Prisiones mendocinas: dos suicidios en 24 horas

Las cárceles mendocinas fueron escenario de dos suicidios en las últimas 24 horas. Una de las muertes se produjo el lunes a media mañana en el penal de Boulogne Sur Mer y la otra este martes a primera hora en el Complejo San Felipe. La situación preocupa porque, según comentaron algunos penitenciarios, no suelen producirse más de tres casos de este tipo por año.

El lunes, los detenidos de Boulogne Sur Mer salieron al patio alrededor de las 10. Uno de los internos, sin embargo, se las arregló para quedarse solo en la celda. Ahí, fuera de la vista de los guardias y de sus propios compañeros, se quitó la vida usando una prenda de vestir. Los médicos intentaron reanimarlo pero no pudieron.

El otro incidente tuvo lugar el martes en la mañana. Existe en San Felipe un área para los "ingresos primarios", es decir, para las personas que llegan sin antecedentes. Por eso es que el detenido tenía una celda para él solo. Y la noche transcurrió aparentemente tranquila. Cuando los guardias fueron a hacer la ronda, a las 7.30, encontraron el cuerpo del preso colgando. Se había ahorcado con una de sus prendas de vestir, presumiblemente el pantalón.

Población vulnerable

Desde Penitenciaría informaron que cuando se detectan casos de riesgo se cita a los psicólogos y a los médicos del sector, y en algunas ocasiones se traslada a los presos al hospital psiquiátrico El Sauce. "Hay que tener en cuenta que entre 5000 personas puede haber alguna que se las ingenia para concretar estas acciones", advirtieron las autoridades. 

Vale aclarar que a la lista de detenidos fallecidos en las últimas semanas se podría añadir la muerte sospechosa de Omar Salinas, quien fue hallado sin vida en una comisaría de Luján el pasado 23 de febrero.

De acuerdo con estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los presos sentenciados presentan una tasa de suicidio casi seis veces más alta que la de los hombres fuera de prisión. Es más: la tasa sigue siendo alta incluso cuando salen de la cárcel. Eso no implica, desde luego, que los centros correccionales no tengan responsabilidad ante estos hechos.