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El juego como puente: cómo se forjan las primeras amistades en la infancia

En el Día del Amigo se pudo constatar que el juego aparece como ese primer idioma universal que une a los chicos y deja huellas que perduran toda la vida.

Los juegos entre niños forjan amistades.

Los juegos entre niños forjan amistades.

Canva

Pasó un nuevo día del Amigo, pero en esta jornada no solo se celebra la amistad en su forma adulta, sino también en su origen más puro: el que nace entre niños a través del juego.

Mucho antes de las redes sociales, los grupos de WhatsApp o las salidas organizadas, los lazos se tejían de forma espontánea, en un patio, en una plaza, o frente a una caja de juguetes compartida. Y ese gesto simple de jugar juntos sigue siendo hoy uno de los modos más poderosos de conectar.

El juego no es apenas entretenimiento: es el escenario donde los niños exploran el mundo, se enfrentan a desafíos simbólicos, ensayan roles y, sobre todo, aprenden a vincularse. Es allí donde surgen los primeros amigos fuera del círculo familiar, esos con los que se inventan reglas, se negocian turnos y se construyen mundos de fantasía que solo existen entre ellos. La risa compartida, la complicidad sin palabras y la emoción de imaginar juntos son parte de una experiencia fundante.

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El juego físico sigue resistiendo como una forma genuina de encuentro.

El juego físico sigue resistiendo como una forma genuina de encuentro.

El juego como encuentro genuino

Aunque vivimos en una era dominada por las pantallas, el juego físico sigue resistiendo como una forma genuina de encuentro. Los momentos frente al televisor o en el cine se transforman luego en historias protagonizadas por los propios chicos, que reescriben lo que vieron con su creatividad. Las películas que los emocionan se extienden en el tiempo: los personajes cobran nueva vida en sus manos y se convierten en excusas para volver a juntarse, una y otra vez.

En ese proceso, los juguetes temáticos se convierten en aliados. No solo recrean escenas o figuras reconocibles, sino que habilitan nuevas aventuras con el sello personal de quienes las juegan. Un dinosaurio puede convertirse en explorador, un superhéroe en compañero de misión, una carta en pasaporte a otro universo. Son elementos que, más allá del objeto, consolidan la idea de que el juego tiene más sentido cuando es compartido.

Por eso, cada vez que dos chicos se encuentran, el juguete que pasa de mano en mano también es un mensaje: "Te elijo para jugar". Y en ese gesto se funda una amistad.

Desde el mundo adulto, acompañar ese proceso también es clave. Hacer lugar al juego libre, facilitar espacios de encuentro, ofrecer materiales que despierten la imaginación compartida, son formas silenciosas -pero poderosas- de fortalecer los vínculos. No se trata de dirigir, sino de permitir. De confiar en que, entre risas y dramatizaciones, se está tejiendo algo más profundo.