Patagonia

La pelea de titanes que está más allá de los cachetazos entre Macri y CFK

El análisis de Gabriel Conte. Los dos modelos en pugna a escala global y sus delegados parroquiales. "Macri tiene la misma imagen en Mendoza que Paco Pérez en su peor momento". La pelea de fondo y los cachetazos y arañazos que no colaboran a definir con qué modelo de país y provincia nos quedamos. 

domingo, 3 de febrero de 2019 · 18:52 hs

Hay una guerra “caliente en el mundo”, con otras armas, con un mundo distinto al de la Guerra Fría y en donde el campo de batalla es global. Atento a los viejos manuales que todavía está en la boca de la dirigencia anticuada, podría compararse con una guerra de guerrillas comercial, digital e instantista: a cada momento de libra una de sus batallas. Las hay del modo clásico, con armas, y las hay políticas, entre tantas otros modos actuales. La Argentina es uno de esos escenarios: ya nadie puede permanecer neutral, como otrora. Por eso resumir un análisis político al amorodio entre Mauricio Macri y Cristina Kirchner es algo menor. Ni qué hablar de los que quieren disputarle su comandancia en la versión vernácula de esta disputa.

Dos titanes que representan dos modelos de vida. Como era la disputa Oriente vs Occidente (y viceversa), pero con tiempos acelerados y menos romanticismo ideológico.

En este contexto, ¿la respuesta de los PRO puro será “no vuelven más”? ¿O evitarán tentar una reacción de los electores como respuesta?

¿El valor añadido a Cambiemos en Mendoza será la gestión de Cornejo o la de Macri? Y para volver al comienzo de esta nota: ¿los arañazos dirigenciales locales, internos del radicalismo, del PRO hacia sus aliados, de los aliados entre sí, y hasta de los peronistas en sus más diversos formatos y apariencias, no terminarán aplastados por la verdadera lucha de fondo, entre los modelos titánicos en pugna?

Ambos bandos deberían hablar, en todo caso, más claro en torno a por qué, para qué y con quienes quieren gobernar, de qué manera, haciendo qué cosas y no haciendo cuáles.

La tarea del ciudadano parroquial es exigir ver al menos eso, antes de que todo el fuego artificial de la campaña nos enceguezca.

En ambos casos, se sabe, todo es relativo. Y traída la batalla a terreno argentino, los grandes monstruos que se pelean aplastando todo lo que hay debajo podrían adquirir una depresión enorme en su sustancia motivadora.

Aquí ha cundido con fuerza un amor al estatismo que no se condice con sus resultados prácticos. Una especie de “mentime que me gusta” histórico que lo ha manchado todo. Del otro lado, subyugados por lo primero, los cultores de la “libertad” de siempre no han sabido o podido (o querido) administrarla con éxito y cada vez que el titán estatista les guiñó un ojo, se entregaron sin más.

Los delegados locales de estas batallas no han podido sostenerse al cien por ciento del lado del titán que dicen representar, por H o por B: ni Cristina Kirchner fue todo lo cerrada que a sus referentes internacionales les hubiese gustado que fuera, ni Mauricio Macri es todo lo liberal que desearía. A ambos los ha venido condicionando el contexto interno, la gente, despreocupada por los gigantes que levantan sus pies peligrosamente sobre ellos mientras ofrecen sus disputas parroquiales.

Cuál cree Macri que es su rol

En los alrededores de Mauricio Macri se lo protege como a un verdadero gladiador. Casi como si él solo estuviera peleando contra el titán, y no contra la delegada local. De allí la decisión que cada vez se ve como más riesgosa de que María Eugenia Vidal de unificar la elección provincial con la nacional: cubrir al principal luchador. Aunque de su gran pelea, innegable (e ineludible por otro lado) hay muchas víctimas en la ciudadanía y se lo ve al presidente con más responsabilidad que a su contrincante, que dejó el territorio sembrado de minas, siguiendo con las metáforas que vienen al caso.

“No vuelven más” replican cual haka maorí a su alrededor. Pero, ¿están tan seguros de que la gente no quiere que Cristina retorne al poder? La caída en las encuestas de Macri en el centro del país, en donde tenía su base de artillería es un dato inquietante. Pero, si todos saben lo que pasó en el gobierno del kirchnerismo con el país, ¿por qué no lo entienden?

