Omar De Marchi, la esperanza en marcha
<b>ESPACIO COMERCIAL. </b>El hombre justo para el momento justo. Cambia, Mendoza.
Hay dos clases de líderes. Los que sin explicaciones ni méritos llegan a la
cima. Y los que decidieron bailar hasta con la más fea para probarse que nada
en la vida es simplemente suerte.
Omar De Marchi representa a esta última raza: la de los perseverantes,
aquellos que asumen el legado con responsabilidad, con vocación
transformadora. En el baile de la vida, De Marchi siempre está. Por
conversación, por bailarín agraciado o por puro magnetismo. Y si debe bailar
solo, como lo ha hecho, sabe que apenas es una fase para intentarlo con la
más linda, en poco tiempo.
La política tradicional ha debido esforzarse para entender una lógica que
escapa a los arreglos entre pocos. Y, aún así, el candidato con más
posibilidades de ganar las primarias, ha sabido interpretar la necesidad
imperiosa de sumar desarrollo en una Mendoza perdida en administradores
que no vislumbran el bosque, encandilados por el árbol.
Omar De Marchi es el candidato más preparado para asumir la nueva etapa de
Mendoza.
Es una opinión generalizada. En Guaymallén, San Rafael, Tunuyán. En los
centros urbanos, en zonas rurales, en el último pueblo de Malargue, Lavalle o
La Paz. En sus cientos de encuentros ha sabido oír más que hablar.
Comprender más que juzgar. Es el hombre justo para el momento justo.
Mendoza ha carecido en los últimos años de líderes que pueda adaptarse, tan rápido y bien, al signo de los tiempos. Han pasado malos gobernantes, otros buenos, varios más o menos, incluso, pero ninguno ha podido devolver la cultura que nos ha hecho diferentes en el país a lo largo de décadas.
Omar De Marchi está dispuesto a que Mendoza vuelva a brillar. El brillo real de
hacer de un desierto un prodigio. Nada de publicidades ni campañas que duran
lo que una pluma en un Zonda. Pretende un brillo que anida en cada hombre y
mujer que siente a Mendoza. Aquello que hay que sacar, a pesar de tantas
frustraciones y desilusión.
El Omar, así como lo llaman en Alvear o en Rivadavia, o en su entrañable
Luján, tiene un plan para que Mendoza recupere su brillo y deslumbre con
nuevos talentos. Confía en el gen mendocino: trabajo, eficacia, perseverancia e
innovación.
“Mi pasión por Mendoza no es la de un ingenuo o un fanático. Conozco cada
rincón, cada pueblo, todas las ciudades. Hace años que estoy metido en este
baile. Mendoza es una fábrica de futuro. Y los mendocinos somos quienes
mejor lo sabemos. Es tiempo y es ahora”, dice.
A De Marchi le gusta el baile. Y nada detendrá la próxima música de Mendoza:
crecer, crecer y crecer.