Crisis

El día después del derrumbe: por qué hasta en el kirchnerismo están preocupados

El resultado de las elecciones generó un shock en el oficialismo. Pero las consecuencias preocuparon al Frente de Todos, porque pueden condicionar un futuro gobierno de ellos. Cómo toma a Mendoza la crisis.

domingo, 18 de agosto de 2019 · 09:51 hs

El viernes 9 de agosto festejaban con algo de éxtasis. Las encuestas marcaban una paridad que podía favorecer al oficialismo. Pero era un espejismo. Apenas dos días después el cachetazo electoral que recibió el Gobierno los dejó en shock. Abatidos. Durante tres años se reflejaron en el espejo de Narciso y se hundieron en su propia vanidad. 

Dos días después, en el Frente de Todos también tuvieron que moderar sus reacciones. El éxtasis estaba de su lado y olían el retorno al poder. Pero las condiciones que se generaban tras las elecciones en la economía, la devaluación y sus consecuencias no serían inocuas para un futuro gobierno; sea quien sea el que esté a cargo. Por eso también hubo recálculo de la estrategia de la que fue parte Alberto Fernández y también Cristina. Desde el Instituto Patria surgió la idea de hablar con Macri y dar señales de paz.

Los sectores más sensatos del Gobierno y en el Frente de Todos entienden que cualquiera sea el resultado de las elecciones el contexto condicionará a quien se haga cargo. Incluso no habrá luna de miel ni descanso posible. No hubo en las elecciones un voto generado por esperanza y ninguno de los dos candidatos más votados genera enamoramientos. Por eso el primer gesto de moderación deberá venir con los festejos. Mucho más cuando parte de la comunidad se volvió “indescifrable”. Es lo que ocurrió con el voto en las elecciones. Como ocurre en las sociedades de todo el mundo, el descontento se manifiesta espontáneamente y sin un direccionamiento fácil de entender. 

Escenarios diversos

Por delante esperan momentos difíciles y desde el poder prevén varios escenarios posibles. Ninguno es bueno, por cierto.

El “menos grave” marca que haya un crecimiento de la inflación que solo sea retenido porque la recesión es más grave y un agravamiento aún más profundo de todas las variables económicas. Por ahora no han notado una explosión en el desempleo, cuestión que sí puede generar un sacudón peor. El escenario más delicado tiene que ver con una nueva reacción negativa de quienes tienen buena parte del poder hoy: los mercados; quienes tienen títulos argentinos y  pueden generar un shock negativo aún peor.

En la provincia

“Esperábamos mucho más de Macri”, repiten con desilusión en el Gobierno de la provincia. Lo dicen tomando las reiteradas críticas que hicieron a la gestión y también por la reacción del Presidente ante la crisis.

El shock negativo que hubo tras las elecciones tomo a Mendoza bien parado justamente por la cuota de desconfianza que había. El Estado local tiene ahorros “garantizados” para que no se devalúen y algunos colchones más. Pero los coletazos aún no llegan. A la contingencia que deberán enfrentar de manera obvia por la crisis, deberán sumarle la baja en los recursos. Las provincias serán los principales perjudicados por las medidas de urgencia tomadas por el Gobierno nacional.

Solo por la reducción del IVA, Mendoza dejaría de recibir unos 1000 millones, más otros 300 millones por la baja en regalías que habrá tras congelar el precio del petróleo y el dólar congelado en $45 para calcularlo. En ese esquema hay otra luz amarilla, pues el cambio en las condiciones para la industria petrolera complica los acuerdos para invertir en proyectos de petróleo no convencional y petróleo pesado que hay en Mendoza. La medida es hasta fin de año, pero lo que genera incertidumbre es el antecedente de “hacer permanente lo provisorio” que hay en Argentina.

En el Gobierno se resignan: en los próximos meses habrá un aumento del gasto público y deberán usar el lápiz para ser precisos. Hay una fuerte tensión con las empresas constructoras por la redeterminación de precios que reclaman por la escapada del dólar. Y mucho más con otros proveedores que, aunque hay contratos vigentes, reclaman actualizaciones. El área de Salud es la más delicada. Aseguran que hay stock de insumos para llegar a fin de año, pero quieren darle un colchón al gobierno que viene. Allí sí hay muchos costos atados al dólar. Incluso creen que deberán asistir financieramente desde la provincia a la Obra Social de Empleados Públicos, que tiene medio millón de afiliados y puede entrar en problemas tras la devaluación.

Mendoza tiene un crédito de 500 millones de dólares a saldar, pero en el Ejecutivo defienden la política financiera que llevaron adelante. “Tomamos esa deuda en dólares, pero pesificamos todo el resto”, argumentan.

El gobernador Alfredo Cornejo está camino a dejar el cargo, pero las urgencias evitan que se deje llevar por la inercia. “No hubo luna de miel, tampoco hay despedida tranquila”, dicen a su alrededor. Los posibles herederos tampoco lo están. La propia candidata opositora Anabel Fernández Sagasti entiende que “se vienen otros tiempos” y que incluso un gobierno de Alberto Fernández en la Nación se dará en un contexto muy distinto a lo que ocurrió en las épocas doradas del kirchnerismo. “Son otros tiempos”, reconocen. Suárez está en proceso de transición para un posible gobierno suyo, mientras Cornejo es quien sigue al frente de la campaña.

El Gobernador los mira a los dos con algunas máximas en la cabeza. Cree que cualquiera sea quien lo suceda estará fuertemente condicionado por el contexto. Y allí es donde cobran valor dos requisitos: tener un equipo y un plan. Quien gobierne la provincia desde el 9 de diciembre tendrá que tener mucho más que buenas intenciones.

El futuro político del oficialismo aún no está escrito. En Mendoza aseguran que tienen voluntad de mantener la coalición llamada ahora Juntos por el Cambio, sea como oficialismo o, lo más probable, como fuerza opositora. Incluso el radicalismo saca cuentas: a pesar de la derrota, creen que se fortalecerán en el Congreso porque sumarán más senadores y diputados propios; una estrategia de la que Cornejo sabe.