Reelecciones

Una noticia esperada que paraliza la política bonaerense por mucho tiempo

La posibilidad abierta a los intendentes de la provincia de Buenos Aires de poder aspirar a un nuevo mandato al frente de sus comunas inmovilizará a todos los demás actores de la política provincial. Con pretensiones muy recortadas y a tiro de quedar afuera, quien se anime a opinar corre riegos.

Alejandro Cancelare
Alejandro Cancelare sábado, 1 de enero de 2022 · 14:30 hs
Una noticia esperada que paraliza la política bonaerense por mucho tiempo
Foto: Telam

Seguramente los intendentes de la provincia de Buenos Aires en la noche del 31 de diciembre levantaron las copas felices. Ellos saben que sus vidas continuarán como hasta ahora y que sólo tendrían que hacer lo que mejor que hacen, que es utilizar al extremo los recursos del Estado para volver a ganar una elección, que tenían vetada y anulada de participar si se mantenía la ley 14836.

Con el mismo entusiasmo también habrán brindado aquellos concejales, consejeros escolares y legisladores provinciales a los que les corría las generalidades de aquella ley anulada el Día de los Inocentes del año pasado con el voto de peronistas, radicales y otros, o sea, el PRO bonaerense.

Sin embargo, cuando se les bajó la espuma de la felicidad porque tuvieron "otra oportunidad", habrán empezado a analizar más fríamente lo que pasó. El fin de semana los podrá ayudar y si son lógicos y sensatos se darán cuenta que ahora son mucho más rehenes y empleados de los verdaderos jefes territoriales, los intendentes, quienes son los que negocian todas las listas de candidatos locales y provinciales. 

"¿Cuánto deseo tendrá un concejal por trabajar por una candidatura, caminar un barrio o toda la localidad?", se preguntaba un presidente de Concejo Deliberante del oeste del conurbano que habló con MDZ. Peronista, sabe que todo pasará a estar "regulado" porque "si te expones mucho, traes nuevas iniciativas, sos un peligro para el sistema del intendente. Y si no haces nada, te empiezan a mirar mal. En todos los casos, las chances de perder el lugar en el que estás son más altas que de mantenerte o crecer".

Los concejales y los legisladores provinciales son las personas más discrecionalmente electas de la provincia de Buenos Aires, con sueldos y posibilidades de incidir en la dinámica cotidiana municipal o provincial que no guardan proporción con su nivel de conocimiento y compromiso con el territorio al que dicen representar. 

Desconocidos a niveles vergonzantes, sus nombres tienen validez una vez cada cuatro años, y sólo quienes encabezan la boleta de su frente o partido político porque, aunque sea por una cuestión legal, su foto debe aparecer en la "sábana" con la que anticuadamente se vota en la provincia de Buenos Aires.

Inclusive la mayoría de los intendentes eligió invisibilizarlos en la última campaña. En la oposición fue mucho más grosero que en el Frente de Todos, ya que los jefes comunales prefirieron pegar su imagen con el slogan "hay equipo" y luego publicar su foto con las de Horacio Rodríguez Larreta y Diego Santilli. Ningún candidato tuvo una gigantografía con su nombre en los cuatro distritos más importantes del Gran Buenos Aires. 

En su carácter de exintendente, Martiniano Molina fue utilizado en la Tercera Sección Electoral. Candidato a diputado provincial por Juntos en la zona sur y oeste del Gran Buenos Aires, exintendente de Quilmes, conocido chef televisivo, su figura era convocante. No tuvo la misma suerte Cristian Gribaudo, el referente de la misma fuerza en la Primera Sección, norte y oeste del AMBA, a quien nadie conocía, ni siquiera luego de haber sido segundo de Patricia Bullrich en Seguridad o candidato a presidente de Boca Juniors propuesto por Daniel Angelici y Mauricio Macri

Con sólo saber que el intendente puede volver a presentarse, la mayoría iniciará otra manera de relacionarse con el "jefe". Las obsecuencias y lisonjas habituales en este tipo de relaciones se multiplicarán, con lo cual ni siquiera se podrá pensar en dos o tres referentes de un partido queriendo hacer otra cosa diferente o mejorada. La traición, siempre presente en la política, se potenciará hasta el infinito y todos, entonces, preferirán encerrarse aún más. 

Esto le permitirá al jefe comunal mantener y multiplicar las relaciones "punta a punta" con sus secretarios, directores, concejales o hasta algún empleado "pasa letra" que quiera hacer méritos. Como se ha visto hasta el cansancio, esto deteriorará las relaciones y las cadenas de mando y todos creerán que serán los "mejores amigos y confidentes" de los jefes a los que deben rendir cuenta sin margen para una mirada crítica. 

"La corte no acepta personas que dan malas noticias. Las escuchan una vez, pero luego, los cortesanos hacen su trabajo y, al poco tiempo, el transmisor de la información incómoda es relegado de la cotidianeidad del poder. Cuando cuando no se dio cuenta, ya estaba sin su función o cargo en el ejecutivo o concejo deliberante municipal", agregan. 

Lo que se avecina es una fortaleza renovada de los alcaldes bonaerenses en desmedro de los otros actores políticos provinciales, salvo el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, que tiene la posibilidad de irse también dentro de seis años, sin es reelecto al frente del principal estado argentino.

Lo que viene en los próximos dos años será opaco, diminuto, secreto y temeroso. Absolutamente lo contrario para lo que necesita una sociedad hambrienta de soluciones y, como dicen todos los slogans, "trabajo en equipo". 

En cambio, sólo podrán incidir quienes no están contenidos entre los cargos provinciales, como los diputados y senadores nacionales o funcionarios no dependientes de la administración pública bonaerense. Máximo Kirchner, Sergio Massa, Jorge Macri, Patricia Bullrich, Facundo Manes, Martín Lousteau, Diego Santilli, y Alberto Fernández, si se animara ,serían los únicos que podrían empezar a construir los reemplazos de los que se tendrían que ir en seis años. 

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