Castro Santander: "Somos responsables de la pérdida de autoridad del docente"

"Lo primero que hay que destacar es que nos hemos animado a hablar de Educación, y ponen el tema sobre el tapete. Creemos que es un tema que todo Estado tiene presente y muchas veces no es así. Los argentinos somos, además, un poco hipócritas con respecto a este tema", comienza diciendo el pedagogo, escritor y experto en Educación Alejandro Castro Santander, que visitó el programa "No será mucho" de MDZ Radio a propósito de uno de los temas candentes de la actualidad mendocina: la violencia y la difícil convivencia escolar entre docentes y alumnos.
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Alejandro es Director General del Observatorio de la Convivencia Escolar Argentina en la Universidad Católica Argentina, es miembro del Consejo de Directores en el Observatorio Internacional de Violencia Escolar y tiene una cátedra en la UNESCO de Juventud Educación y Sociedad, en laUniversidade Católica de Brasília - UCB.
Distendido, el especialista se trenzó en una interesante charla:
- ¿Por qué las notas periodísticas en las que se toca el tema de la calidad educativa y de la preocupación por el fracaso escolar o la desidia del alumno tienen tantas lecturas y ranquean como las más leídas?
- Es interesante. Hay que tratar de ubicar las temperaturas sociales con respecto a este tópico. Lo que más vemos es gente haciendo catarsis. Gente que manifiesta la bronca que tiene, y se plasma además la opinión generalizada de lo que llamamos “la mala educación”.
En todos los estudios internacionales, sobre todo en los últimos tiempos, cuando se analiza calidad de los procesos educativos a través de evaluaciones internacionales muy importantes, como la PISA, a la Argentina no le ha ido bien: estamos penúltimos en toda Latinoamérica.
Hay que aclarar que estas pruebas no las concibe uno, sino que intervienen todos los técnicos de los distintos países, y se elabora la misma evaluación.
El hecho es que, en los últimos años, cuando se empezó a hablar de cuáles eran los otros elementos que intervenían en la calidad educativa del alumno además del estudio, por supuesto apareció como importante el tema de la capacitación de docentes y directivos, la inclusión de las nuevas tecnologías, la participación de la familia y el ítem presupuestario.
Sin embargo, al desagregar todos los datos y ver cuál era el más importante, se descubrió que la calidad de la convivencia en la escuela, y entre docente y alumno, era fundamental. Luego de llegar a esta conclusión, se empezó a medir este índice de la convivencia.
- ¿Qué se quiere decir cuando se habla de “tener una buena convivencia”? ¿Hablamos de un entendimiento entre los padres y los maestros? ¿De los directivos con los maestros? ¿De los maestros y los chicos? ¿Qué pasa con la violencia en el aula?
- Primero te comento algunas estadísticas interesantes: cuando uno habla en general del tema Educación, los argentinos tenemos esta idea de que la educación es mala, por lo cual si la pregunta es “¿Qué pensás de la educación?”, más del 80% responde que es pésima. Pero cuando se le pregunta a un padre específicamente por la escuela a la que va su hijo, la mayoría habla bien de ella.
El tema de la convivencia es complejo. La educación es un hecho comunicativo, y si justamente lo que está en conflicto es la convivencia, es muy difícil que esa comunicación sea exitosa.
La violencia en el aula no es un tema viejo: no tiene más de 15 años en la Argentina. Tuvo mucho que ver el periodismo y los medios, que son los que empezaron a hablar, a mediados de los 90 de un arma que apareció en una escuela del Chaco. La segunda noticia era la palabra del gobernador diciendo que iba a poner detectores de metales en las escuelas, y la tercera noticia fueron los mismos docentes y algunos padres que decía “primero poné puertas en las escuelas, y después detectores de metales”.
La palabra que utilizábamos primariamente todos los que trabajamos en el tema Educación –y yo quiero que se entienda que no soy un tecnócrata de la Educación, sino que tengo 35 años dentro de la escuela-, cuando pasaba algo que no nos gustaba era “indisciplina”. La indisciplina no es lo mismo que la violencia.
Hay indisciplina cuando se transgrede una norma que está impuesta, mientras que hay violencia cuando hay daño voluntario a otro o a uno mismo.
- Hace pocos días tuvimos la novedad del paquete de medidas punitivas que se busca aplicar, en las que habrá multas en dinero e incluso penas de prisión. Esto produjo un encendido debate, ya que incluso se puede “penar” a un padre por la demora al momento de retirar al chico de la escuela…
Esto surge por las denuncias de varios docentes, que han sido agredidos por alumnos. Esto no es algo nuevo: los españoles, allá por el 2004 –un año en el que se produce una escalada de violencia entre los alumnos y luego de los padres a los docentes, que deriva por supuesto en la violencia de los alumnos hacia los docentes- lo propusieron pero demoró muchísimo, y recién en el 2010 Madrid acepta este tipo de normativa en donde se sanciona al padre.
