Salud mental

Qué es el síndrome de La Tourette

¿En qué consiste este raro trastorno, que, además de síntomas aparatosos, puede albergar espíritus geniales? Te contamos. 

miércoles, 24 de abril de 2019 · 11:28 hs

Cualquier enfermedad exige capacidad de adaptación. Algunas, más que otras, además, reclaman reinvención, armarse de nuevo a partir de lo que hay, sobrellevar los síntomas con dignidad.

El famoso Oliver Sacks, neurólogo y escritor, describe maravillosamente el caso de David Aldridge, baterista profesional de jazz, que padecía síndrome de la Tourette. La música lo ayudó a lidiar con los aparatosos tics motores que caracterizan a este trastorno: “la música era su aliada, le servía para ocultar sus tics motores y para canalizar su energía explosiva”, narra.

Mahmoud Abdul-Rauf (seudónimo de Chris Jackson), jugador de básquet y afectado, también, por Tourette, desarrolló, gracias a sus tics y su concentración, una técnica impecable para realizar tantos. Se destacó por ser el jugador que más tantos limpios ha hecho.

Todos sabemos lo que es un tic: un movimiento involuntario y repetitivo que se produce por la contracción de uno o varios músculos del cuerpo. Pueden presentarse esporádica y transitoriamente o llegar para quedarse. Suelen ser indicadores de problemas emocionales, conductuales y/o académicos.

Pero allá por el año 1884, el doctor Georges Gilles de la Tourette, neurólogo francés, observó y describió el caso de 9 niños que sufrían de tics considerablemente aparatosos. Llamó a estas manifestaciones “enfermedad de los tics”. Luego de su muerte, y en su honor, se la denominó con su nombre, tal como la conocemos hoy.

El sindrome de Gilles de la Tourette (ST) es un trastorno neurológico que comienza antes de los 18 años, usualmente entre los 7 y 10. Se caracteriza por la presencia de tics motores (en la cara, brazos, piernas o tronco) y fónicos (vocalizaciones que pueden ser gruñidos, carraspeos, gritos, palabras obscenas o inapropiadas al contexto).

Pueden, además, aparecer movimientos involuntarios que involucren a todo el cuerpo, como contorsiones, toqueteo, patear, golpear, automutilarse, realizar alguna actividad motora.

Los pacientes no pueden controlar los tics, que causan un malestar importante, a él y a su entorno. En casos extremos, la adaptación al contexto resulta perturbada.

Además de los tics, muchos pacientes pueden presentar síntomas de cuadros psiquiátricos, como obsesiones, compulsiones, déficit atencional, trastornos del sueño, ansiedad, impulsividad y depresión.

Es una enfermedad de baja frecuencia de aparición (1 cada 100 individuos), con mayor proporción de varones. Por lo general, existe historia familiar de tics y/o trastorno obsesivo-compulsivo. Se desconoce hasta el momento la causa exacta, pero sí se sabe que hay anomalías en ciertas áreas del cerebro, (sobre todo en las encargadas de controlar el movimiento) y en los circuitos de dopamina, serotonina y norepinefrina.

Estos pacientes presentan, concomitantemente, fallas cognitivas, que llevan a dificultades para aprender: disminución de la atención y concentración, dificultad en la lectura y escritura, alteración en la memoria de corto plazo.

El diagnóstico y abordaje es multidisciplinario, e implica entrevistas con neurólogo, psiquiatra y estudios complementarios, como imágenes cerebrales y evaluación neuropsicológica. Es importante que, para comenzar el proceso diagnóstico, los tics motores y verbales hayan permanecido de manera ininterrumpida durante, por lo menos, un año.

La enfermedad es crónica y no tiene cura. El tratamiento, si los tics son altamente discapacitantes, puede incluir medicación efectiva. Cada profesional evaluará costos/beneficios de la misma. Si bien la causa del ST no es psicológica, la psicoterapia resulta de utilidad, sobre todo para ayudar a los pacientes a lidiar con los problemas sociales y emocionales secundarios a su padecer.

A pesar de todo, la expectativa de vida es normal, e, inclusive, algunos pacientes, llegando a la edad adulta, pueden dejar la medicación.

Cuando la persona está ansiosa, los síntomas tienden a acentuarse, por el contrario, en momentos de tranquilidad, o cuando se concentra en algo que le interesa, se atenúan. Es por eso que, como en los casos del comienzo de esta nota, ciertos pacientes pueden ser sumamente exitosos y habilidosos.

Y esto es exquisitamente importante, porque, enfocando el trastorno desde otra óptica, podemos ayudar al paciente a reinventarse, a trascender su padecer. ¿Cómo? Facilitándole un ambiente tolerante, tranquilizador, compasivo y fomentador del desarrollo de habilidades.

Lic. Cecilia C. Ortiz/Mat.: 1296/licceciortizm@gmail.com