Lejos de los consensos

Martín Lousteau se despega del cogobierno de Javier Milei con el PRO y coincide con Axel Kicillof

El radicalismo y el peronismo nacieron con las mismas raíces y consideran que el Estado es el gran rector de la Economía. Sin embargo, la decadencia nacional fue notoria. Coinciden frente a Milei.

Alejandro Cancelare
Alejandro Cancelare martes, 23 de enero de 2024 · 11:01 hs
Martín Lousteau se despega del cogobierno de Javier Milei con el PRO y coincide con Axel Kicillof
Foto: Twitter @gugalousteau

Javier Milei hizo con sus formas y sus propuestas, pero fundamentalmente con su discurso extremista pro mercado, que Martín Lousteau y Axel Kicillof coincidan públicamente con las mismas críticas y puntos de vista con respecto al proyecto del Poder Ejecutivo con respecto del rol del Estado y, fundamentalmente, por el dañino panorama económico que arrojaría el mega ajuste propuesto por el presidente de la Nación.

La coincidencia, brindada en opiniones públicas por ambos en diferentes medios y momentos, representa a los máximos dirigentes del radicalismo y de Unión por la Patria. Lousteau es el presidente de la UCR a nivel nacional mientras que Kicillof es el gobernador de la provincia de Buenos Aires y el máximo opositor a Milei en cuanto a discursos y propuestas.

Ambos coinciden que el DNU y la ley ómnibus proponen un fuerte ajuste que se realizará con el congelamiento salarial y la licuación de las deudas públicas a través del salto inflacionario, con lo cual se perderá la capacidad de compra y deteriorará la calidad de vida de los argentinos en general. Y sin consumo, cae la producción, cierran las industrias y los gobiernos, nacional y provinciales, dejan de percibir impuestos con lo cual “siempre se debe vivir en ajuste porque lo que cortamos nunca alcanza porque no hay ingresos públicos”, tal cual describió Kicillof.

Lousteau fue más allá con respecto al posicionamiento que él percibe del radicalismo y de otros grupos legislativos, como los que encabeza Miguel Angel Pichetto, con respecto del PRO, al cual acusó de “cogobernar junto con Milei”. 

“El PRO tiene ministros, secretarios de Estado en igual o mayor medida que el propio Milei dentro de su Gobierno. Esto es cogobierno. El radicalismo no está ahí, no participa del Gobierno”, le dijo hoy Lousteau en diálogo con Marcelo Longobardi.

Los límites de Lousteau para la crítica. Su pasada relación con el kirchnerismo

El radicalismo se encuentra en una encerrona. Cuanto más se aleja del presidente, más se acerca al peronismo kirchnerista, con el cual coincide mucho más que lo que discrepa, fundamentalmente en el plano general del rol del Estado, las propuestas privatizadoras del Gobierno y un reclamo de una propuesta más productivista que observan está ausente en el proyecto y el relato oficial. En resumen, para Lousteau y Kicillof el ajuste “lleva a más ajuste”.

Los legisladores radicales que impulsan un dictamen propio, sin embargo, están en minoría dentro de su bloque, por eso se limitan a expresar sus críticas y piden que se terminen “todos los privilegios, no solo algunos. No se toca el régimen especial para Tierra del Fuego, por ejemplo, que representa el 2% del PBI” alertan, al igual que piden que en el blanqueo se excluyan a los empresarios que contratan con el Estado.

Lo mismo expresó ayer Martín Llaryora, el gobernador de Córdoba que, en principio, se mostraba como un aliado del Gobierno nacional a través de su jefe político, o antecesor en el cargo, Juan Schiaretti. Si bien pidió una rápida sanción de la ley ómnibus, también reclamó que no se agreguen ni suban las retenciones a las producciones agropecuarias.

Lo que percibió el gobernador cordobés fue una rápida caída de la imagen presidencial ante la opinión pública, que hoy sólo tiene un apoyo directo y explícito menor al 50% de la población. Según la observación de dos encuestas realizadas por sociólogos muy reconocidos y que pidieron reserva de la fuente, MDZ conoció algunos datos relevantes.

El primero es que Milei es el político con más apoyo pero ya aparecen luces rojas inclusive entre quienes lo votaron en las PASO y en primera vuelta. Este es el núcleo al cual debe observar detenidamente el presidente de la Nación, porque lo que consiguió en el ballotage todo es prestado y la suma se debió al hastío y rechazo que provocaban las prácticas kirchneristas y la decepción ocasionada por los cambios de opinión de Sergio Massa.

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Quienes lo votaron al presidente en agosto y luego en octubre lo hicieron por distintas causas. La motosierra fue, en todo caso, el emblema, pero no el motivo. La mayoría de la juventud que lo apoyó tenía como objetivo liberarse del atraso y la decadencia que provocaron, y ellos lo observaron con la misma responsabilidad, al peronismo, el kirchnerismo y a Juntos por Cambio.

Luego hubo otras motivaciones, como bajar la inflación, erradicar los gastos políticos, y eliminar los planes. Inclusive había un ideal de volver al crédito para la compra de viviendas, tan presente en los jóvenes de clase media.

Nada de esto está pasando. Eso mismos votantes perciben que sus salarios no rinden lo mismo que hace algunos meses y, para peor, sus puestos de trabajo corren riesgo de desaparecer o contraerse al mínimo indispensable.

Enfrente hay un concepto social que está aglutinándose y que consiguió el 44% de los votos en la última competencia electoral. A estos se le pueden sumar los desencantados de un proyecto que solo muestra límites y sufrimiento. Nada de expectativas ni crecimiento. Y  el gobierno debe estar atento a las emociones sociales tan cortoplacista de nuestra sociedad.

Ayuda a Javier Milei que esa oposición está repleta de impresentables o de dirigentes que piden volver a lo que la gente ya rechazó en muchas oportunidades, votando en contra de ellos en dos de las cuatro últimas contiendas electorales y derrotando al peronismo kirchnerista renovador en todas las elecciones legislativas realizadas desde 2011 hasta hoy.

El gobierno quiere aprobar todo antes del fin de semana. Ojo que los desaguisados que se incorporen en la votación artículo por artículo de la ley ómnibus terminen siendo revisados en el Senado y el proyecto termine retrasándose otra semana más, por lo menos y eso “despierte al loco proponiendo una consulta popular” que, como la experiencia indica, le puede resultar peor que el atraso de una ley.

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