Historia

El boxeo mendocino llora: Jonathan Barros le puso fin a su carrera profesional

El último campeón mundial mendocino, Jonathan Víctor Barros, decidió dejar la práctica activa del boxeo para dedicarse a la enseñanza. Un repaso por su carrera la cual comenzó en marzo de 2004 y finalizó, paradójicamente, en marzo de 2023.

Juan Ignacio Blanco
Juan Ignacio Blanco domingo, 12 de marzo de 2023 · 16:30 hs
El boxeo mendocino llora: Jonathan Barros le puso fin a su carrera profesional
Foto: Juan Ignacio Blanco/MDZ

Los nervios de aquel 26 de marzo de 2004 deben haber sido los mismos que los de este 12 de marzo de 2023. Pasaron, en un abrir y cerrar de ojos, tan solo 19 años de aquel debut profesional, con victoria, ante el chileno Luis Mena en el estadio Pascual Pérez de la Federación Mendocina de Box.

A partir de ese momento, el pibe del barrio Lihué comenzó a forjar el sueño de todo boxeador: estar entre los top ten mundiales y, por qué no, alcanzar alguna de las cuatro coronas mundiales que andan dando vuelta por el planeta. ¿Era difícil lograr eso? Sí, claro que lo era, pero no imposible, porque si hablamos de carácter y de sobreponerse a las adversidades de la vida, Jonathan Víctor Barros era el indicado para lograrlo.

Atrás quedaron las noches en la pensión de Julio Pablo Chacón, lugar en el que hizo amistad con Juan Carlos Reveco, con el que sellaron un pacto de sangre que ambos, con el tiempo, pudieron cumplir: ser campeones del mundo y quedar en el historial de los grandes de Mendoza junto a Pascual Pérez, Nicolino Locche, Hugo Pastor Corro y el mismísimo Chacón.

Pero no todo fue color de rosas en la vida del excampeón mundial pluma de la AMB. Tuvo una infancia durísima marcada a fuego por el abandono de su madre cuando era apenas un niño (con los años se volvieron a reencontrar y Yoni le agradece a la vida). Tan niño que tuvo que dejar de serlo para hacerse cargo de sus hermanitos. Y allí fue el punto de inflexión de su vida y cuando empezó a forjar un destino distinto al que la vida le ofrecía: era la calle, los vicios y la fácil, o buscar un camino mucho más difícil, el cual por suerte terminó tomando. 

Las plazas de su Guaymallén natal, ya de adolescente, comenzaron a cobijarlo. Le daban contención, le brindaban seguridad y lo hacían explotar artísticamente. El Yoni fue un gran bailarín de hip hop y las plazas barriales fueron testigo de eso. Tan testigos como cuando iba, caminando más de 5 kilómetros, hasta un merendero para que sus hermanos pudiesen tomar la leche y así engañar a ese presente que solo se encargaba de castigarlos.

Entre una de esas tantas copas de leche encontró a una persona que le iba a cambiar la vida: Ramón Balbino Soria. ¿Quién era ese señor? Nada más ni nada menos que el exretador mundialista supermosca, quien ya retirado de la actividad comenzó con la enseñanza de las nuevas generaciones de boxeadores, entre ellos Jonathan Barros.

El pibe del Lihué comenzó con su carrera amateur y fue mostrando condiciones, al punto de que antes de saltar al profesionalismo fue el propio Soria quien lo llevó al establo de Pablo Chacón, donde podría ser mejorado de cara a una carrera rentada.

Así fue que Barros pasó a las filas del gimnasio de calle Molinero Tejeda de Las Heras, donde integró, quizás, la última generación dorada del boxeo mendocino. Llegar al recinto y ver a Ricardo Bracamonte junto a Chacón rodeado de pibitos como el Yoni, Reveco, el Chucky Elías, Mandibulín Ponce y los hermanos Troncoso (el Oreja y el Costilla), era un lujo que sólo se podían dar los amantes de la escuela mendocina.

De todos modos, el solo hecho de comenzar con Chacón y Bracamonte no era garantía de nada, no por nada no todos los de esa camada llegaron a triunfar. Era cuestión de determinación, ganas y compromiso, algo que Barros supo asumir.

Fueron muchos los años. Barros la peleó para alcanzar su sueño. Y en ese pelear encontró gente buena y gente mala, aunque siempre es bueno quedarse con el recuerdo de los buenos como el Coco Parfeniuk (un verdulero de la zona que siempre ayudó a los pibes del gimnasio) y el doctor Boero (un veterinario que tomó como hijo al Yoni).

