El auge de los biofertilizantes, que tienen como misión mitigar los efectos del cambio climático
Dichos productos basados en residuos de la industria frutihortícola y en insectos, contribuyen a disminuir las emisiones de la agricultura que dañan el medio ambiente.
La agricultura es, sin lugar a dudas, uno de los motores de la economía argentina. Su presencia, tanto para abastecer al mercado interno como así también para exportar alimentos, es fundamental en materia de producción y consumo. Además, esta actividad genera, según un informe de Expoagro, 3.700.000 puestos de trabajo en el país. Sin embargo, la agricultura también trae consigo consecuencias negativas. La utilización de fertilizantes sintéticos forma parte de un tercio de las emisiones brutas anuales de CO2 (dióxido de carbono) lo cual contribuye al avance del cambio climático.
Ante este escenario, los biofertilizantes son clave para contrarrestar estos efectos. Ya sea a base de insectos o de residuos frutihortícolas, generan un impacto positivo en el medio ambiente, en un contexto de desafío para la agricultura debido a la crisis ecológica.
Una de las empresas pioneras en biofertilizantes a nivel nacional es Procens, con sede en Balcarce, que tomando como punto de partida la crianza y alimentación con desechos de larvas provenientes de la mosca soldado negra, consigue como resultado un abono completamente natural. Según comentó a MDZ Julien Laurençon, CEO de la empresa, existen 16 millones de toneladas de desechos orgánicos anualmente en el país, y la mayor parte de ellos forma parte de alguno de los 4.000 o 5.000 rellenos sanitarios, lo cual significa una tonelada cada dos segundos aproximadamente.
Por otro lado, en la provincia de Mendoza pueden encontrarse biofertilizantes líquidos creados a base de lixiviado de humus de lombriz que poseen aminoácidos, polipétidos de elevada calidad biológica, macro y micronutrientes, materia orgánica activa y ácidos húmicos y fúlvicos, fortalecido con microorganismos benéficos.
Maximiliano Bordas, director técnico comercial de Nutrilanda, comentó que lo más importante del producto "es que el proceso de inicio son residuos de otras industrias. Entonces, es un producto de economía circular al 100%".
Según Bordas, en un principio, los cultivos hortícolas tales como ajo y zapallo registraron una mayor demanda de biofertilizantes, pero actualmente se utilizan en plantaciones de ajo, cebolla, tomate, pimiento, nogales, cereza, damasco y durazno, productos muy propensos a ser dañados por enfermedades fitosanitarias.
Hoy por hoy, se está trabajando en la producción de horticultura de siembra directa, técnica de cultivo sin la necesidad de hacer arado, evitando de esa manera la alteración del suelo.
Esta medida, junto con la aparición de biofertilizantes, busca disminuir la supeditación de la agricultura a fertilizantes importados, el dióxido de carbono y el impacto en el cambio climático que estos producen. Así, se fomenta un mayor cuidado del medio ambiente, que atraviesa un momento crítico.