Educación

Robos, falta de ventilación y hacinamiento: dos concurridas escuelas del Gran Mendoza en estado de alerta

Dos concurridos colegios del Gran Mendoza atraviesan situaciones extremas que han llevado a sus autoridades a tomar medidas de urgencia. En uno de los casos se ha solicitado poder contar con un nuevo edificio, mientras que en la otra institución la seguidilla de robos obligó a reforzar la seguridad.

Zulema Usach
Zulema Usach jueves, 5 de mayo de 2022 · 20:13 hs
Robos, falta de ventilación y hacinamiento: dos concurridas escuelas del Gran Mendoza en estado de alerta
En la escuela Juan Francisco Cobo hubo robos reiterados. Foto: ALF PONCE MERCADO / MDZ

Desde hace 28 años, la escuela N°4136, Jorge Luis Borges, funciona en una antigua casa alquilada en calle Alberdi al 531 de Ciudad, cuya construcción data de principios del siglo pasado. A lo largo del tiempo y con el pasar de los gobiernos, la institución nunca contó con su propio edificio. De hecho, por estos días, sus autoridades están a la espera de la resolución que confirme la renovación del contrato de alquiler que permitiría continuar dictando clases allí al menos hasta febrero de 2023.

A varios kilómetros de ese establecimiento secundario ubicado a metros de la Terminal de Ómnibus de Mendoza, la realidad es distinta pero no menos compleja. Al menos 350 niños y niñas de nivel inicial y primario asisten a la escuela N°1337 Juan Francisco Cobo, ubicada en el barrio Centro Empleados de Comercio ubicado en Godoy Cruz. Allí, los robos sufridos en pocos días han llevado, a extremar las medidas de seguridad, mientras las autoridades avanzan con gestiones para poder solucionar los problemas que esta situación les trajo aparejados. Que los niños y niñas del establecimiento tengan un solo baño al cual recurrir, ha sido una de las consecuencias más graves, sumado a la amenaza latente que la problemática implica.

En un contexto donde docentes y directivos cargan con un peso extra a la hora de dedicarse solamente a las cuestiones pedagógicas, ambas situaciones son ejemplo de aquellas realidades urgentes y de fondo que necesitan ser abordadas,

El hacinamiento exige un nuevo edificio

En el caso de la escuela Jorge Luis Borges, un abanico de situaciones engorrosas y complejas se plantean tanto para los educadores como para directivos y personal de apoyo que allí asiste en los turnos mañana y tarde.

En total, son 700 alumnos para solo siete aulas con espacios extremadamente reducidos. Desde el ingreso al colegio, la fachada da cuenta de la antigua estructura cuya arquitectura coincide con el estilo de casonas de principios de 1900. Al ingresar, las grietas en las paredes y la humedad en el techo da cuenta del deterioro causado por el paso de los años y el alto impacto en la estructura. "Después de 28 años de existencia, la escuela Jorge Luis Borges necesita un edificio propio. ¿Hasta cuándo vamos a esperar?", dice textual un cartel en la sala de profesores; el primero de los ambientes que a pesar de su pequeñez es el lugar donde se recibe a quienes van llegando; pero que además es también es la salida y el escenario donde los docentes se reúnen. 

En el ingreso al colegio de calle Alberdi, un cartel describe la realidad de la comunidad educativa

En cada tramo de esta casa "adaptada" a escuela, el espacio se cuenta de a centímetros y cada lugar por lo general tiene más de una función. Los chicos están hacinados y los docentes, agotados como consecuencia de las condiciones en que deben ir a dar clases. "Lo que ocurre es que este lugar no fue pensado para una escuela; es una casona y por lo tanto los espacios han quedado reducidos al extremo. Pero además hay muchos problemas en los que pedimos la intervención del área de Infraestructura Escolar", comenta la regente Liliana Rodríguez. Al ingresar por el angosto pasillo que comunica la sala de ingreso con el patio, la falta de espacio se hace evidente. A uno y otro lado, en las pequeñas aulas que en algún momento fueron habitaciones, chicos y chicas atienden a la clase y se disponen a salir unos minutos. Es la hora del recreo.

Cuando cada baldosa cuenta

Mientras algunos charlan en grupos y otros conversan en las aulas antes de volver a clases, los problemas saltan a la vista. "Si yo quiero prender la luz del pasillo, entonces es posible que se corte la luz de toda la escuela", ejemplifica Liliana y coincide con la directora de esta escuela, Patricia Zingaretti. "Desde Infraestructura Escolar nos han dicho que el edificio está en condiciones óptimas, pero tenemos filtraciones en los techos y otros inconvenientes, entre los cuales el espacio extremadamente reducido es uno de los principales; por eso lo que estamos pidiendo es que se nos traslade a un edificio más óptimo y adecuado para poder recibir a los estudiantes", explica Patricia.

