¿Masticar chicle cuenta cómo ejercicio?

¿Masticar chicle cuenta cómo ejercicio?

Siempre tuvimos la duda de si masticando quemamos calorías, los científicos despejan todas nuestras dudas y la respuesta es aún más compleja de lo que creemos.

Candela Orrego

Candela Orrego

Hace miles de años que el hombre camina sobre la tierra y desde entonces, nos preguntamos millones de cosas. Entre ellas, cómo fue que alguien por primera vez se le ocurrió introducirse algo en la boca para comer -sin saber todavía que eso era comer-, y quizás otra pregunta más reciente, de la era de las dietas y el cuidado del físico es: ¿quemamos grasas mientras masticamos? ¿cuánto nos cuesta masticar?

Un estudio publicado en el mes de agosto en la revista Science Advice tiene las respuestas que buscamos. Los científicos descubrieron que masticar aumenta el consumo de energía de nivel básico del cuerpo entre un 10 y 15 por ciento, dependiendo de la rigidez del alimento entre los dientes. 

Un aumento del 10 al 15 por ciento en la tasa metabólica basal -la energía que quema solo para mantener su cuerpo funcionando diariamente-, es algo, pero tampoco es exactamente un entrenamiento.

"Se considera como 'una actividad liviana' similar a escribir, sentarse en un escritorio, usar una computadora o inclusive estar parado", explica Amanda Henry, una de las co-autoras del estudio al medio Inverse. Henry estudia la arqueología de la comida en la Universidad Leiden en Países Bajos.

Es decir, masticar involucra cierto esfuerzo, pero recordemos que no pasamos todo el día masticando. Según los científicos, cada día masticamos menos de una hora, alrededor de 35 minutos o menos. Esto significa que los humanos modernos gastan menos de 1 por ciento de nuestra energía diaria masticando

El poco tiempo que pasamos masticando es lo que nos distingue -entre otras cosas- de los primates. Los orangutanes por ejemplo, pasan 6.6 horas masticando su comida diaria. Incluso otros animales gastan más tiempo. Las vacas pueden masticar durante 8 horas y los pandas pueden pasar 12 horas al día royendo bamboo.

Por qué importa

Como se ve reflejado en la comparación con los primates, la cantidad de energía que gastamos masticando nuestra comida puede decirnos mucho de la evolución del hombre. Al inventar formas de procesar y cocinar la comida, los humanos modernos nos separamos de nuestros parientes animales más cercanos, lo que sugiere que ahorrando ese tiempo en masticar, nos ha permitido desarrollar otras habilidades.

El estudio demuestra cómo nos diferenciamos de nuestros ancestros como los Neandertales. Los arqueólogos han descubierto dientes de homínidos fosilizados de humanos modernos, neandertales y otros pueblos antiguos porque son generalmente la parte del cuerpo que mejor se preserva. A partir de esto, es que los científicos saben que tanto nuestros dientes como la dieta han cambiado.

Saber esto por lo tanto, nos permite entender también la dieta de nuestros antepasados que no cocinaban ni procesaban la comida más que con sus dientes, por ende, gastaban mucho más tiempo masticando. 

Cómo se llevó a cabo el estudio

Nuestro cuerpo "guarda" energía en moléculas como la glucosa y las grasas. La mitocondria usa oxígeno para convertir la grasa y glucosa en energía para usar. Este proceso libera dióxido de carbono, que es lo que exhalamos. 

Los científicos pueden estimar cuánta energía usa nuestro cuerpo midiendo cuánto oxígeno consumimos durante una tarea específica o mientras descansamos. Para hacer esto, Henry y su equipo le pidió a 21 personas que se acuesten con su cabeza adentro de una especie de domo, más bien como una pecera. Mangueras mantenían el oxígeno entrando y el dióxido de carbono saliendo.

Pecera desde donde se midió la entrada y salida de oxígeno. Foto: Amanda Henry

Los participantes del estudio se mantuvieron 45 minutos acostados -con el domo puesto- para saber cuánta energía consume el cuerpo al estar descansando. Después de eso, los participantes masticaron dos tipos chicle sin sabor, uno menos flexible que el otro. Los chicles no tenían sabor porque el sabor estimula la garganta para que se prepare para la comida, lo que podría cambiar en algo el estudio.

"Si hueles o pruebas comida, tu sistema digestivo entre en juego y es un sistema que consume mucha energía", comentó el co.autor del estudio, Adam van Casteren. Casteren investiga biomecánica en la Universidad de Manchester.

Entonces, los investigadores colocaron sensores en la mandíbula de cada participante para medir la fuerza de sus músculos al contraerse. Los científicos afirmaron que la medición con chicle y no con alimento verdadero no es lo ideal; el alimento se rompe y desase en la boca y requiere movimientos de mandíbula distintos, pero es suficiente para hacer una medición estimativa. 

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