Por qué quejarse le hace tanto daño a tu salud: mira las consecuencias

Quejarse es algo tan común que, a menudo, no nos damos cuenta y lo convertimos en un hábito difícil de controlar. Este comportamiento, aunque parece inofensivo, tiene efectos profundos en la salud emocional y física.
Cuando alguien se queja constantemente, no solo está liberando tensión. Estudios sugieren que este hábito genera cambios en el cerebro. Las redes neuronales relacionadas con la resolución de problemas, la planificación y la toma de decisiones se ven afectadas. Esto significa que cuanto más nos quejamos, más difícil resulta encontrar soluciones, y entramos en un ciclo de frustración.
Este hábito también está relacionado con problemas emocionales como ansiedad y depresión. Las personas que se lamentan a menudo suelen experimentar pensamientos intrusivos. Estas reflexiones repetitivas sobre situaciones negativas generan un estado de cansancio mental que dificulta enfrentar los retos diarios.
Fisiológicamente, quejarse afecta al cuerpo al mantener altos niveles de estrés. Cada vez que se verbaliza una queja, el cerebro activa mecanismos similares a los que se desencadenan durante una amenaza física. Esto libera hormonas como el cortisol, conocido como la "hormona del estrés", que en exceso afecta al sistema inmunológico, la presión arterial y el corazón. Con el tiempo, este desgaste aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas.
La queja frecuente también afecta las relaciones interpersonales. Escuchar constantes lamentaciones puede ser agotador para quienes nos rodean, generan distancia emocional. El impacto no solo se siente en las amistades o la familia, sino también en el ámbito laboral.
Para romper este ciclo, es crucial tomar conciencia de cómo y cuándo nos quejamos. Practicar la gratitud es una herramienta efectiva. Agradecer por las pequeñas cosas, incluso en días difíciles, ayuda a reconfigurar el enfoque mental. Otra estrategia es pensar antes de hablar. Antes de expresar una queja, resulta útil preguntarse si es algo que realmente necesita ser verbalizado. Establecer límites también es fundamental. Aprender a protegerse de estas influencias permite mantener una mentalidad más equilibrada.