Las primeras grandes luces se encendieron 3 años después de haber realizado su primer combate rentado. El 29 de septiembre de 2007, Barros viajó a Paysandú, Uruguay, para tener su primera gran prueba y con título incluido: el cinturón argentino vacante de la divisional pluma. ¿A quién tuvo en frente? Al experimentado Humberto Pastor "Vaca Mala" Maurín, a quien venció por puntos.

De ahí en más, la carrera comenzó a tener franco ascenso. Llegó el título Latino pluma de la Organización Mundial de Boxeo, corona que le dio la posibilidad de ingresar en el ranking mundial de la entidad con sede en Puerto Rico.

De todos modos, lo que lo marcó fue el frustrado viaje a Francia cuando su amigo Juan Carlos Reveco, ya siendo campeón del mundo minimosca de la AMB, debía defender el fajín negro y dorado ante el local Ibrahim Asloum. Barros viajó, gracias a la ayuda de mucha gente, con la ilusión y la promesa de que iba a tener una pelea internacional, aunque cuando llegó se encontró sin nada. A pesar de eso, fue el soporte de Reveco y lo contuvo cuando el malargüino fue asaltado arriba del cuadrilátero.

La primera gran chance llegaría, solo era cuestión de aguantar y estar preparado. Fue así que en marzo (un mes que siempre le sintió bien al mendocino) viajó a Alemania para disputar la corona mundial pluma de la AMB nada más, ni nada menos, que contra el cubano Yuriorkis Gamboa, una de las figuras de aquel momento en la divisional no solo por su buen boxeo, sino por la rebeldía de haberse escapado de la isla y dejar atrás el régimen castrista durante un torneo internacional que disputaba con el selectivo de aquel país.

Jonathan junto a Pablo Chacón en el gimnasio de calle Molinero Tejeda.

El resultado no fue el esperado, claro está. Barros perdió por puntos en fallo unánime, pero dejó una excelente imagen, tanto es así que volvió a la Argentina con la promesa de que iba a tener una nueva chance mundialista, la cual llegó en un abrir y cerrar de ojos. En diciembre de ese mismo año, la empresa OR Promotions le programó, en Las Heras, su segundo intento ante el panameño Irving "El Relámpago" Berry. Y fue ahí, con la sangre en el ojo por cosas que pasaron en el medio, que Barros no flaqueó y despachó en siete asaltos a su rival para tocar el cielo con las manos.

"Soy campeón del mundo, soy campeón del mundo", gritaba arriba del ring el mendocino mientras se abrazaba con su amigo Juan Carlos Reveco. Emoción pura esa calurosa noche de diciembre mendocina.

Al año siguiente llegaron las defensas de la corona, la primera, de gran producción, ante el mexicano Miguel Román, a quien venció por puntos en Junín; y luego la polémica ante el panameño Celestino "Pelenchín" Caballero. Para esa altura, Barros había cambiado de rincón volviendo a sus raíces con Ramón Balbino Soria y Ricardo Bracamonte en la esquina, algo que no funcionó y quedó en evidencia en el desquite obligatorio que tuvo con el panameño tres meses después en el Luna Park, donde cayó sin atenuantes, y casi sin plan de pelea.

El golpe anímico fue duro. Barros comenzó a replantearse su carrera. A pesar de eso, llegaron otras dos chances: la primera en 2012 ante el mexicano Juan Salgado por el superpluma de la FIB y la segunda en 2017 ante el británico Lee Selby, aunque en ninguna de las dos pudo campeonar nuevamente.

Luego, olvidado por las grandes promotoras que manejan el boxeo nacional, el Yoni quedó casi en el olvido y trabajando desde el silencio, reconociendo los errores para transmitirle enseñanzas de vida a sus pupilos ya que al día de la fecha se desempeña como profe de boxeo en la dirección de Deportes de Guaymallén.

No hace muchos días atrás, el propio Barros dijo "quiero una pelea más, hermano". Y la tuvo. Fue su despedida en el Atlético Argentino y ante su público. ¿El resultado? Fue victoria en fallo unánime ante Fernando Ruíz, aunque a esta altura ya es algo anecdótico y solo servirá para sellar una hoja final de combates de 44 victorias (23 por nocaut), 8 derrotas y 1 empate.   

Se retiró el último mendocino en coronarse campeón del mundo. Se retiró, más allá de un excelente boxeador, un tipo bueno, humilde y difícil de encontrar en su especie.

 

Archivado en