Historias

El curioso ritual de los puesteros de Nueva California para mantener alejados de sus animales a los coreanos

En Nueva California hay un conflicto entre los surcoreanos de Nuevo Cosmos S.A. y los puesteros de la zona, quienes apelan a todo tipo de hechos para poder solucionar los problemas y poder trabajar la tierra.

Juan Ignacio Blanco
Juan Ignacio Blanco viernes, 3 de marzo de 2023 · 14:07 hs
El curioso ritual de los puesteros de Nueva California para mantener alejados de sus animales a los coreanos
Foto: Juan Ignacio Blanco/MDZ

El femicidio de Yoo Kyunga (49) en el distrito sanmartiniano de Nueva California, puso sobre la mesa un duro conflicto entre la trasnacional surcoreana Nuevo Cosmos S.A. y los puesteros que viven en el Secano sanmartiniano, justo en el límite con el departamento de Lavalle.

La llegada de la empresa surcoreana a Mendoza se produjo en 2010 y desde ese año, hasta la fecha, mantienen un conflicto territorial con varias familias puesteras que radican y viven del campo con la cría de animales como cabras, chanchos, vacas y caballos.

Es sábado por la mañana. De a poco, el puesto La Verde, ubicado en calle Talavera sin número de Nueva California, comienza a tener movimiento con las primeras luces del día. Hay varias tareas por hacer como alimentar a las cabras y realizar el carneo de una vaca para tener provisiones para encarar los próximos días.

Parte de los elementos utilizados para el carneo. Foto: Juan Ignacio Blanco/MDZ

Luego de la alimentación y la extracción de leche de las cabras, Chuchín y Abel comienzan a aprestarse para el carneo de una de sus vacas, aunque antes de comenzar, el primero de ellos se sube a su Peugeot 504 gris para ir en busca de un vecino para que les ayude con la dura tarea encomendada por Griselda, a la cual reconocen como "la jefa" del lugar.

Entre mate y mate, llega Jesús vestido bien de campo: bombacha de gaucho, boina y cuchillo a la cintura. Saluda a Abel y Griselda y se sienta a disfrutar de un par de mates mientras Chuchín comienza con el afilado de los cuchillos, que son varios.

Chuchín y Jesús afilan los cuchillos. Foto: Juan Ignacio Blanco/MDZ

En el fondo de la casa ya espera el gran animal: una vaca de unos 400 kilos que ya presiente su destino, ser sacrificada para que los puesteros tengan provisiones para varios días. La imagen es dura.

Los tres hombres se lavan las manos, llevan los cuchillos para el fondo y vuelven en busca de un balde para lavar los implementos con los que realizarán la tarea.

El resto de la secuencia es obviable: el animal ya yace sobre el piso y Chuchín con el cuchillo marca una cruz sobre la paleta de la vaca y echa una gota de sangre sobre el ojo.

Jesús, de espalda, Chuchín y Abel carnean la vaca para abastecerse. Foto: Juan Ignacio Blanco/MDZ

"Es un ritual de siempre. Se marca la cruz de sangre en la paleta y se echa la gota de sangre en el ojo porque eso trae prosperidad", aclara el puestero y agrega: "Desde que están los coreanos estos lo hacemos para que no nos maten los animales y para que tampoco les hagan daño".

Evidentemente, la vaca sacrificada fue víctima de la violencia que sucede en el campo que se encuentra en el Secano sanmartiniano ya que cuando la estaba cureando encontraron varios hematomas bajo el cuero producto de perdigones de balas de goma y el choque con un vehículo.

"Este grande de acá (señala la panza) seguro se lo hicieron con el cuatri con el que recorren los coreanos el campo", dice Abel mientras Jesús y Chuchín asienten, al unísono, con un "siempre pasa lo mismo".

Abel corre a una curiosa gallina que se acerca al lugar. Foto: Juan Ignacio Blanco/MDZ

Anterior a eso, y mientras tomaban unos mates, Griselda había contado que muchas veces los animales vuelven dañados porque "ingresan al campo de los coreanos".

La faena, en tanto, es ardua, los tres hombres trabajan contrarreloj para hacerse de las provisiones de carne con la que se alimentarán durante un largo tiempo, aunque reconocen que "ya no más vamos a ir prendiendo el fuego para comernos un asado".

Los puesteros viven de la cría de animales en el Secano sanmartiniano. Foto: Juan Ignacio Blanco/MDZ

"¿Sabés hace cuánto que estamos comiendo bife de hígado?", dice Abel. A lo que Chuchín suma "la jefa (por Griselda, su madre) nos tiene hace varios días a bifes", y los tres se ríen.

Llegado el mediodía, Chuchín, Abel y Jesús terminan con la faena y guardan en un gran freezer, abastecido de electricidad gracias a unos paneles solares, la carne que compartirán alrededor de la mesa. 

Las gallinas también son parte del paisaje. Foto: Juan Ignacio Blanco/MDZ

 

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