La sala de lecturas adaptada en este colegio, funciona en un espacio por demás reducido

En cada uno de los espacios, aseguran las autoridades, ha sido necesario ajustar al máximo todo. Cada elemento, el mobiliario y las mesas, deben ser adaptadas a un tamaño "mini". La biblioteca y la sala de lectura que se creó gracias al esfuerzo y el compromiso de Beatriz Fourcade (la bibliotecaria a cargo) son claros ejemplos. "Construimos este espacio desde cero y porque los chicos necesitan una sala de lectura. Todo se hace con los recursos mínimos que tenemos", detalla Beatriz. Detrás suyo, a los costados y en cada rincón de este espacio, los libros están metódicamente ordenados sobre tablas que de a tramos están dobladas del peso. "Acá en esta salita pintamos todo nosotros y pusimos estas estanterías; pero todo es más complicado porque en realidad la construcción no resisten muchas intervenciones", explica Beatriz al mostrar cada pequeño logro que van teniendo pese a las dificultades.

Con mobiliario roto y sin ventilación

El agua, la calefacción, las cañerías y el mobiliario son otros inconvenientes con los que la comunidad educativa de esta escuela vive de manera casi corriente. Esta vez, hablan los estudiantes: "Nos faltan bancos y sillas; los que tenemos están todos doblados, la ventilación es nula y no funcionan las estufas. Internet tenemos muy cada tanto", recalca Camila, de cuarto año junto a sus amigas, Celena (17), Ángeles (16) Verónica (17) y Sofía (16).

Los estudiantes reciben clases en aulas extremadamente pequeñas 

"Lo que nos gustaría es poder ir a una escuela más adecuada y adaptada a nuestra necesidades y la de los profesores. Acá es muy difícil todo porque no hay lugar para nada y la construcción es muy antigua", comenta una de las chicas. Todas coinciden en que sería muy bueno que si se da lugar al pedido (que hoy los padres y docentes elevaron ante las autoridades de la Dirección General de Escuelas), sea posible asistir a una escuela que esté ubicada en la misma zona. Al estar ubicada a una cuadra de la Terminal, la llegada al colegio es más accesible. Los alumnos llegan de hecho, desde todos los rincones del Gran Mendoza.

Inodoros, una olla y el radiograbador: el motín de los ladrones

En la escuela primaria Juan Francisco Cobo, de Godoy Cruz, los carteles en la puerta anuncian la grave situación por la que atraviesa la comunidad educativa. "Nos robaron" aparece escrito en fibra junto a una lista que explica los materiales sustraídos: cuatro inodoros, una olla de té y un radiograbador. Lejos de pasar inadvertidos los dos robos sufridos en un breve lapso ha generado una gran preocupación entre las autoridades y docentes, que por estos días están trabajando para lograr que la zona del jardín de infantes (por donde se deduce que ingresaron los ladrones), cuente con rejas más adecuadas para evitar posibles nuevos robos.

A la escuela Juan Francisco Cobo asisten pequeños desde los cinco años. La inseguridad preocupa a las autoridades

Cuenta la vicedirectora Adriana Burgos que ni bien sucedió el robo de los dos primeros inodoros, desde la escuela denunciaron el hecho al 911 y en la Comisaría N°50. Luego el trámite continuó su marcha en la Fiscalía N°40 del Barrio La Estanzuela. "El dos de mayo cuando llegamos al colegio nos dimos cuenta de que habían ingresado nuevamente  nos robaron inodoros más; la olla y el radiograbador", cuenta Adriana y detalla que por esta razón hoy los chicos han tenido que compartir el baño de con los más pequeños de la escuela.

"Nosotros estamos siempre trabajando para darles lo mejor que podemos acá en la escuela porque sabemos que en sus casas no siempre la pasan bien ni tienen las comodidades suficientes", cuenta la vice que junto a las docentes y la directora dedica su vida a planificar nuevas y mejores maneras de enseñar en contextos de pobreza. "Queremos brindarles un mejor espacio y con estos hechos lamentables, todo es más complejo", dice la mujer y destaca que la última amenaza a la seguridad en la escuela ocurrió hace dos días, cuando gracias al aviso de la familia que cuida el colegio desde una casa cercana advirtieron cuando dos hombres estaban en el interior del patio. 

 

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