Presencialidad escolar

El pediatra que explica la importancia de la presencialidad en las escuelas a pesar del coronavirus

"Si nos sentamos a esperar que el riesgo se acerque a cero, el daño educativo a generaciones de niños y adolescentes será inmenso", dice el profesional en la columna de opinión que escribe a continuación, en la que justifica su pensamiento a favor de la apertura de las escuelas.

Juan Manuel Gamboa lunes, 1 de marzo de 2021 · 13:30 hs
El pediatra que explica la importancia de la presencialidad en las escuelas a pesar del coronavirus
Regreso a clases. Foto: Alf Ponce/MDZ

A propósito del comienzo de las clases "de la forma posible y no la ideal", luego de prácticamente un año en el que los chicos se quedaron en casa y se educaron en forma dispar, un médico mendocino reflexiona sobre la importancia de sostener la presencialidad en las aulas. A continuación, su columna: 

Soy médico pediatra, padre de familia y docente ad honorem de la UNCuyo. Mi preocupación por la calidad educativa es personal y profesional. Si solo medimos la problemática desde el aspecto infecto-contagioso, la educación presencial se verá muy comprometida, y con ello el futuro de nuestro país.

Trabajé gran parte del 2020 atendiendo distintas patologías incluido pacientes con Covid-19. Con las medidas de protección personal no he sido infectado. Desde ese lugar me atrevo a escribir la siguiente reflexión. Gran parte de esta redacción se basa en el documento conjunto de posicionamiento para la vuelta a las escuelas de la Sociedad Argentina de Pediatría presentado en octubre del 2020.

Vuelta a Clases

Es indiscutible que la escuela es fundamental para el desarrollo y el bienestar de las niñas, niños y adolescentes, no sólo para la adquisición de conocimientos sino también para el fortalecimiento de aspectos emocionales y sociales, el cuidado de aspectos nutricionales, de la salud y la realización de la actividad física. La escuela es también un sitio seguro para los niños, niñas y adolescentes mientras sus padres trabajan, contribuyendo así a la actividad económica de la sociedad y es claramente una herramienta de equidad social indispensable particularmente para los grupos sociales más vulnerables.

El cierre de las escuelas en el contexto de la pandemia debe reconocerse como un factor que marcó claramente disparidades sociales. Para hacer frente a estas desigualdades, es necesario que las autoridades asignen recursos y diseñen estrategias dirigidas a garantizar un acceso equitativo a la educación para todos los niños, niñas y adolescentes del país.  Es deber de cada jurisdicción contar con un plan de revisión y adecuación de las instalaciones, mejoras para el adecuado acceso al agua para higiene personal y limpieza, el funcionamiento de baños y ventilación de ambientes, así como otras acciones a fin de garantizar el cumplimiento de las medidas esenciales de seguridad, higiene y salud.

De aquí surge la primera pregunta ¿cuáles son las acciones que se tomaron en el 2020 para restablecer la equidad educativa? Por qué razón en la misma provincia de Mendoza existen escuelas con cursado completo, otras con un 50% de asistencia y otras que han programado menos de un 20% de actividad asistencial.

Los datos publicados hasta ahora no señalan que la población pediátrica sea el gran transmisor de la infección viral. De hecho, 8 de cada 10 niños contraen la enfermedad a través de sus convivientes mayores.

El 80 a 90% de los niños presentan cuadros leves o asintomáticos. En general los niños tienen una evolución clínica favorable y se recuperan en 1 o 2 semanas desde el comienzo de la enfermedad.

Aunque los niños y adolescentes desempeñan un papel importante en la amplificación de los brotes de influenza, hasta la fecha, este NO parece ser el caso del SARS-CoV-2 (COVID19). Existe gran controversia en relación a la posibilidad de transmisión por parte de los niños, por lo que no se los debería considerar como “grandes transmisores” ya que la carga viral dependería del cuadro clínico y no de la edad.

La evidencia actual indica que los niños y adolescentes pueden infectarse y es menos probable que presenten síntomas y tienen menos probabilidades de desarrollar una enfermedad grave como resultado de la infección por SARS-CoV-2(COVID19).

Es fundamental que las escuelas abran de la forma más segura y rápida posible para reanudar las clases presenciales.
La transmisión del SARS-CoV-2 en las escuelas puede reflejar la transmisión en la comunidad circundante. Las experiencias tanto a nivel nacional como internacional han demostrado que incluso cuando una escuela coordina, planifica y se prepara cuidadosamente para la reapertura, es muy posible que se registren casos de COVID-19. Esperar que se registren uno o más casos de COVID-19 en las escuelas y planificar en consecuencia puede ayudar a responder inmediatamente para mitigar el impacto y permitir que la escuela permanezca abierta para seguir dictando clases presenciales, si corresponde. Cuando las estrategias de mitigación se implementan de manera constante y correcta, el riesgo de propagación dentro del entorno escolar y en la comunidad circundante disminuye.

Si después de aplicar los indicadores principales de transmisión del COVID-19, una escuela presenta un riesgo de transmisión "medio", "alto" o "más alto", no significa que la escuela no pueda reabrir para reanudar las clases presenciales, sino que el riesgo de introducción y posterior transmisión del SARSCoV-2 es más elevado, y que la escuela debería considerar modelos de enseñanza alternativos (p. ej., una combinación de clases presenciales y virtuales, también conocido como modelo de educación híbrido, o solo clases virtuales).

De manera similar, si una escuela cumple todos los indicadores principales y muchos de los indicadores secundarios, es igualmente posible que se registren uno o más casos de COVID-19 entre los estudiantes, maestros, administradores y otros miembros del personal. Como resultado, estar dentro de la categoría de riesgo de transmisión "bajo" o "más bajo" no significa que la escuela debe relajar su acatamiento a las medidas de mitigación. Los funcionarios deberán monitorear frecuentemente estos indicadores y ajustarlos según sea necesario.

Independientemente del nivel de riesgo, y según lo determinado por los indicadores, es fundamental que las escuelas implementen múltiples estrategias de mitigación, entre ellas el uso correcto y constante de mascarillas, el acatamiento del distanciamiento social en la medida de lo posible, la higiene respiratoria y de manos, la desinfección y limpieza y el rastreo de contactos para ayudar a prevenir la propagación del SARS-CoV-2.

Es indudable que con la llegada del otoño aumenta de forma natural la circulación de virus respiratorios, y entre ellos el SARS-CoV-2. Pretender que no suceda es equivalente a pretender evitar la caída de las hojas de los árboles.

Si nos sentamos a esperar que el riesgo se acerque a cero, el daño educativo a generaciones de niños y adolescentes será inmenso. He escuchado numerosas veces en medios de comunicación el concepto cuando la circulación viral se termine. Es un TREMENDO ERROR pensar que se va a terminar en un futuro cercano. El SARS-CoV-2 llegó a engrosar una larga lista de virus circulantes que afectan al ser humano. No hay ninguna certeza de que algún día lleguemos a erradicarlo. Probablemente, logremos disminuir la circulación con la inmunidad natural que deja la enfermedad, más la vacunación universal, pero los tiempos no serán cortos.

Debemos considerar que en la situación actual las políticas de covid-19 tienen como objetivo disminuir, el riesgo de enfermar. Ninguna acción o conjunto de acciones eliminará por completo el riesgo de transmisión del sars-cov-2.

Juan Manuel Gamboa

Médico Pediatra

Mat. Prov. 8823

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