentencia Gaby Piccoli y explica que "la conciencia es algo mucho más abarcativo que la mente". Se detiene en ese punto. "No se trabaja solamente con los estados mentales o los estados emocionales. Sino que la conciencia es como si fuera un drone que puede ver todo en perspectiva y tener otro tipo de lectura". 

Trabajaba como fonoaudióloga en educación, tenía hijos pequeños y la pérdida de un hijo fue un hito en su vida. "Fue 23 años. Yo ya tenía dos hijos más grandes y quedé sin entender la vida. ¿Quién se lleva a un bebé? ¿Dónde está? ¿Es verdad que existe un alma? Tenía un montón de preguntas", recuerda. Eso la llevó a estudiar el alma y fue uno más de muchos pasos en la exploración que la llevó a la vida cuántica

 

Afirma que antes el tema no estaba tan en boga como ahora y que "no era sencillo encontrar personas que hablaran, por ejemplo, de que la muerte no existe", dice y sigue: "Trabajé con distintos grupos de terapeutas, formadores, maestros, chamanes y médium que me fueron explicando y me di cuenta de que tneía cierta facilidad y cierta avidez por recopilar información. Había algo que venía más del palo de la espiritualidad, otras cosas tenían más que ver con la filosofía y algunos más de la ciencia". 

Gaby se detiene en un segundo hito en este recorrido. "En 2008 vino a la Argentina Joe Dispenza, un conferencista que trabajaba con quiropraxia", introduce y cuenta por qué marcó su historia. "Él llevaba una vida normal, tuvo un accidente -se cayó haciendo parapente- y quedó cuadripléjico. Lo único que le queda 'habilitado' es la mente y él decía: 'si yo me enfoco en que estoy enfermo y en que la ciencia dice que nunca me voy a poder recuperar, nunca me voy a recuperar'. Entonces con un material que su esposa le leía hizo una propuesta que se llamaba 'desarrolle su cerebro' y fue lo primero que me encontré de él". 

 

Cuando Gaby lo conoció, "era un tipo que bailaba en el escenario". Quedó fascinada con esa realidad a la que define como disruptiva en la que "había un diagnóstico, el ser humano puso otra conciencia y a partir de ahí se abrió otra posibilidad". Eso, asegura, fue lo que la llevó a investigar física cuántica. "Ahí ya había algo más de información y un par de años más tarde, en su paso por Argentina, Jean Pierre Garnier Malet hablaba del desdoblamiento del tiempo y de la importancia de que estos conocimientos pertenecieran a la humanidad ya que realmente pueden cambiar la forma de vivir".  Él fue el primer físico cuántico que no hablaba para físicos sino "para personas a las que les había llamado la atención la idea de que le tiempo no existe, que a la noche no estamos dormidos sino en otra dimensión". 

Estas cuestiones se fueron sumando a las propuestas de Gaby Piccoli. "Ya no solo trabajaba con lo que sucedía en el día, sino que empezaba a trabajar con lo que sucedía durante la noche. Empecé a investigar con una antropóloga argentina todo lo que tenía que ver con la recuperación del alma, esta idea de que el alma muchas veces se fragmenta -tal como vemos en la película Soul- y cuando se pierde un pedacito a la persona le va bien en todo menos en un área en la que hace agua".

 

Ahí, revela, empezó a trabajar "con lo mínimo, lo cuántico, que es lo pequeñito". Explica, además, que "lo cuántico se comporta de manera ilógica y absurda para la mente y por eso esta lo descarta". Hace un paralelismo con la genética. "Hasta hace muy poco tiempo se descartaba como basura un material genético que no podía ser codificado y ahora resulta que ese 1% es reconocido como material genético no codificado", explica y agrega: "Lo mismo empecé a hacer yo con esto mínimo que la mente descarta y considera absurdo". 

Así llega al quid de la propuesta que presenta como una invitación: "¿Querés vivir cuánticamente?". Y revela de qué se trata esta experiencia que promete como transformadora. "Mi propuesta tiene como que ver bastante con lo divertido, trabajo con el absurdo, con la alegría", confiesa y acota que "dónde hay humor el ego no puede tomar la escena".

En sus conferencias hay muchas actividades lúdicas que implican saltar de un nivel a otro. "Parto de la idea de que somos tecnología viviente y, como la tecnología, podemos actualizarnos". 

 

Su propuesta es "invitar a la gente a una experiencia, a vivir cuánticamente durante dos horas, pero creo que lo más hermoso que va a pasar es que la gente se va a dar cuenta, cuando termine la conferencia, que viene viviendo cuánticamente y que lo que hice yo es poner en imágenes, sonidos y emociones todas las cosas".

 

 

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