La semana pasada escribí una columna de opinión sobre el estado de algunos de los museos de Mendoza. En realidad, sobre la tristeza que le produce a una gran parte del pueblo de la provincia que varios de los emblemáticos museos estén en problemas para albergar muestras, obras, o su patrimonio estable. Y esbocé una solución, a mi entender válida, que es la de reflotar el proyecto de ley de mecenazgo para que los privados tengan la posibilidad de aportar una porción del dinero que va al tributo, a un fondo para la cultura. Entiéndase bien: no "eximirse de impuestos", sino asegurar un porcentaje del mismo a actividades culturales.
El Estado está en crisis, no hay plata, y generar una legislación como lo hizo Chile o la Ciudad de Buenos Aires que integre a los privados en el engranaje económico de la Cultura sería un avance.
Pero hay aún otra pata, además de la del Estado y los privados, que también me genera interrogantes: la de los artistas.
Una charla iluminadora
"Yo no sería duro con los museos y sus directores. Llevar adelante un museo es difícil, y ya sabemos que los presupuestos se recortan por los lugares que no se consideran 'de primera necesidad': los directores de los museos hacen un esfuerzo gigantesco para poder llevarlos adelante", me decía en una entrevista hace unos días Osvaldo Chiavazza.
En esa charla me alegré al escuchar a Chiavazza decir algo que yo pienso hace tiempo: que a veces la desidia y el abandono ha sido de parte de los gobiernos, pero también sucede que mucha gente "de la cultura" y muchos artistas no participan. No aparecen. Solo lo hacen cuando el problema los toca a ellos.
"En el sentido de las artes plásticas, el artista es muy demandador. Quiere que le den todo. No tanto los más jóvenes, que se mueven, arman cosas, montan muestras, etc. Pero sí muchos otros. Hay artistas que muchas veces piden demasiado, cuando lo que hay que hacer es ponerse a gestionar, hay que comprometerse. La autocrítica es fundamental, no hay que quedarse solamente con las opiniones buenas, que te ensalzan: hay que fijarse cómo podemos mejorar y construir", expresó Osvaldo.
"Si vos no trabajás para el arte, si no te comprometés, si no te presentás ante el político de turno y lo convencés de que el arte y la cultura son una necesidad para la gente; si vos no te mostrás y comunicás a la gente las ganas de que pasen cosas con el arte y esperás que te den todo servido... no va a pasar nada: no van a haber personas que consuman arte. Lo ideal es que los artistas, lo privado y lo público convivan y todos empujen la situación", me explicaba el artista en esa entrevista.
"Si hay privados que quieren hacer cosas, y ciertos artistas los critican diciendo, por ejemplo, que son solo un par de viejas chetas que se juntan a tomar el té, es algo muy malo. En el mundo entero está lleno de personas que son amigos delos museos y de los artistas, incluso millonarios: es la figura del mecenas", cerró Chiavazza.

Las estrellas... ¡en el cielo!
Así dice un refrán contemporáneo. Y es lo que siento frente a la actitud de muchos artistas mendocinos.
Frente a muchos que, como decía Chiavazza más arriba, generan cosas, traccionan, lanzan ideas y organizan nuevas propuestas; hay otros que solamente piensan por y para ellos. Que no se la juegan nunca por nada. Músicos, pintores, escultores, actores que a la hora de pedir ayuda -al gobierno, a los medios- son muy rápidos y demandantes; pero que cuando tienen que aportar un granito de arena -con su presencia, con su solidaridad, con su tiempo, con sus ideas- no están.
Me gustaría ver a muchos otros que se sumen, y que deliberadamente no lo hacen. ¡Hay que pensar en las nuevas generaciones! ¡Hay que aparecer, estar, proponer, y no pedir siempre todo en bandeja!
Pensar solamente en uno mismo no es algo propio de los grandes. Los grandes son, en primer lugar, generosos y humildes.