Análisis

Los fantasmas que complican al Gobierno y a la oposición

En medio de una situación crítica, Gobierno y oposición no dan señales de diálogo. Por invocación o por necesidad, Cornejo sigue presente en la política local. Pero muchos lo usan como excusa para no abordar la situación actual. Tras un "mes de gracia" vuelven a la actividad los poderes de Mendoza.

Pablo Icardi
Pablo Icardi domingo, 2 de febrero de 2020 · 10:30 hs
Los fantasmas que complican al Gobierno y a la oposición
Suarez, Cornejo, Sagasti Foto: Lyla Chales

No gobierna desde diciembre, pero lo invocan de manera permanente. Como un fantasma, Alfredo Cornejo atraviesa en ausencia la política diaria de Mendoza. En un momento clave para la gestión de Gobierno, el pasado reciente vuelve a tomar cuerpo.

La presencia de Cornejo en la vida cotidiana es involuntaria. Rodolfo Suarez no lo invoca en sus acotados discursos, pero siente aún el lastre de ser el sucesor y más con la cantidad de funcionarios que tuvieron continuidad. Aunque hay quienes aseguran que él y Cornejo están distanciados, en el Gobierno dicen que ese dato no es real y que se comunican frecuentemente y que el propio ex mandatario elige no hablar de la realidad local para no incomodar a su sucesor. Algunos funcionarios que han estado en las dos gestiones aún no se hallan en el nuevo esquema; en el pasaje de un mandatario obsesivo y omnipresente, a uno que trabaja de gobernador y tiene una visión más dialoguista de todo.

Si Suarez debe agradecerle la confianza a Cornejo, esa impronta lleva consigo una cláusula tácita: no quejarse públicamente de cualquier herencia recibida, ni siquiera la decisión de haber ponderado un hecho político como fue el acuerdo con todos los gremios a cambio de retomar el camino del quebranto de las cuentas públicas con la “cláusula gatillo” que Cornejo generalizó.

Lo de la oposición es aún más retorcido. En la negociación por el Presupuesto y la autorización para endeudarse el PJ presiona a Suarez no con su presente, sino con el pasado reciente. Y quieren forzar alguna declaración del Gobierno donde digan que la provincia está mal “por culpa de Cornejo”.

“Suarez se queja en privado de la herencia”, dicen los dirigentes de primera línea del PJ. Esa obsesión por arraigar cualquier problema con Cornejo lleva tiempo. Por eso, incluso, el ex gobernador se aleja de cualquier declaración pública que tenga que ver con la provincia; para no “embarrarle” la cancha al propio Suarez.

Esa idea fija tiene algo de venganza por heridas aún no cerradas (acusan a Cornejo de haber agitado las internas del PJ y hasta aún se acuerdan de la gestión de Paco Pérez), pero también hay un dato político nacional. Cornejo está lanzado en la carrera nacional y cobra protagonismo como opositor a Alberto Fernández. En una escala mucho menor, es lo mismo que le ocurre a Horacio Rodríguez Larreta, a quien ven en la Nación como un futuro adversario. Así quedó claro cuando el Presidente intentó criticar a Cornejo con un dato erróneo sobre la deuda local.

El fantasma y la realidad

Pero la invocación explícita o espiritual de Cornejo esconde una realidad mucho más tangible. El “fantasma” es el chivo expiatorio para desviar la atención. En Mendoza el Gobierno y la oposición no se pueden sentar en una misma mesa a discutir en serio la dramática realidad que se vive. La pirotecnia que se lanzan son solo distractivos.

Esta semana retorna la actividad en la Legislatura con discusiones “pre gestión”. La Provincia no tiene Presupuesto y aún se debate si se aprueba o no la posibilidad de contraer créditos con organismos internacionales para ejecutar obras. Es la misma pelea que el del final de la gestión del “fantasma Cornejo”.

Mendoza va a cumplir un año en la misma trampa: si se aprueba o no la refinanciación de la deuda (roll over); si se aprueban o no los créditos del BID. Lo único que cambió es que se agudiza la crisis. Si el año pasado la obra pública hizo que la caída sea menos dura, este puede ser peor porque la inercia de los trabajos que se heredaron terminarán. Queda el Polo Judicial, los Hospitales, la Ruta 82 y algunas obras más. Pero no hay forma de financiar obras nuevas. Incluso aparecieron problemas donde no se esperaban, como las demoras de la Nación en el pago de la Variante Palmira, otras de las grandes obras que están en ejecución.

 

La obra pública es un anabólico que permite mantener algo de actividad. Pero el problema de fondo se mantiene. Es la actividad privada la que genera valor y empleo genuino. La provincia, como ocurre en el país, no genera riqueza que permita la inclusión del tercio de la población que vive en condiciones precarias. Aún peor, Mendoza ha retrocedido en el protagonismo económico detrás de otros distritos que aparecen con más proyección: Neuquén, Buenos Aires, incluso San Juan. Sin embargo la provincia mantiene una estructura más sólida y  una economía más diversificada que otras provincias para poder repuntar cuando las condiciones mejoren. Portezuelo del Viento es el único proyecto de inversión confirmado y con financiamiento asegurado. 

Según el diagnóstico laboral de enero del Ministerio de Trabajo de la Nación, el empleo privado no creció y se redujo en Mendoza un 0,5%. Esa tendencia lleva años. La generación de oportunidades no solo no acompaña el crecimiento vegetativo, sino que además se reduce. El desempleo había crecido a finales del año pasado. “La tasa de desempleo del aglomerado (8,8%) creció 3,3 puntos porcentuales”, explica el informe.

Pero si se segmenta la población activa, hay datos más alarmantes, como la exclusión de mujeres jóvenes del mundo del trabajo formal. “En la provincia de Mendoza los jóvenes inactivos representan el 51,3% de la población de 18 a 24 años. De ellos, el 30,8% no estudia y cerca de la mitad que no asiste a la escuela (47,9%) no ha terminado el nivel de estudios secundario. El 49,1% de estos jóvenes realiza tareas del hogar. Es decir que los jóvenes de la provincia de Mendoza que no estudian, ni trabajan, ni buscan trabajo alcanzan al 15,8% de la población de 18 a 24 años”, describe el diagnóstico del Ministerio de Trabajo.

El karma de la actualidad: no se han generado las condiciones para que “los hijos” de hoy, tengan más posibilidades y vivan mejor que sus padres.

Un mes de gracia

A pesar de la crisis, Mendoza se tomó un mes de gracia; una luna de miel para arrancar. Recién en febrero se sabrá con qué instrumentos podrá gobernar Suarez en su primer año de gestión (por suerte sí tiene ley impositiva) y también se abren las puertas de los otros poderes, como el Judicial.

Allí hay dudas sobre cómo se resolverán las tensiones con las que se terminó el 2019; con una disputa más abierta y pública por el poder. En la segunda semana habrá un hecho clave en Tribunales que preocupa más al gobierno que a cualquier otro. Se hará la primera audiencia en la “causa Fracking”, un expediente que inquieta en la industria petrolera, otra de las apuestas que Suarez tiene para mejorar la economía. Los otros ejes a los que él apostaba están complicados. Minería no habrá y la industria del conocimiento se quedó sin ley (aunque en el Gobierno son cautos porque esperan noticias en las próximas semanas). 

Mientras los poderes de Mendoza se sacan la pereza, las urgencias se acumulan. Si no, habrá que apelar a otros argumentos menos tangibles. Los fantasmas no existen, pero para algunos los hay.

 

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