- ¿Son efectivas estas medidas?
Es que son medidas reactivas. Cuando se toman, es porque ya hemos fracasado antes. En general, los resultados son malos. La medida coercitiva tiene que ver solamente con el control, y en el ámbito de la Educación deben tomarse medidas relacionadas con la prevención.
Hay que utilizar ambas medidas: se debe sancionar a quien golpea, a quien comete el hecho, pero también hay que acompañar esto con otro tipo de medidas.
Los programas de convivencia y prevención de la violencia en muchos países son estatales y nacionales. En el caso de Perú, existe la “Estrategia Nacional contra la violencia escolar”, y ocupa un lugar privilegiado en la planificación y, algo muy importante, en el presupuesto. Hay formación de padres, capacitación docente, e incluso capacitación del alumno sobre el tema.
Un protocolo de intervención, o un paquete de leyes que sancionen a los padres pecuniariamente son cosas que pueden llegar a “calmar los nervios”, pero no aportan soluciones. La solución es educativa y tiene que ver con cambiar el eje: además de la Lengua, la Matemática, las Ciencias Sociales y Naturales, hay que preocuparse por valores y por temas como la alfabetización emocional: cómo hacer para que un ser humano se lleve bien con el otro.
- El problema de la violencia, ¿no trasciende a la escuela? ¿No es un problema de la sociedad toda, que afecta a las comunidades más pequeñas, entre ellas, la escuela?
- Lo que pasa es que es al revés. La familia es la célula básica de la Sociedad, y a veces en ella se da la violencia, que es menos visible porque el ámbito es más íntimo. En la ciudad es más visible. Lo social es un constructo más general, pero nosotros sabemos que en la escuela hay prácticas que son totalmente distintas a las que ocurren en la sociedad. El modelo de la violencia, sin embargo, es el mismo: dominio y sumisión, o abuso de poder.
Las formas de violencia en las escuelas van cambiando con extrema rapidez. Ahora no solo hablamos de violencia, sino también de ciber-violencia. La irrupción de las redes sociales complicó aún más el tema.
La violencia se da entre los alumnos, entre los docentes, entre los padres. Y luego, se interrelacionan, y vemos combinaciones: docentes contra padres, alumnos contra docentes, etc.
- ¿Los docentes han perdido autoridad?
- Sí, y nosotros mismos nos hemos encargado de ello. El concepto de autoridad tiene que ver con aquella persona que defiende valores con competencia. En este caso, esa competencia es el saber, la transmisión de la cultura.
Por esto muchas de las normas que quieren salir ahora son, por lo menos, controvertidas. Porque… ¿Cómo hago yo para darle al docente por decreto un poco de autoridad?
La autoridad se construye todos los días en el aula, no por decreto. Lo que sí hay que hacer es, una vez que defendemos a ese docente que está preocupado no solamente por la transmisión de conocimientos sino también de valores, cuidarlo. Pero como a cualquier otro ciudadano.
Hay que tener precaución porque hay países que con estas normas han llegado a peticiones o propuestas extremas: en algunos lugares de Japón o Inglaterra ha habido docentes que han solicitado poder golpear a los alumnos. Hay una vuelta para atrás, porque se ha zafado la relación familia-alumno-docente.
- Muchos lectores de MDZ Online y oyentes de MDZ Radio manifestaron en sus comentarios que son los mismos padres los que desautorizan al docente.
- Es que violencia hacia el docente no es solo un golpe físico, sino también un comentario que lo desacredita. Cuántas veces hemos escuchado en casa, o nosotros mismos como padres le hemos dicho al niño: “¿Esto es lo que te dio tu maestra?”. También se lo desautoriza en su capacidad, pensemos en una docente de Biología o Ciencias Naturales, frente a una mamá médica que la cuestiona y la corrige en el mismo cuaderno lo que ella considera que está mal.
Hay un pacto socio-educativo que nosotros mismos nos hemos encargado de destruir. Las cosas de adultos, se hablan entre adultos. Si yo tengo un cuestionamiento o una inquietud con respecto al docente, debo hablarla con él sin mi hijo –el alumno- presente. Sino el niño o adolescente pierde todo tipo de confianza y de credulidad de lo que aprende.
Esto es algo que tiene que ver con el sentido común, no es algo sofisticado de la psicopedagogía: si hay un entredicho entre papá y mamá, lo mejor es hablarlo a puertas cerradas sin que escuche el niño.
- ¿Cuándo se instala todo este conflicto de autoridad en la escuela?
- Creo que se produjo un marcado desencuentro entre la escuela y la familia. Se puso en entredicho la escuela como transmisora sistemática de la cultura, y empezaron a aparecer otros focos de conocimiento y de adquisición del saber. Ni que hablar de la llegada de internet.