Caso Próvolo

Entrevista a la monja Kumiko: "Todas las acusaciones son falsas y han sido manipuladas"

La religiosa acusada de ser partícipe de los abusos ocurridos en el Instituto Próvolo de Luján rompió el silencio desde la institución religiosa donde se encuentra cumpliendo su arresto domiciliario. Se "desmarcó" de los curas Corbacho y Corradi, apuntó contra los intérpretes de señas y anticipó que tiene pruebas para demostrar su inocencia en el juicio que se avecina.

jueves, 6 de junio de 2019 · 09:15 hs

La monja Kosaka Kumiko está tranquila. Asegura ser inocente y aguarda el juicio que la tendrá sentada en el banquillo de los acusados para “limpiar su nombre”. “Estoy muy dolida; todas las acusaciones son falsas y han sido manipuladas”, asegura tajante desde la institución religiosa donde cumple arresto domiciliario por las acusaciones de ser partícipe de los abusos contra chicos hipoacúsicos ocurridos durante años en el Instituto Próvolo de Luján de Cuyo.

“Cada día que pasa me levanto y me pregunto por qué a mí. Habían pasado cinco años desde que me fui del Próvolo y guardaba recuerdos hermosos de mi paso por ahí. Estuve al servicio de estos chicos durante 8 años. Que salgan diciendo tanto tiempo después que soy la monja mala y esas cosas no me entra en la cabeza”, se lamenta vía Skype en la primera entrevista que concede desde que estallaron las denuncias en su contra, a fines de 2016.

Kumiko se muestra reticente a la hora de hablar de los otros involucrados en la causa, especialmente al referirse a los curas Horacio Corbacho y Nicola Corradi, de quienes se intenta "desmarcar". “Casi no tenía trato con ellos. El contacto era mínimo y por cuestiones de trabajo. Nos veíamos poco y nada porque el ámbito de trabajo de cada uno era distinto. Las hermanas nos ocupábamos las 24 horas de las niñas y no teníamos tiempo de estar con otras personas”, se defiende.

Entre los hechos que se le atribuyen, Kumiko está acusada de encubrir a Corbacho colocándole un pañal a una alumna del Próvolo que sangraba tras ser presuntamente abusada por el cura. Además, la acusan de no informar sobre los abusos y de “entregar” a los chicos más vulnerables para que sean abusados por el sacerdote.

“Los testimonios están manipulados”, insiste la monja, quien anticipa que tiene pruebas de su inocencia que “presentará en su debido momento”. La defensa de Kumiko -a cargo de Carlos Varela Álvarez- apunta directamente contra los intérpretes de lenguaje de señas que intervinieron en la instrucción, asegurando que manipularon los testimonios de las víctimas a la hora de construir su acusación. “Por medio de Adajus (Programa Nacional de Asistencia a las Personas con Discapacidad en sus relaciones con la Administración de Justicia) hemos comprobado que hay una mala interpretación y una manipulación del mensaje”, sostiene la eclesiástica.

Sin embargo, Kumiko no niega la posibilidad de que los chicos del Próvolo hayan sido abusados, pero asegura que ella “no sabía nada” y se niega a hablar del resto de los imputados en la causa. “A los chicos les diría que lamento todo esto que nos toca vivir. Así como ellos son víctimas, yo también soy víctima de todo esto junto con ellos”, fija su postura.

Con respecto al futuro juicio que la tendrá sentada en el banquillo de los acusados, Kumiko asegura que espera ser juzgada por “un juez que no le tema a la verdad y que sea imparcial” y agrega que tiene la esperanza de que “se aclaren los hechos y se enmiende todo el daño que me han hecho”.

“Es llamativo todo esto porque conversábamos con los padres y nunca nos manifestaron nada”, reitera Kumiko, y completa: “Todos los abusos deben ser investigados, tanto dentro como fuera de la Iglesia, pero todos tenemos el principio de inocencia hasta que se demuestre lo contrario”.

Por último, la religiosa asegura que ha tenido sus crisis de fe, pero que sigue creyendo a pesar de todo lo ocurrido. “Cuento con acompañamiento psicológico porque no puedo sobrellevar todo este peso sola. Además, tengo el apoyo de mi congregación, que me está acogiendo con valentía a pesar de la fantasía morbosa que mucha gente quiere creer. Mis padres fallecieron, pero tengo hermanos que me han venido a visitar", subraya Kumiko.

"No quiero pensar en el futuro porque me da angustia. No sé si me van a condenar o liberar, así que trato de vivir el presente haciendo lo mejor que puedo”, cierra la monja, quien aguarda expectante el comienzo del juicio en el que espera poder “limpiar su nombre”.

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