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País INDEC: de la "fake news" de los dólares devueltos al "plan déjà vu"

En el #Wok de hoy: Detrás de la mentira de la devolución de miles de dólares a los números de la desocupación difundidos por el organismo de medición, un punto en común: la profunda crisis laboral + Clasificados: del codiciado empleo único a la búsqueda de un segundo para equilibrar las cuentas + La supervivencia: desde contratos basura y trabajos a plazo hasta el millonario comercio ilegal + Los candidatos a conducir la Argentina, ¿tienen algo más que una estrategia coyuntural para emparchar y seguir andando?

sábado, 23 de marzo de 2019 · 10:00 hs

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La “fake news” del changarín de Nogoyá fue sin duda una de los hitos de la semana. Y no es para menos. Su historia, en realidad su falsa historia, tenía todos los condimentos para resultar casi tan atractiva como un culebrón. Había encontrado un maletín con 500 mil dólares (¡dólares, no pesos!). Y los había devuelto, pese a su paupérrima condición económica. Cuando salió a la luz que todo era una mentira armada íntegramente por él, su principal argumento fue que quería llamar la atención para conseguir un trabajo "en blanco" y mejorar la situación de su familia.

Lo que subyace en todo esto, creyendo o no en el descargo del joven entrerriano, es que hoy el trabajo en la Argentina es un bien escaso. Tanto que puede llevar a locuras como la del changarín o a pararse en un semáforo con un cartel y pedir ayuda. Variantes de un S.O.S. cada vez más explícito.

En un recorrido por avisos clasificados de diarios y páginas web específicas, lo que destaca es la notable demanda de empleo, no así la oferta. En muchos casos, quien se ofrece resalta la urgencia antes que sus capacidades o experiencia. Hay una real desesperación que todavía no alcanza el eco esperado en quienes son los verdaderos (e indolentes) ejecutores de la política económica.

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Entre la sobrevivencia y el segundo empleo

Si hacía falta poner en números este preocupante cuadro de situación, el INDEC difundió que en el último tramo del 2018 el desempleo llegó al 9,1% (1.750.000 desocupados). Con la fuerte devaluación de mayo y fines de agosto, la desocupación aumentó casi dos puntos a lo largo de todo el año pasado.

Sobre una población económicamente activa de 449.000 mendocinos, los números de la desocupación revelan que esta se incrementó del 2,7% al 5,9% en igual período. Pero el dato que quizás más expresa la situación de la clase media es el de los ocupados que buscan un segundo o tercer trabajo. Estos representan el 19,1% (unas 86.000 personas); cifra que supera la de la subocupación, que está en el 13,1%.

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De acuerdo con el organismo oficial, casi un tercio del total de desocupados está detrás de un trabajo por lo menos desde hace algo más de un año. Y de ahí a la subocupación o el trabajo informal, un solo paso. La sobrevivencia lleva a aceptar empleos de muchas horas y poca paga, como el caso testigo de esa joven madre (22 años) que trabaja de lunes a viernes en una verdulería de la Cuarta Sección por $8.000 al mes, haciendo no menos de 9 por día.

Como contracara de la falta de empleo, el comercio ilegal trepó a porcentajes históricos. Según el relevamiento de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) en 500 ciudades del país, la venta ilegal en la vía pública y en saladitas cerró el 2018 con un movimiento de $120.177 millones. Sólo de IVA, apuntó esa entidad, el Estado perdió de recaudar $25.235 millones.

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Lo cierto es que en ese contexto “fuera de la ley” familias enteras encontraron una garantía para su supervivencia, más allá de que en la mayoría de los casos sigue siendo un modus vivendi basado en el informalismo que excede a cualquier gobierno. No obstante, es en ese contexto donde la desesperación lleva a muchos a invertir los pesos de una indemnización en un puesto de una feria "flojita de papeles" o a comprar mercadería para venderla en un espacio que no implique pagar un alquiler.

Soluciones, no parches

Necesarios, los números sirven para medir y dimensionar las proporciones de la crisis, como también para contar con un diagnóstico preciso para evaluar el presente y definir el rumbo del país. La pregunta del millón es, una vez fracasados los distintos planes económicos de los sucesivos gobiernos, ¿qué están haciendo con todos estos datos duros -y la palpable realidad de la calle- los equipos técnicos de quienes pretenden gobernar la Argentina a partir de diciembre? ¿Hay planes, programas, proyectos, que no sean un mero parche de los anteriores? ¿Están en condiciones de pergeñar algo distinto o caeremos en el consabido plan “déjà vu” para tapar el parche más evidente, calmar la ansiedad y ganar un respiro lo más generoso posible?

Sirva como corolario de esa Argentina traducida en números, un reciente sondeo nacional donde el 52% de los encuestados -especialmente los más jóvenes- admitía que de tener la oportunidad no dudaría en irse del país.

Luchar contra ese derrotismo, o el justificado hartazgo, tal vez sea el principal desafío de quienes pretenden ocupar cargos públicos, pero también el de todos los sectores de la sociedad que no pueden seguir haciéndose los distraídos echándole la culpa siempre a la clase política. A los formadores de precios no los votamos, no tienen partido ni militantes, sin embargo están causando estragos. Algo está claro: nadie puede tirar la primera piedra. 

#ElResaltador

Buenos, no genios

"En la actualidad la meritocracia habla de una escasez, es decir que sólo unos pocos tienen ese talento para llegar a lograr algo. El rol de las instituciones es lograr una educación en este sentido y encontrar ese don que unas pocas personas tienen. Actualmente para mí la meritocracia es una nueva legitimación de la desigualdad. De la creciente desigualdad. Se perdió la noción de que todos tienen algo bueno para dar y que todos pueden llegar a ser buenos, no genios, pero buenos en algo. Es una justificación para hacer que uno de cada veinte estudiantes logra algo o uno de cada cien trabajadores tiene un ascenso. Entonces se crea un sistema de desigualdad personalizado".

[ Richard Sennett, sociólogo y novelista estadounidense ]

#Solapa

Perdimos, de Diego Alejandro Fonseca y Martín Caparrós (Planeta, 328 páginas, $699)

Perdimos (¿Quién gana la Copa América de la corrupción?) es un recorrido implacable por la corrupción en los países de Iberoamérica, una de las lacras más persistentes de la región. Con la edición y coordinación de Caparrós y Fonseca, veinte de los mejores periodistas investigaron y escribieron este tratado sobre nuestra -insana- creatividad para robarnos a nosotros mismos y al Estado. Perdimos es una producción abarcadora, tan bolivariana como Odebrecht, el mayor igualador de América Latina: no nos unimos en el desarrollo sino en la cochambre.

#ALaCabeza

Desnudando la comunicación política, por Santiago Martínez en TEDxGalicia. Durante estos años, este joven profesional ha asesorado en campañas electorales y ha sido entrenador personal en media trainer. Su experiencia hace plantearnos la visión desde la otra perspectiva del orador profesional que tiene como objetivo convencernos con su mensaje.