Cornejo y el puente que tendió Milei que evita el camino de la ruptura
El gobernador se subió, con elogios, a la convocatoria al diálogo hecha por el presidente a los gobernadores. Sin embargo indicó, en el marco de mucha incertidumbre y desconfianza, sus condiciones.
“¿Seguí apoyándolo cuando nos puteaba y no lo voy a seguir apoyando ahora?”, Alfredo Cornejo soltó la reflexión, justo unos minutos después de que Javier Milei lanzara el viernes a la noche, sobre el final del discurso ante la Asamblea Legislativa, su convocatoria al diálogo con los gobernadores en el marco del denominado “Pacto de Mayo”.
Ese puente de plata que le tendió el presidente a los mandatarios del interior después de semanas de peleas, agravios y de hachazos de recursos fue “música para nuestros oídos”, según se enterneció el propio el mendocino frente al auditorio de empresarios y dirigentes reunidos en el brunch de la Coviar el sábado al mediodía y que tenía a la vicepresidenta, Victoria Villarruel, como escucha central.
La convocatoria le permitió a Cornejo zafar, por ahora, de una situación política más que incómoda en la que había caído. Él, como el grueso de los gobernadores de Juntos por el Cambio, fueron víctimas del destrato presidencial por el fracaso del debate de la Ley Bases y habían quedado sin capacidad de respuesta ante lo que sobrevino tras el ataque de furia de Milei.
Hasta acá había resultado notable observar cómo Cornejo había tolerado sin levantar la voz (pero sobre todo sin reaccionar judicialmente, como sí hicieron otros de sus colegas) ante la poda de fondos coparticipables que afectó fuerte la situación fiscal de la provincia. Pero que sobre todo, terminó golpeando en el bolsillo de los docentes, en los comedores comunitarios mientras la pobreza aumenta y, en el corto plazo, derivará en un aumento del precio del boleto del transporte público y forzará al Gobierno a poner mas plata en subsidios, entre otras consecuencias.
Por mucho, muchísimo menos, Cornejo había planteado hace tres años separar a Mendoza de la Nación cuando Alberto Fernández no le enviaba plata a Rodolfo Suárez para paliar los efectos de la pandemia. Ahora, dispuesto a apoyar a Milei como siempre estuvo, ya no había mucho margen más para seguir soportando el rol del oficialista no correspondido. Un ajuste más para la provincia en modo venganza por parte del presidente, lo hubiera dejado sin más chance que la de romper. O, por lo menos, la de pararse firme frente a eso al estilo Ignacio Torres. Lo que en la lógica Milei, ya hemos visto, significa colocarse inmediatamente en el bando de los “traidores”. Y, a decir verdad, a Cornejo lo tenía descolocado tener que ocupar ese rol.
Sin embargo, la incertidumbre es reina. Tanto Villarruel como el ministro del Interior, Guillermo Francos, la otra visita nacional destacada de esta Vendimia, mantuvieron reuniones con el gobernador entre evento y evento en donde no pudieron despejar la duda principal que se les planteó: qué pretende Milei en el marco del pacto que aspira cerrar en la provincia de Córdoba. “¿Qué es lo que ofrece?”, les soltó Cornejo a ambos. Ninguno de los dos pudo acercar una respuesta política concreta.
Se vio bastante de eso en esta visita de estos funcionarios clave de Milei. Sobre todo, en la de la vicepresidenta. No solo por su falta de definiciones, que muchos esperaban porque había desembarcado en Mendoza la mañana después del mensaje presidencial en el Congreso que había estado cargado de tensión política. Sino también en el papelón que representó su paso por la Coviar. El arranque se debió postergar porque perdió el primer vuelo de línea de la mañana y los asistentes al tradicional desayuno debieron esperar bastante. Cuando llegó y se subió al escenario solo dejó un saludo. En definitiva: para aguardar su presencia en el acto se demoró el arranque tres horas y media, para que Villarruel se subiera al escenario y le hablara al auditorio durante un minuto y cincuenta y tres segundos. Ambas situaciones, contadas por reloj.
