Porteadores de Aconcagua: el oficio del riesgo y del olvido
Todos lo eligen porque es el más alto del continente. El cerro asume, además de carga simbólica, desafío, aventura, posibilidad de negocio y enfrentamiento con la muerte.
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En los últimos veinte años, el crecimiento de las actividades en el cerro ha sido vertiginoso y con poco orden. A principios de los ’90, no hace mucho, pocos se aventuraban en el Parque Provincial y sólo un par de empresas prestaban servicios de manera seria: las mismas que venían haciéndolo desde finales de los ’70: Fernando Grajales y Rudy Parra.
En general, todos han apuntado a lo mismo: la búsqueda de profesionalismo en la actividad, no sólo porque hay vidas humanas en juego, sino porque la fuente de negocio es clara e importante. Y en esta lucha por “ser”, en el cerro, todos se van haciendo su lugar: guías, empresarios, guardaparques, médicos, baqueanos, pilotos, policías, militares…
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De todos, de todos ellos, los que menos reconocimiento tienen, los que más dificultades enfrentan en esto de ganarse un lugar en el Aconcagua son los porteadores. Son jóvenes que se ganan la vida, cuando son contratados por expediciones o particulares para cargara veinte o más kilos, desde los campamentos base de Plaza de Mulas y Plaza Argentina, sobre todo, hacia los campamentos de altura. La mayoría de ellos integran la llamada Asociación de Porteadores.
Los que mejor están, trabajan para las empresas más grandes (hay tres o cuatro que concentran la gran mayoría de los paquetes) y hay un grupo importante que ofrece sus servicios de manera independiente –como también hay guías así– y terminan resultando difíciles de encuadrar, en un contexto en el que todo movimiento en el Parque Provincial Aconcagua busca ser encuadrado, aunque sin éxito.
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Hace unos días, el 27 de octubre, hubo una reunión en el primer piso de secretaría de Turismo, en la que participaron todas las entidades que laboran en el cerro. Se analizaron temas como la temporada que comienza dentro de unos días, la continuidad de las políticas de construcción y debate, la estimación de montos de los aranceles, el seguro para los guías, un seguro de caución a los visitantes que quieran ascender el cerro, las nuevas probables modalidades de protección ambiental y también las formas de inserción de la Asociación de Porteadores.
Veamos qué tienen ellos para decir:
“La actividad del porteador no ha estado regulada ni dentro de las empresas, ni en Turismo, ni en la Dirección de Recursos, simplemente ha estado encuadrada a través de las empresas, argumentándolo como un servicio mas de estas mismas”, inician ellos.
Esta situación, los llevó a conformarse con asociación. Así los porteadores buscan ser considerados parte clara y estable de la oferta de servicios en el cerro.
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“Nuestros Principios se basan en el equilibrio que produce las Organizaciones civiles con el capital monopólico, una armonía legítima y conservación del paradigma socio-cultural y socio-ambiental del Parque. Recalcando que el derecho a facturar nuestros servicios de forma independiente como monotributistas nos hace ya en sí un prestatario más no categorizado”, explican los porteadores.
Y cierran: “De esta manera, seguimos pidiendo el compromiso de la Dirección de Recursos Naturales Renovables de darle un lugar al desarrollo de la asociación tanto en el cerro Aconcagua como en el ámbito legislativo”.
Saben ellos que, tanto arriba, como abajo del cerro, el asunto que nos convoca es sobrevivir. Y en eso están. Es sólo que la carga más pesada, contra todo pronóstico, no la llevan allá, por encima de las nubes, sino aquí abajo, a la magra altura de las oficinas.





