Historias mínimas de quienes van a las urnas en busca de una esperanza
Este domingo los mendocinos volvieron, una vez más, a las escuelas pero esta vez fue teniendo en sus manos el poder de elegir al próximo presidente.
"Los fiscales están un poco nerviosos, supongo que es por la situación", así describían el panorama que se vivía en la escuela Patricia Mendocinas durante los primeros minutos de la jornada electoral. Mientras tanto, las autoridades de mesa ya tenían todo listo para recibir a los votantes, aunque eran pocas las expectativas ya que "los madrugadores" no suelen superan la docena.
Julián Armani, es uno de ellos y es que debe comenzar su guardia en el cuerpo médico forense por eso se mostraba un poco ansioso a la hora de esperar para poder ingresar al cuarto oscuro. "Entro a las 8 pero me han permitido ingresar unos minutos más tarde para poder votar", confiesa mientras se alista para entregar su documentación a las autoridades de mesa.
Armani asegura que estas elecciones las vive con gran incertidumbre, tanta que ha evaluado irse del país en varias oportunidades. Sin embargo, espera que quien sea electo próximo presidente pueda tomar medidas que mejoren la situación en la que se encuentra argentina. "Son más las ganas de irme que de quedarme", señala apenado.
"Tengo muchas esperanza", dice por su parte Teresa Carmona que, a los 67 años, mantiene la fe en la democracia y espera que alguna de las promesas de campaña se cumplan.
Federico Coccola tiene 69 años y decidió cumplir con una tradición que mantiene desde el retorno de la democracia: votar a primera hora. Así fue que llegó hasta la escuela Patricias Mendocinas a las 8 de la mañana, muy puntual. A pesar de su compromiso, ve la situación del país muy difícil y consideró que la sociedad siente "hartazgo". Sin embargo, él busca con su voto poder brindarle un futuro mejor a sus nietos.
"Es muy triste lo que está pasando. Lo veo mal al país y uno se siente mal. Es un país tan hermoso, con tanta riqueza y que la gente sufra así, es lo que nos tocó", se lamenta Hugo, otro de los votantes madrugadores.
A sus 77 años antes de emitir su voto en la escuela Pío XII se mostró consternado con la realidad que atraviesa el país: "No hay comida. Ojalá que el que entre o la que entre solucione un poco”.