Del estadio de River al de Arsenal: crónica de la caída K
Sergio Massa y Axel Kicillof protagonizaron uno de los actos de cierre de campaña más chiquitos que se recuerde en la historia del peronismo. No obstante, su posibilidad de balotaje están intactas.
Lo que cayeron las expectativas. Lo que mermó el fervor. Lo patético que es para el peronismo bonaerense, su cuna, Avellaneda, su fortaleza, la Tercera Sección Electoral, tener que cerrar en un estadio como el de Arsenal, un equipo de fútbol artificial creado por Julio Humberto Grondona como una mistura de los dos clásicos rivales locales, Racing e Independiente.
El kirchnerismo, que se apropió de cada rincón del peronismo bonaerense; y la otra creación “artificial” como el Frente Renovador, un combo que agrupa radicales, liberales y peronistas con expresa procedencia menemista y duhaldista, tuvieron que cerrar su campaña provincial en el estadio más pequeño de Avellaneda.
Esto no significa que Unión por la Patria no pueda participar de un balotaje a partir del próximo lunes 23. Pero es muy poco, suena insignificante y hasta un insulto para una fuerza política que supo representar a más del 70% del país hace medio siglo y un 50% cuatro años atrás.
Ahora también participan algunos radicales. El primero fue Leopoldo Moreau a quien se le sumaron, tibiamente, otros dirigentes puntuales del centenario partido hasta que Ricardo Alfonsín quemó la herencia de su padre Raúl y se alineó con ellos. No son lo mismo estos que los que estuvieron, en 2007, de la experiencia de Cristina, Cobos y Vos, que había consagrado la “concertación plural” de los que opinaban igual. Extrañamente, Alfonsín y Moreau estaban en otros lugares.
La posibilidad de que Unión por la Patria esté competitivo, aunque relegado de la posibilidad de salir primero y con pocas chances de ganar un balotaje, se debe a la tenacidad e ímpetu del ministro candidato, Sergio Massa. La existencia de este escenario de incertidumbre, se produjo fundamentalmente por la feroz interna que hubo en Juntos por el Cambio, que destrozó su potencial político y permitió el surgimiento de una aventura electoral como la de Javier Milei, financiada y potenciada por el propio oficialismo bajo el supuesto que le quitaba votos a la principal fuerza opositora.
Si bien La Libertad Avanza quebró la propuesta anti peronista, que desde 2015 se aglutinaba en un único frente, el daño colateral fue que también penetró y cooptó votos. El general Juan Domingo Perón pensó en los “descamisados”, hombres y mujeres con oficios y trabajos de cuello blando. El kirchnerismo cristinista los llevó a casi desarrapados.
Luis Barrionuevo, ahora con Milei, había armado para Carlos Menem, en 1989, dos actos en River Plate, con presencia completa y rebasando las instalaciones del estadio más imponente de Sudamérica. Tiempo más tarde, Hugo Moyano se atrevió a llenar esa misma cancha en 2010. Nunca el peronismo tuvo problemas para realizar semejantes muestras de apoyo popular.
En varios pasajes de las últimas décadas, los estadios de Velez Sarsfield o Racing Club también fueron motivo de concentraciones del Partido Justicialista, la CGT o el Frente para la Victoria. Sabían que podían colmar la capacidad de ambos estadios. En ningún otro proceso de la historia pasó lo que pasó ayer, que debieron contentarse con el estadio de Arsenal porque no había ni humor ni fervor para animarse a un estadio más amplio.
Racing Club había empezado a transformarse en el lugar preferido para los Kirchner. Máximo era el animador de las campañas que protagonizaba su madre y en 2017, con Unidad Ciudadana, desbordaron el club del cual el hijo y el padre eran hinchas fanáticos. Massa, aun lejos de la vicepresidenta, seguía con el Frente Renovador y llenaba Tigre.
Es decir, que cinco años después dos estadios entraron cómodamente en uno. ¿Esto significa que Massa no puede ser presidente en 2023?... Si bien es poco probable, quedó como la única expresión “de centro” ante la “derecha” de sus competidores más importantes. Y el balotaje está a un puñado de puntos. Pero lo que está claro es que si no se reinventa, el próximo cierre puede ser en el micro estadio de Ferro Carril Oeste, como lo hace, habitualmente, la izquierda porteña.