Las 3 explicaciones y las tres nuevas caras del kirchnerismo

  • “Ella no sabía nada”. Esta semana Juan Grabois, dirigente formado y cercano al papa Francisco, repetirá en Mendoza la teoría de que Cristina Kirchner fue víctima de los corruptos y no jefa de una asociación ilícita. Solo basta que a algún distraído le esté yendo peor económicamente hoy que en su gobierno –cosa que no es ficción- para empezar a creer el nuevo relato. Por eso querría que vuelva.

  • El relato Robin Hood. “¿A quién le robó Cristina? ¿A los ricos o a los pobres? A los ricos. Es más peronista que Perón y Evita juntos”, puede leerse en los arrebatos militantes que continúan el planteo cuasi místico con una sarta de afirmaciones en torno a quién le roba a hora, en la dictadura y hasta en el siglo XVIII a los pobres: Macri. Inchequeable, pero en momentos de síndrome de abstinencia de poder les sirve a dirigentes de abajo para que les abran la puerta y les conviden un mate, en Mendoza, por ejemplo, sin recordarles a Celso Jaque o Paco Pérez. Por eso querrían que vuelva.

  • Los Avengers. Y están los que llegan a vengar que los hayan sacado de sus puestos en el Estado, ya que en lo privado no les estaría yendo bien. Se suben a la crisis, que es real, y –cual cruzados- elevan a los cielos la estampita del santo peronista que más les convenga y convocan hasta a fusilar a los que los criticaron, investigaron y desalojaron del poder. Son los que creen que Venezuela es el modelo a seguir, es decir: hambre para conseguir alineamiento famélico y éxodo de los que no piensen igual. Quieren que vuelva porque no tienen a otro para proponer.

Hay, también, además del madurista un kirchnerismo maduro. Es el que busca reconstruir su relato, como siempre lo ha hecho el peronismo y, aunque no se los quiera, se los combata y hasta se los mire desde el “gorilismo”, debe admitirse que está tirando líneas hace las clases medias, que no es una, sino varias y diferentes en la Argentina. Y todas se han criado al calor del populismo por lo que es difícil que hoy se sumen solo por pasión o convicción al “bando” de los que defienden al titán de la libertad.

¿Qué está cambiando Cambiemos?

La gran pregunta de los que tienen que salir a dar la cara para buscar el voto en la gente para las elecciones de todos los cargos que sucederá este año es explicar qué cambió Cambiemos. Dependerá del interlocutor el nivel de la reacción cuerpo a cuerpo. Pero la duda no está en qué sucederá en campaña, en donde hay más ruido que claridad, sino en el silencioso momento de las urnas, cuando el votante siente evocaciones personales, familiares o de grupo que lo llevan al sagrado acto cívico de elegir quién y de qué forma nos gobernará y quiénes controlarán a ese gobierno o lo respaldarán en los ámbitos legislativos.

A nivel provincial, Vidal tenía un valor diferenciador con la Casa Rosada que era su principal potencial. Hasta no hace mucho, hubo fuertes sectores –inclusive desde afuera de Cambiemos- que la impulsaba como figura alternativa a Macri, para ganar y para que no virara el lado de la pelea de los titanes mundiales aludidos al comienzo. Sin ir más lejos, en esta columna contamos que exintendentes del peronismo mendocino pensaban empujar un aparato que la impulsara como figura capaz de devolverlos a la vida estatal. Ella se plegó al mandato de la comandancia.

Sin embargo, no es lo mismo ser “del palo” que representar una liado con espíritu, equipos y capacidades propias. Alfredo Cornejo en Mendoza y Gerardo Morales en Jujuy tienen sus propios puntos de vista y no van a arriesgar los gobiernos provinciales por una “causa” de la que muchas veces, inclusive desde la “comandancia”, los hicieron sentir como poco afines y a veces, hasta como “no confiables”, a pesar de estar en el mismo bando.

Un dirigente del peronismo, que fue ministro, lanzó una frase reveladora y detonante: “Mauricio Macri tiene en Mendoza la misma imagen negativa que Paco Pérez en su peor momento”. Podría haber sido una chanza provocadora y autocrítica. Pero sirvió para consultar a los encuestadores. “La caída de Macri es importante”, revelaron desde una de las más confiables consultoras, mientras que una encuesta realizad por el radicalismo en el Gran Mendoza da cuenta de que, por ejemplo, Cristina Kirchner es la figura sin competencia que crece en forma imparable.