El Conurbano grita socorro mientras Javier Milei juega con los avioncitos
Entiende los tiempos del momento. No necesita ni de Villarruel para dar una clara señal en favor de una recuperación de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, todavía no hay claridad sobre cómo seguirá un plan económico atado al auxilio de Trump.
Milei y los nuevos aviones F-16
¿Vale un ejemplo perdido de un conductor, que a su vez era policía, marcar a fuego los momentos de tensión que se viven cotidianamente en el Gran Buenos Aires? ¿Puede relacionarse ese episodio, que terminó con una persona muerta, estar relacionado con dos legislaturas, la nacional y la bonaerense, que el mismo día dieron claras muestras de estar de espaldas a lo que sucede fuera de esos antiguos centros de debate democrático?
El presidente Javier Milei, garante del nuevo tiempo en que que el Estado y su Gobierno se parecen mucho más a la sociedad que debe administrar y conducir, en la que el vale todo no repara en las consecuencias. Lo que importan son los posibles resultados, aunque en el medio del proceso queden muertos, se sancionen leyes impunes o asuman personas sin el más mínimo decoro por la función que deberán ejecutar.
En las reuniones se discuten estos temas con la misma pasión que se viven los clásicos de fútbol. Sin embargo, en los hogares que deben decidir qué hacer para seguir permaneciendo en el sistema, la charla es mucho más directa y preocupante. ¿Qué hacemos mañana? ¿Adónde vamos?
Con su excepcional y precisa mirada, alejada de los humores sociales que suelen debatir lo urgente o lo personal, Andrés Malamud sostiene que el fenómeno que se está produciendo en Argentina es de tal magnitud que la única certeza es que será doloroso. "Si tiene éxito, y hay muchas razones para que lo tenga, el resultado será un país más próspero y con oportunidades. Pero, en el mientras tanto, el dolor estará presente".
Lo sucedido con el policía porteño Carlos Peloso, quien sin más empezó a disparar y mató a un vecino de Morón, es el extremo de cientos de sucesos callejeros similares que se viven a lo largo y ancho del Gran Buenos Aires, donde las armas han proliferado y hasta las mismas bandas que dominan las zonas deciden “bajar” a los que se “portan mal” porque ponen en evidencia a un lugar donde necesitan “paz para comercializar” cualquier tipo de estupefacientes.
El retiro del Estado es un hecho. Su existencia era más parte de un relato que de la realidad, porque ni las escuelas ni los hospitales podían dar una respuesta a los requerimientos sociales. Solo los municipios y algunas organizaciones sociales eran parte de la contención económica o alimenticia, pero no mucho más.
Tal cual remarca Malamud, "la coordinación de los factores productivos y estratégicos, que siempre dependió de un gobierno, ahora se realizan a través o por el impulso de la actividad privada. La gente lo celebra porque sufrió la cuarentena eterna y un encierro obligado mientras que los propios gobernantes hacían lo que querían".
Según el politólogo y académico, "Milei cree, y tiene razones para eso, que la coordinación privada es mucho más eficiente que la del Estado”, que no vio venir nada de lo que está pasando. Por ahora, “esto puede funcionar, parcialmente, generando riqueza en provincias rezagadas. Y la Provincia de Buenos Aires, el área metropolitana de ese Conurbano, será la que más va a sufrir".
Por eso en el gobierno nacional no hacen referencia al escándalo de la Cámara de Diputados de la Nación y hasta ayudaron a que se provoque, con Leila Lemoine sentada en la primera fila como provocadora oficial. Estos episodios, con juras insólitas y gritos similares a los de una barra brava, no son mensurados, y quizás no tengan tanta trascendencia, comparado con lo que sucedía a 60 kilómetros de ahí, en la ciudad capital bonaerense, La Plata. Negociaciones de último momento, donde solo se resolvían las urgencias de las partes involucradas, Axel Kicillof, sus “primos” de Fuerza Patria y la mayoría de la oposición, no hacen nada para aparecer como la contraparte de un modelo económico y aprobaron cargo y plata con la única urgencia de los plazos legislativos.
A lo largo y ancho de esos kilómetros que separan los dos congresos, para el norte, sur y oeste del área metropolitana de Buenos Aires, la crisis avanza. Metalúrgicas, alimenticias, textiles y constructoras inician procesos de crisis o, directamente, cierran. La desocupación empieza a ser la mayor preocupación de la transformación económica iniciada por el gobierno nacional que simplifica el proceso diciendo que no puede seguir subsidiando una economía deficitaria.
Una de las alertas que brinda Malamud en su contacto con MDZ es un “gran problema de América Latina: las ciudades fantasmas, ya que los mercados ilegales se traducen en violencia. Hay que ver qué se hace con la informalidad de la economía. La sociedad valoriza la mano dura, pero eso genera más violencia”, expresó.
Ahora la función del Estado no estaría tanto en la conducción de la Economía sino en las “negociaciones subterráneas. Los gobiernos deben decidir nuevas prioridades, que se evite la violencia a cambio de la informalidad y el delito”, comentó Malamud.
Para el politólogo y académico, este tipo de transformaciones “llevan a que las desigualdades aumenten. Tampoco hay garantías totales de que funcionen, y la única garantía existente es que provocará dolor. Será inevitable, salga bien o salga mal”.
“Tanto nos jodió el Estado, que al que nos lo saca de encima, lo felicitamos. Hay situaciones más frecuentes de implosión social, con angustia, deserción escolar. La gente ahora se la rebusca. Busca alternativas, más o menos legales o digitales”. Según su punto de vista, los fracasos pasados más los abusos observados en el poder durante los últimos tiempos “hace que la sociedad perdone o relativice cualquier cosa… Inclusive la corrupción, porque ahora “solo roban el 3%”, supuestamente.
