"Mami, gracias por todo": carta al Cielo en mi primer día de la madre sin vos

Ella se llamaba Inés, casada con mi papá durante casi cincuenta años, fue madre de ocho hijos y abuela de veinte nietos. Cada hijo que tuvo, lo recibió con una profunda alegría. Incluso cuando se enteró que iba a tener mellizas apenas unos días antes del parto, exclamó: “¡Es la mejor noticia que me podían dar!”.

Acompañó nuestro crecimiento viviendo muy de cerca cada logro nuestro, y lo festejaba aún más que a los propios. Siempre nos demostró el orgullo que sentía por sus hijos: “Son mi mayor tesoro”, era la frase que escuchábamos frecuentemente. A pesar de las dificultades en su vida (que las hubo, y muchas), jamás se le ocurrió pensar que podría haber sido más fácil con menos hijos. Por el contrario, éramos su razón para seguir.

Pero su maternidad no se limitaba a nosotros, se extendía a muchos más. Desde un sillón en mi casa, recibía gente necesitada
de consuelo y cariño: familiares, conocido, incluso amigos nuestros. Fueron muchos los que se acercaron a ella buscando de
palabras de aliento y guía, con la certeza de encontrarlas. Con el tiempo, extendió su cariño a yernos, nueras ¡y a sus nietos!,
a quienes no se cansaba de elogiar destacando una característica o gesto, con el orgullo y el amor reflejados en su cara.

Este domingo, lejos de estar triste, será una fiesta para agradecer por mi mamá. Recordaré con alegría la mayor enseñanza que me pudo dejar: que la maternidad es un regalo, que consiste en darse cada día con generosidad y que en eso consiste la verdadera felicidad.

* Clara Vacarezza esposa y madre de 5 hijos.