Pobreza

Frío, el backstage de la otra postal de la nevada

Una foto y las palabras que intentan juntar valor para equiparar al peso de la imagen. Y la posibilidad -reivindicada- de contar algo sin necesidad de buscar culpables, sino para saber, comprender, ponernos en el lugar del otro sin descalificarlo.

jueves, 23 de mayo de 2019 · 14:20 hs

Quien no haya tenido jamás que tener que calefaccionar una casa repleta de agujeros y con leña o cualquier otro recurso inflamable a mano, posiblemente no comprenda la dimensión del desafío. Puede o no importarle al promedio de la población que uno o 100 mil vivan esa situación, aquí no buscamos sensibilizar a nadie por la fuerza. Pero cuando el frío es mucho y la plata es poca -posiblemente más que cuando lo que abunda es el calor- hacerle frente es una tarea monumental, que se puede argumentar desde la comodidad del café céntrico o de la calefacción central, pero probablemente no se comprenda en su real tamaño. Por ello, a veces es necesario explicarlo, porque la nieve, el frío y su glamour tienen una situación que corre en paralelo: la desgracia de sobrevivir al clima y empezar el día igual que el resto, como si nada.

Para empezar, hay que saber que hay que tener qué quemar a mano bien temprano en la mañana. Ya sea para encender un brasero o una estufa al solo fin de generar calor o bien,para calentar el agua, ya sea para asearse o desayunar algo caliente. Si no se ha juntado ese material (que puede ser leña o basura, y de allí los hedores de los que muchas veces nos quejamos en las áreas urbanas) hay que buscarlo aun a oscuras y con temperaturas que juegan al subibaja con el 0.

Antes de este momento en que una llama ilumine una habitación es otra historia: diarios, trapos, ropa y hasta perros pasan a ocupar el lugar encima de quienes intentan que el sueño resulte reparador, y no un momento dramático más. Es cierto que el Estado ayuda a estas personas con elementos, lo comprobamos en más de una oportunidad. Pero aquí no es cuestión de hallar a un culpable, sino de describir el backstage de la "otra postal". (Algunos aprovecharán para criticar a este gobierno o al anterior; para decir que "les gusta vivir así" o a sugerir soluciones que sí encuentran familias que han crecido en medio de otro sistema de oportunidades; alguno empezará aquí una campaña para conseguir llevarles más ayuda y otro le refutará diciendo que "hay que enseñarles a pescar y no darles el pescado").

Humo que sale de las viviendas de un asentamiento, a las 8 de la mañana.

La cuestión a relatar pasa por el esfuerzo desigual de unos y otros y, si es que seguimos con la idea de nuestra formación cultural de sacarle moralejas a todo, digamos entonces que hay muchos que se quejan de todo desde su confortable lugar y hacen llamadas a los medios buscando un efecto dominó en favor de su posición, creyéndose -probablemente- líder efímero de algún movimiento caritativo, mientras otros duermen con frío, se levantan con frío, solo conocen los desayunos abundantes por haberlos visto en la tele, esperan el micro con frío y van a la escuela o salen a ganarse el pan, con frío. Tal vez movidos con la esperanza no de volver a casa -como nos pasa a los que estamos leyendo el diario en el celular o en la compu, ahora mismo- sino irse de ese lugar que es hogar pero que mal podríamos llamarle casa, en alguno de los asentamientos que todavía quedan. 

La imagen de la foto que preside esta nota es la de un hombre que, a la hora del amanecer, ayer, en forma coincidente con la temperatura más baja, se echa al hombro una garrafa de gas, vacía, rumbo al lugar en que le venderán -al contado o "al fiado"- una que esté llena y así podrá demostrar un pequeño logro en su contexto: no tener que prender leña, al menos, en la madrugada, cuando es difícil encontrar palitos a mano y más cuando otros cientos están en la misma búsqueda.

Ya en la escuela, imaginemos la situación (sobre todo aquellos que no la han vivido) se verán igualados, con un baño y no una letrina improvisada, con calor sin humareda y con gente con la cual cultivar esa red salvadora para muchos grupos humanos con diferentes historias familiares que se llama "amistad".

¿Cómo frenar el frío?

Después de contar esto, valga hacernos las preguntas que queramos, sin descalificar a nadie. Hay una vieja frase que hemos usado en otras columnas aquí mismo dice que "la clase media es esa gente que todas las mañanas se queja delo que todavía no tiene, tomándose un café en el centro junto a otros que le siguen el juego y comparan qué tienen y qué quieren tener". Tal vez sirva de disparador, ya que siempre estamos tentados a opinar de los otros.