Ante la falta de precisiones sobre la convocatoria al diálogo, Cornejo se quedó con la promesa de que, en las próximas semanas, el propio gobierno convocará a los gobernadores para avanzar en ese sentido. Sin embargo, después de ratificarles que él está adentro, expuso sus condiciones. Y la principal tiene que ver con la distribución de los recursos entre Nación y provincias que debe traducirse en un nuevo pacto fiscal. Milei puso esto sobre la mesa la noche de su mensaje en el Congreso, pero desde Mendoza surgió una demanda: que en ese acuerdo queden redactadas expresamente cláusulas en donde cada una de las partes sepa qué hacer y que, en caso de no cumplimiento, queden habilitadas la presentación de medidas cautelares ante la Corte Suprema para que se haga efectivo lo firmado.
Acá el punto es claro. Para que no vuelva a suceder lo que sucedió en estos meses, Cornejo tiene hablado con los gobernadores de Juntos por el Cambio desde hace tiempo, fijar reglas de juego claras en la distribución de los impuestos que se recaudan. Y no a través de una ley de coparticipación como planteó Milei porque hoy, por lo que impone la Constitución, avanzar con ese plan resulta inviable. El detonante de esta preocupación fue el recorte de los subsidios al transporte. El gobierno nacional decidió cortar los envíos a las provincias, pero sigue recaudando el porcentaje que está incorporado en el impuesto a los combustibles para tal fin. Lo que se plantea desde acá, en el fondo, es avanzar en un acuerdo fiscal que resulte eficaz para resolver los temas económicos.
En muy buena medida hacia allí apuntan las preocupaciones. La percepción es que el gobierno nacional no logrará resistir si no se produce una reactivación económica. Sabido es además que, con una situación macro de un país en crecimiento y con un tipo de cambio competitivo esta provincia vuela, la apelación gubernamental de esa sábado fue concreta: “Aspiramos a que Javier Milei dé vuelta la página de decadencia de este país; tenemos esa esperanza. Argentina no puede perder cuatro años más, hay que apoyar reformas estructurales”, dijo.
Pero a su vez plantea diferencias conceptuales que hacen que se torne muy complejo cómo analizar tanto apoyo. En lo conceptual, Cornejo respalda al rumbo económico pero cruje cuando observa el impacto del déficit cero alcanzado a toda velocidad. Lejos, muy lejos, está del primer mandamiento del mileísmo que plantea la eliminación del Estado. Para él, el Estado debe ser “más inteligente” pero nunca desaparecer. Milei les dijo a los diputados y senadores que puede prescindir del Congreso. Cornejo advirtió ayer que “para que el cambio sea exitoso, las reformas estructurales tienen que tener consenso y pasar por el Congreso”. Quedaría entonces un último argumento y no menor: la satisfacción inmensa que le produce al gobernador mendocino el fin del populismo kirchnerista que Milei encarna. Esto, sin advertir quizás, que la Argentina se encuentre cara a cara frente a otro populismo, esta vez de derecha.
A la incertidumbre, se le agrega también una cuota fuerte de desconfianza. El diálogo con los gobernadores no solo arranca con imposiciones de una de las partes, sino que el presidente le exige a la “casta” una rendición incondicional que se verá si ésta se muestra dispuesta a firmar. Cornejo se golpeó el pecho cuando el presidente expuso su “proyecto anticasta”, desparramando en X la autorreferencia de que, varias de las cuestiones que impulsa ahora Milei, los radicales mendocinos ya las implementaron en esta provincia durante estos últimos años.
Con respecto a la condición de rediscutir la Ley Bases, no hay problemas por acá. El gobernador pujó para que el proyecto saliera en su momento y rosqueó con los diputados propios y con los “amigos” para ello. El punto es si podrá repetir ese trabajo para el oficialismo ahora. Esa tarea, que en definitiva resultó infructuosa, desgastó a Lisandro Nieri, quien opera como la espada del cornejismo dentro del bloque de la UCR. Asimismo, hoy aparece partido el radicalismo en cuanto a cómo pararse frente al oficialismo.
Pero el problema es que quien extiende la mano es precisamente Milei, que podría tranquilamente hacer volar nuevamente por los aires su relación con los gobernadores mañana mismo. O como reflexionó un funcionario provincial este sábado, mientras observaba desde las terrazas del Hyatt la ruidosa y forzada alegría del deambular de los carros en el Carrusel.
-Evidentemente Milei demostró anoche que es un loco que tiene un plan. Y ese, quizás, sea el problema.
-¿Cuál?
-Que, en el fondo, es el plan de un loco.