Vivir con Alzheimer

La historia del famoso pintor que representó su propio Alzheimer

Las capacidades cognitivas que sustentan nuestras habilidades pueden perderse a causa de una enfermedad. Te contamos la historia de William Utermohlen, un pintor que, a causa de la Enfermedad de Alzheimer, perdió una herramienta importante.

Cecilia Ortiz viernes, 7 de agosto de 2020 · 07:00 hs
La historia del famoso pintor que representó su propio Alzheimer
William Utermohlen, por sí mismo.

“Esto te va a interesar”, me dijo Rodrigo Santamarina, médico neurólogo, inquieto y sensible, pasándome un artículo. Uno de los aspectos positivos del trabajo en equipo es que se comparten experiencias y uno aprende.

“En casa de herrero, cuchillo de palo”, dice un refrán. Mi memoria lo recuperó y lo trajo a mi conciencia a medida que iba leyendo, y me llevó a meditar acerca de cuán irónicos y caprichosos son los vaivenes de esta vida, que nos hurtan capacidades que alguna vez nos destacaron.

William Utermohlen nació en Filadelfia en el año 1933. Estudió arte en la Academia de Bellas Artes de Pensilvania y en la Escuela de Arte Ruskin de Oxford. 

Los temas de sus obras giran en torno a temas mitológicos, cantos inspirados en el infierno de Dante, figuras del folklore de Filadelfia y la guerra de Vietnam. Fue sumamente reconocido en su época, recibiendo reconocimientos y premios.

Cuando cumplió 61 años, su esposa decidió consultar a un especialista, porque hacía tiempo que notaba cambios significativos en las conductas de William, pero sobre todo, en su obra. 

Luego de estudios, evaluaciones neuropsicológicas y análisis, llegó la sentencia: enfermedad de Alzheimer en estadío leve, es decir, fase inicial. Esta enfermedad es degenerativa, progresiva, sin cura, y conduce a demencia, es decir, a pérdida de la capacidad de autovalerse y de funcionar cognitivamente de manera eficaz.

William decidió, a partir de ese momento, realizar una serie de autorretratos que mostraran cómo iba viviendo cada etapa de su enfermedad. El primer cuadro de esta serie, “Blue Skies” (1995) lo muestra sentado de perfil ante una mesa, con un vaso en mano, mirando a la nada. Su postura corporal dice bastante: encorvado, tomado del borde de la mesa, como si se hubiera dado por vencido.

Su intención, muy probablemente, ligada a lo emocional, sirvió para que los neuropsicólogos pudieran evaluar cómo se va desintegrando la capacidad perceptiva, la interpretación del espacio y la pérdida de la tridimensionalidad a través de las diferentes etapas de la enfermedad. Sin quererlo, logró enseñar mucho más de lo que se propuso.

William, de joven.

En los primeros cuadros de la serie, puede verse que aún conserva la gestalt, el equilibrio entre las tres dimensiones, las proporciones, la relación figura-fondo, las expresiones faciales y los detalles de las posturas.

A medida que la enfermedad fue avanzando, puede verse que los trazos se van haciendo más torpes, el fondo va desapareciendo dejando sólo la figuras, la tridimensión se pierde; entonces sus obras aparecen como aplastadas en la hoja. Los rostros se van desdibujando, olvidando sus características propias y las proporciones van tomando aspecto “grotesco”.

De hecho, en sus últimos dos trabajos no puede reconocerse su rostro, que se pierde como en una masa amorfa delineada por el lápiz. 

En sus obras pueden apreciarse rasgos de emociones como miedo e ira, y vivencias como desamparo y desilusión. 

Los científicos han podido correlacionar estas fallas con lo que ocurre en el cerebro de un paciente con enfermedad de Alzheimer. Luego del síntoma característico de pérdida de memoria, el avance del deterioro genera dificultad para organizar los perceptos en un todo con significado, para traducir las ideas en movimientos armónicos dirigidos a un fin determinado, para organizar la actividad; se pierde la capacidad de abstracción, por lo que no se conciben las tres dimensiones y, progresivamente, avanza la dificultad para reconocer objetos, nombrarlos y utilizarlos adecuadamente.

El Dr. Santamarina nos explica que las mencionadas alteraciones responden al deterioro que paulatinamente avanza sobre las áreas corticales del cerebro: temporal, parietal, frontal y occipital.

Es muy probable que William al verse no se haya reconocido, intentado dibujar a quien él creía que era otro.

En el año 2004 su esposa ya no pudo garantizarle los cuidados necesarios y decidió internarlo en una residencia para ancianos. Murió en 2007.

“Esta enfermedad altera la interacción del individuo con su entorno, afectando su familia y la sociedad que lo rodea”, resume Santamarina.

El pintor que retrató la desidia de su propio olvido nos ayudó a entender los olvidos de los demás, a comprender que la desintegración de una imagen impone como experiencia una desintegración del mundo. Y esto genera angustia, miedo, dolor.

El pintor que perdió su perspectiva, nos permitió poner en perspectiva el dolor por la pérdida de la razón.

Lic. Cecilia C. Ortiz / Neuropsicóloga /licceciortizm@gmail.com

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