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Tu próximo viaje en avión podría ser parado

La industria aérea sigue ajustando al pasajero: menos derechos, más incomodidades y propuestas que rozan lo inhumano. El negocio crece mientras los controles duermen.

Asientos de avión

Las aerolíneas ya no disimulan: quieren que viajes colgado de un gancho, como si fueras un bulto con patas. Menos espacio, sin comida, sin equipaje y ahora, sin asiento real. El negocio del maltrato avanza mientras el Estado mira para otro lado. ¿Hasta cuándo vamos a aceptar que nos traten como ganado?

Ahora nos quieren hacer viajar "parados". Sí, como si fuéramos ganado. Ya no alcanza con recortar el espacio entre asientos, con eliminar el servicio de comida o con cobrar hasta por elegir estar sentado al lado de tu hijo. Ahora directamente te proponen colgarte de un respaldo acolchado, sosteniéndote como puedas durante una hora o dos y después avanzarán en más horas. ¿Y la dignidad y la salud? Bien, gracias.

Cada vez más espacio para la avaricia y menos para tu cuerpo

En los últimos diez años, las compañías han reducido sistemáticamente el espacio entre asientos. Antes, un asiento económico promedio en vuelos internacionales tenía una distancia entre filas de unos 78 centímetros. Hoy, muchas aerolíneas la han bajado a apenas 66 o incluso menos. Esto no solo provoca incomodidad: afecta directamente la salud del pasajero.

En vuelos de más de tres horas, mantener una postura encorvada, sin posibilidad de moverse, incrementa los riesgos de mala circulación, contracturas musculares, fatiga crónica y hasta cuadros más graves como trombosis venosa profunda. Las personas altas, con sobrepeso o con movilidad reducida directamente no entran en el asiento. Literalmente quedan "atrapadas" durante horas. Y lo peor: lo llaman "viaje".

Viajar en familia, otro lujo que ya no podés pagar

Otra de las perversiones del sistema actual es la segmentación intencional de los asientos. Vos comprás los pasajes con tiempo, con número de reserva único, y al momento del check-in te das cuenta que a tu pareja la mandaron diez filas más atrás, y a tu hijo lo ponen solo entre dos extraños. ¿Querés solucionarlo? Pagá extra. La reunificación familiar aérea se ha convertido en un negocio.

En una sociedad donde se habla de "niños acompañados" como política de cuidado, las aerolíneas hacen exactamente lo contrario: los desparraman para después extorsionar a los padres con cargos adicionales. Y lo hacen sabiendo que en la desesperación por no dejar a los hijos solos, los pasajeros van a pagar lo que sea.

Hambre, sed y castigo: el combo perfecto

¿Querés agua? Comprala. ¿Querés comer algo decente en un vuelo de seis horas? Llevá tu tarjeta. Ya no solo no hay refrigerio incluido, sino que además te prohíben subir con líquidos propios por supuestas normas de seguridad. Y mientras tanto, el cuerpo sufre deshidratación, dolor de cabeza, mareos. Hay personas con enfermedades como diabetes, gastritis o hipertensión que requieren alimentarse o hidratarse cada pocas horas. Pero eso no parece importarles.

Ahora también te prohíben llevar tu ropa

El último golpe: las aerolíneas empezaron a considerar que el pasaje básico no incluye equipaje. Ni siquiera una valija de mano. Lo único que te dejan subir es una mochila de menos de 10 kilos. Si querés llevar una muda de ropa, calzado, abrigo o artículos de higiene personal, tenés que pagar otro extra. Literalmente, el derecho a trasladarte con tus pertenencias ya no forma parte del "servicio". ¿Qué tipo de transporte de personas es este, que no contempla que el pasajero es un ser humano que se traslada con necesidades, cuidados y objetos personales?

El avión no es tierra sin ley: es un servicio público

Las aerolíneas no son empresas cualquiera. Son prestadoras de un servicio público esencial: el transporte aéreo de pasajeros. Y como tal, deben someterse a regulaciones estrictas. No solo porque transportan personas humanas —que deben ser trasladadas sanas y salvas, y en condiciones saludables—, sino porque usan el espacio aéreo, que es un bien público de todos los argentinos.

No se trata de celebrar que haya más rutas aéreas si eso significa que las empresas con peor trato humano se imponen sobre las que cumplen con el deber básico de cuidar a sus pasajeros. El Estado no puede hacerse el distraído. Y menos en Argentina, donde muchas regiones no tienen rutas nacionales transitables ni ferrocarriles. El avión, en muchos casos, es el único medio de conexión entre provincias. Por eso, la calidad del servicio aéreo no es un capricho de clase media: es una política de justicia territorial.

Esto no es libre mercado: es maltrato sistemático

Algunos justifican todo esto con la bandera del libre comercio: "El que quiere más servicios, que los pague". Pero no estamos hablando de lujos. Estamos hablando de salud, de dignidad, de derechos básicos.

El transporte aéreo no puede ser una zona liberada donde las empresas hagan lo que quieran para maximizar su rentabilidad, incluso a costa del sufrimiento humano. El lucro no puede justificar que un pasajero no pueda sentarse, alimentarse, hidratarse, viajar con su familia o llevar su ropa. El libre mercado termina donde empieza el maltrato sistemático.

La ley está de nuestro lado, pero falta que se cumpla

La Ley de Defensa del Consumidor en Argentina art 8 bis Ley 24.240 y la Constitución en el art 42 es clarísima: "El consumidor tiene derecho a condiciones dignas y equitativas". Eso incluye espacio físico suficiente, trato no discriminatorio, alimentación adecuada en trayectos prolongados, posibilidad de viajar con su equipaje y de estar junto a su grupo familiar.

Las aerolíneas están violando estos derechos todos los días. Y el Estado mira para otro lado. No se trata de prohibir que vendan servicios extra. Se trata de establecer un piso mínimo de condiciones básicas que debe incluir cualquier pasaje aéreo, sin excusas.

Lo que están haciendo las aerolíneas no es innovación. Es explotación disfrazada de eficiencia. Se metieron con tu espacio, con tu comida, con tu familia, con tu equipaje. Ahora vienen por tu cuerpo.

Y si el Estado no reacciona con regulaciones claras y controles firmes, lo que está en peligro no es solo tu viaje… es tu dignidad y salud como persona.