Opinión

Los monstruos del vino

El mundo del vino está lleno de seres extraños que espantan a los consumidores. En esta nota te los presentamos.

Federico Lancia
Federico Lancia sábado, 16 de julio de 2022 · 07:04 hs
Los monstruos del vino

El panorama es tétrico. Oscuridad, neblina, luces que encienden a lo lejos y sin fin de seres con cierta atrocidad que asustan mucho. Cada vez son menos los que se animan a entrar. 

Voy a intentar describir cada uno desde mi percepción, pero tené claro que vos te podés asustar con cosas que a mi no me dan ningún julepe. Y viceversa. 

Apenas se ingresa a este mundo encantando, en la portón hay un tipo con galera negra y traje, tiene lentes redondos y te tortura con frases como “si no sabes nada de vinos, acá no entres”, “no vas a entender nada”, “estás perdiendo el tiempo” o “se te van a reir los que realmente saben”. Al principio parece inofensivo, pero luego de un rato no sabes cómo sacártelo de encima. 

Nada es lo que parece

En la recepción del lugar está “El tramposo”. Un tipo amigable, bonachón pero que sin dudas es bastante malvado. Es más, creo que si pasas a este aparente ser de oportunidades podes enfrentar con ciertos poderes lo que sigue. 

El tipo te hace creer que entraste y que vas a ser parte del mundo del vino, pero lo que realmente quiere es no dejarte entrar. Es bastante psicótico, sí. Pero te dije que no era para tibios. No lo mires directamente a los ojos, hace como que lo escuchas, pero seguí. Sino te vas a quedar clavado ahí. 

Apenas pasas esa recepción, va a aparecer una mujer hermosa, despampanante, que te deja ciego. Es morocha, alta y lleva un vestido que no te vas a olvidar. Y detrás de ella hay tres puertas. Y es un momento clave. Una de ellas te transporta a un siguiente nivel, otra te sigue enroscando y la otra te saca del mundo del vino. Claro, es una cuestión de elección y de la suerte que tengas ese día. 

Un camino de ida 

Vamos a hablar de a dónde te llevan las puertas. Una de ellas te hace llegar con un tipo desagradable, bravucón, tremendamente adulador de todos los vinos, que lo único que hace es decirte que le encantan las etiquetas que, obviamente le regalan o les pagan. Es tan obvio como burdo. Pero vos querés salir de ahí, y el tipo te persigue y no te deja tranquilo. Te muestra las mismas etiquetas una y otra vez. Es insoportable. En un lugar hay una pequeña alcantarilla. Obviamente te saca del mundo del vino. 

Si enganchas la otra puerta podes caer en las hadas del maridaje. Son una especie de ángeles divinos que combinan vinos con comidas. Te traen platos y para cada uno de ellos un vino determinado. Todo está hecho con una perfección que asusta. Son ángeles hermosos y hermosas, que todo lo maridan como una gran melodía. 

Ahora, todo tiene un pero. Cuidado con combinar mal el vino. No te vayas a confundir ni en el más mínimo detalle. Ese lugar de perfección se transforma en el infierno, y ya sabes lo de los ángeles. Sufrirás eternamente por ser una persona destinada a combinar mal vinos y comidas. 

Allí hay muchas más puertas que llevan a seres abominables que expulsan a los consumidores. Luego te voy a seguir contando. Hay muchos más monstruos en este mundo del vino. 

Por lo pronto aquí me quedo. Y resisto. La tercera puerta me lleva afuera. Aún no la abriré.   

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