Los "muñecos del horror" que se usaron para estudiar crímenes reales
Hace más de 70 años, una mujer llamada Frances Glessner Lee se obsesionó con una serie de desafíos destinados tanto a los detectives profesionales como a los aficionados. En esta nota, cómo surgieron sus perturbadoras miniaturas y, de yapa, un ejercicio para quien se atreva a mirarlas con atención.
Corrían los años 40 y Occidente se desangraba en la Segunda Guerra Mundial. Por eso el ánimo era oscuro: Batman ensombrecía la industria del cómic y el policial de Sherlock Holmes cedía el podio a personajes menos ingenuos, como el Marlowe de Raymond Chandler. En aquel contexto borracho de violencia, Frances Glessner Lee (1878-1962) se dedicaba -con paciencia de araña- a elaborar miniaturas de muñecos "asesinados".
Así se gestaron los Estudios de muerte inexplicable dentro de una cáscara de nuez, una serie de maquetas construidas con detallismo maniático que luego se utilizaron para entrenar detectives de los Estados Unidos. Se trataba de escenas del crimen microscópicas que había que observar con atención para ver qué podía haber pasado.
En aquella época, claro, las ciencias forenses estaban en pañales. Y cuando Glessner Lee tuvo listos sus primeros dioramas -en 1943-, fueron furor, especialmente entre los efectivos que se dedicaban a investigar homicidios. "Encerrar al culpable, exculpar al inocente y encontrar la verdad" eran los objetivos explícitos de la autora, con un pie sobre la huella de Agatha Christie y otro en el arte conceptual.
El horror en lo doméstico
Muñecas, detallismo, casitas y sangre. Se ha resaltado que Glessner Lee apeló a conocimientos que por entonces se asociaban al mundo femenino para convertirse en una eminencia dentro de una profesión dominada por los varones: el campo de la criminalística.
El espacio hogareño aparece perturbado, plagado de violencias
En ese movimiento, interpretó a los entornos domésticos en espacios perturbados, llenos de agresión. Como mostrando que allí, donde nadie lo verbaliza, a lo mejor se esconde la violencia más cruel.
Nora Atkinson, curadora del Smithsonian American Art Museum, también ha destacado que las obras de Glessner se enmarcan en hogares típicos de las clases populares: su hipótesis es que Frances pretendía subrayar que hay sectores sociales en los que el delito es visto desde el prejuicio y por lo tanto merece siempre una segunda mirada.
Glessner concretaba unos tres dioramas por año. Se basaba para cada caso en reportes policiales reales, aunque cambiaba fecha y locación. Compartimos más abajo un ejemplo para que los lectores de MDZ prueben su nervio detectivesco.
Un caso para resolver: "La habitación roja"
Fecha: 29 de junio de 1944.
Fallecida: Marie Jones, prostituta.
Testigo 1: Shirley Flanagan, dueño del lugar. El hombre declara: "esa mañana pasé por la puerta de la habitación donde vive Marie y dije 'hola'. No me respondió, de modo que miré adentro y encontré lo que ves. Su novio y cliente habitual, Jim Green, estuvo con ella la noche anterior. No sé a qué hora se fue. Cuando encontré el cadáver de la chica, llamé a la Policía".
Testigo 2: Jim Green, cliente y novio de la mujer. Dice que se encontró con Marie en la vereda durante la tarde del 28 de junio. "Caminé con ella hasta un negocio en el que compramos dos botellas de whisky. Fuimos a su habitación y nos sentamos a fumar y a beber. Marie se ubicó en un sillón y se emborrachó mucho. De pronto, sin advertencia previa, me quitó la navaja -que yo usé para abrir las botellas- y corrió a la habitación contigua. Después cerró la puerta. Cuando la abrí, estaba como se ve. Me fui del lugar inmediatamente".
Más pistas: en el lugar hay dos botellas de whisky al lado de la mesa (¿por qué están caídas?). Se ve un trapo en el suelo con restos de sangre, al lado de la pared. Asimismo, hay una caja de bombones cerca de las botellas (¿quién llevó los bombones? ¿faltan algunos? ¿comió Marie?).
Por otro lado tenemos al cadáver. ¿Lo que lleva en las muñecas son pulseras, o la víctima fue maniatada? La dirección de la herida hecha con el cuchillo ¿sugiere que se la infligió ella misma u otra persona? ¿Y la forma en que cae la sangre? Habrá que hacer un test de alcoholemia sobre el novio. Por último: ¿está tirada la chica de forma 'natural' o la colocaron así?
El colgador de ropa: ¿está vacío? Hay un vaso en el suelo cerca del vestidor. Eso es raro. ¿Qué hay en el vaso?
Luego está la maleta, que se relaciona con los cajones abiertos. ¿Qué ocurrió? ¿Acaso ella estaba intentando mudarse a alguna parte?
Y por último, una advertencia. Glessner no proponía llegar a una conclusión absoluta y única. Por el contrario, la idea era que los investigadores prestaran atención a un amplio abanico de evidencias y las discutieran. Incluso si esas evidencias estaban casi ocultas.
Aquí, otro detalle del cadáver:
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