La muerte de De La Rúa

El hombre ausente que vino a Mendoza a buscar buenas noticias

A pocos días de renunciar, Fernando De La Rúa vino a Mendoza para inaugurar el dique Potrerillos. No "pisó" la Ciudad y lo blindaron de las protestas. Luego, recibiría malas noticias desde la Provincia. 

martes, 9 de julio de 2019 · 12:46 hs

Fernando De La Rúa llegó a Mendoza el 10 de diciembre de 2001 para ser parte de una “buena noticia” en medio de la decadencia. Se inauguraba el dique Potrerillos y el Presidente quería ser parte de ese hecho. Pero el contexto era ineludible.

Fue el año de las elecciones ganadas por el descontento y el voto bronca, que se convirtieron en la segunda fuerza y ocurría un hecho inédito: un opositor, Ramón Puerta, sería electo por el Senado para ocupar el primer lugar en la línea de sucesión. Si al Presidente le pasaba algo, el PJ volvía al poder.

De La Rúa esquivó las protestas que se habían organizado en Mendoza y llegó a Potrerillos en helicóptero; blindado de cualquier contacto con la realidad. Tras el corte de cinta, habló y sorprendió a todos.

De La Rúa, Iglesias y Cartellone, en la inauguración de Potrerillos.

El hombre estaba ausente. Las preguntas apuntaban a la crisis, la desocupación y las consecuencias que tenía el ajuste y la falta de conducción política. Las consecuencias del corralito, las restricciones para extraer hasta el sueldo, colas en los bancos para reclamar era parte de la vida cotidiana.

Pero De La Rúa respondía con pausa y ajeno. “Vamos a salir”, decía. Tras el discurso, comía canapés y se sacaba fotos con quienes quisieran posar, con el paredón del Dique como telón de fondo.

Roberto Iglesias era el gobernador de la Provincia. Llegó al cargo gracias al arrastre que De La Rúa le había dado en 1999. Fue un "buen alumno" de las políticas económicas ejecutadas por la Nación: ajuste, reducción de salarios estatales y hasta una cuasimoneda provincial que reemplazaba al peso y tenía como garantía las ragalías petroleras. 

De La Rúa seguiría teniendo noticias de Mendoza. Fue una tapa de Diario Los Andes la que advertía de intentos de saqueos ocurridos en la provincia, las primeras señales del desborde de la tensión social que crecía. Acá lograrían contener esa tensión con ayuda social y negociación política. Sin embargo la sensación en la calle era rara. Cuando se decretó el estado de sitio los negocios cerraron, la custodia aumentó y por las noches había cacerolazos en el centro y en los barrios. 

De La Rúa había llegado al poder con un apoyo enorme, tras haber construido prestigio político como Senador, como académico del derecho y como jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. La Alianza fue el instrumento político (coalición de la que formaban parte peronistas, socialistas y otras fuerzas), cuya estructura comenzó a derrumbarse con la renuncia de Carlos Chacho Álvarez como vicepresidente. A la impericia política para gestionar, se le sumó la falta de respaldo político. Eduardo Duhalde y Raúl Alfonsín conducían en las sombras. Por la tarde del 20 de diciembre firmó un papel escrito de puño y letra con su renuncia. Luego, se fue desde Casa Rosada en un helicóptero que estaba suspendido algunos centímetros por arriba de la azotea, pues si se apoyaba corría riesgo de derrumbe.