Otra víctima por desnutrición en Chaco
Un niño de tres años perteneciente a la comunidad indígena Wichí murió en Chaco tras sufrir un grave cuadro de deshidratación y una gastroenterocolitis con desnutrición.

Así, con el fallecimiento de Ernesto Andrada, suman 20 los casos de muertes de pobladores originarios en la zona del Impenetrable chaqueño.
El hecho, si bien trascendió hoy, ocurrió el sábado último cuando el niño ingresó al hospital de la ciudad de Castelli, donde murieron la mayoría de los aborígenes de las etnias tobas y wichís.
El hecho, si bien trascendió hoy, ocurrió el sábado último cuando el niño ingresó al hospital de la ciudad de Castelli, donde murieron la mayoría de los aborígenes de las etnias tobas y wichís.
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De acuerdo a un informe del Centro de Estudios, Andrada primero ingresó al hospital de Nueva Pompeya el 31 de octubre donde los enfermeros le suministraron suero; "pero como se le hinchó el brazo, se lo sacaron y no se lo instalaron nuevamente".
"No lo atendieron hasta que se agravó su cuadro de situación. Luego, el sábado, se dispuso su derivación al fatídico hospital de J.J.Castelli. Cuando ya estaba muy grave. Se comenta que no llegó vivo. Los padres entregaron un niño enfermo y retiraron un cadáver", denunciaron los profesionales.
Ernesto murió por deshidratación grave, cursando una severa gastroenterocolitis, con desnutrición de grado II, precisaron los investigadores sociales.
Y subrayaron que: "La muerte de este niño indígena refleja y representa acabadamente el fracaso completo del sistema sanitario. Este fallecimiento se produjo por la desidia del sistema. La pereza y el descuido negligente han sido las verdaderas causas de esta muerte, altamente evitable".
De acuerdo al informe, Ernesto era un niño distrófico, es decir, presentaba un peso y una talla que no se correspondía con su edad.
La causas para los especialistas radican en que "siempre le faltó comida suficiente y nutritiva"; por lo tanto, "su mecanismo de defensa estaba menguado y era muy poco eficaz. Hasta el efector más distraído debió comprender que carecía de balance hidroelectrolítico cuando ingresó al hospital de Nueva Pompeya", se quejaron.
En palabras sencillas, explicaron los especialistas del Centro Mandela, producto de la diarrea y de los vómitos el niño había perdido agua, potasio y sodio, en grado tal que cursaba riesgo de vida puesto que su organismo ya venía diezmado por el hambre.
De acuerdo al informe, Ernesto era un niño distrófico, es decir, presentaba un peso y una talla que no se correspondía con su edad.
La causas para los especialistas radican en que "siempre le faltó comida suficiente y nutritiva"; por lo tanto, "su mecanismo de defensa estaba menguado y era muy poco eficaz. Hasta el efector más distraído debió comprender que carecía de balance hidroelectrolítico cuando ingresó al hospital de Nueva Pompeya", se quejaron.
En palabras sencillas, explicaron los especialistas del Centro Mandela, producto de la diarrea y de los vómitos el niño había perdido agua, potasio y sodio, en grado tal que cursaba riesgo de vida puesto que su organismo ya venía diezmado por el hambre.