Mil y un relatos

Agotados, estresados y ¿después?

Si bien cada año tiene su particularidad, el que acabamos de despedir –en una suerte de continuado con 2020- no fue sencillo y las perspectivas que el 2022 abre no prometen demasiado. ¿Qué decisión tomaremos cuando la pelota esté de nuestro lado?

Diana Chiani
Diana Chiani sábado, 1 de enero de 2022 · 09:57 hs
Agotados, estresados y ¿después?
Foto: GETTY IMAGES

Llegamos agotados y estresados a los últimos días del año y al primero de 2022 que, con la inauguración de una tercera ola de covid y la perspectiva de comenzar a transitar un tercer año de pandemia, nos pone difícil la tradición de iniciar con alegría y perspectivas renovadas la inauguración de otro primero de enero.

Entre las palabras -que crean emociones y hasta tienen impacto en nuestro estado físico- que más he escuchado y dicho en las últimas semanas están el cansancio, incertidumbre, hartazgo, miedo, enojo y otras similares en las que reverbera una suerte de desgano de fondo o la tan temida desesperanza, con el modo en que eso tiñe nuestros días (y noches).

En medio de ese clima enrarecido, a muchos el 24 y el 31 nos cayó sin que nos diéramos cuenta –con las corridas del caso-. Sin embargo, como en una suerte de universo paralelo, nos deseamos felicidades, salud, amor y paz mientras las redes se plagaban de frases de aliento, comienzos, recomienzos, agradecimientos y palabras que en algún punto reconfortan.

Me pregunto si somos incoherentes o si, por el contrario, buscamos en estos espacios una suerte de luz en el camino, una palabra que nos guíe o sostenga, una manera de salir del aletargamiento que el calor, la humedad y algunas noticias parecieran profundizar.

Algunas cosas antes de continuar, que ya se han dicho en este espacio, pero vale la pena repetir. La primera es no demorar la visita a un psicólogo o al terapeuta adecuado si sentimos que nuestro desánimo viene desde hace tiempo y no tiene que ver con el desgano coyuntural de la fecha o si no encontramos la manera de deshacernos de aquello que nos pesa.

La segunda es que las palabras, las conversaciones, la escritura y hasta la lectura de frases inspiradoras pueden funcionar como motores o disparadores en esto de buscar –o encontrar de casualidad- algo que nos sirva de linterna, guía o nueva parada en el camino.

Sin embargo, una vez que conseguimos dar con ella, no se trata solo de pensar en positivo o repetir la frase como un mantra vacío aunque esto, a mi juicio, es preferible a redundar en cosas que nos lastiman o nos hacen mal.

Así, encontrar la palabra o la perspectiva que nos sume o sirva de sostén en momentos de agotamiento, pandemia y perspectivas económicas poco alentadoras, puede parecer imposible y, de hecho, muchas veces lo es. ¿Podemos castigarnos por ello o pensar, como tantas veces lo hacemos, que hemos fracasado?

¿Cuánto nos deshumanizamos al pretender no tener miedo o inseguridad? ¿Con qué sentido nos exigimos una templanza digna de modelos para armar que no existen en la realidad? Y en ese movimiento nos damos un doble castigo: no solo estamos preocupados o angustiados por algo sino que creemos no estar a la altura para gestionar nuestras emociones o, al menos, ignorarlas.

Y aunque forcemos la sonrisa, sabemos que algo no anda bien. La noticia es que no se irá hasta que le hagamos frente y podamos ser honestos con nuestros sentimientos. ¿Qué elegimos hacer después de registrar nuestro cansancio, estrés o lo que sea? Es que si no nos damos cuenta de lo que nos pasa, no podemos hacer mucho al respecto.

Porque eso sí, la pelota siempre está de nuestro lado y -aunque no podemos negar el impacto que la economía, la pandemia y lo que sea que nos aqueje tiene en nosotros- es cada uno el que tiene el poder de hacer algo. Aunque eso implique pedir ayuda para hacer pie en las palabras que nuestro interior atesora y que, pese a perder de vista cada tanto, son las únicas que podrán sostener de verdad nuestros desvelos.

Las mismas pueden aparecer en momentos en que hacemos eso que “nos hace bien”, “nos quedamos cerca de quienes nos quieren como somos” o conectamos con el momento en el que “nos brillan los ojos”. Son frases que he leído por ahí y tomé porque tienen que ver con poder –como dice la canción del gran Pedro Aznar- “oír a nuestro corazón” para que “en nuestra copa no se amargue el sabor”.

Por Diana Chiani. Comunicadora, editora y Coach Ontológico Profesional  (@milyunrelatos, www.milyunrelatos.com)

Archivado en