¿Cambio de paradigma?

Pandemia, virtualidad y las transformaciones del consumo cultural

Mendoza celebró anoche su Fiesta Nacional de la Vendimia de una forma muy particular, con el estreno de la película "Historias de Vendimia". El traslado de lo presencial a lo audiovisual define un hecho más que significativo: los cambios en las formas de consumo cultural en tiempos de pandemia.

Gonzalo Arroyo
Gonzalo Arroyo domingo, 7 de marzo de 2021 · 07:17 hs
Pandemia, virtualidad y las transformaciones del consumo cultural

Anoche se vivió en Mendoza un hecho atípico en su historia cultural. La Fiesta Nacional de la Vendimia tuvo finalmente su esperada celebración, pero debió adaptarse a los singulares tiempos que corren. La pandemia de coronavirus impidió que los festejos vendimiales, tal como los conocemos, se pudieran llevar a cabo. Este año no hubo Vía Blanca, ni Carrusel, ni Acto Central, ni elección de reina, pero sí una película, Historias de Vendimia, que fue proyectada desde distintos puntos de la provincia y transmitida por diversos canales y plataformas al mundo entero.

Esta realización audiovisual -compuesta de seis capítulos y dirigida por reconocidos directores de la provincia- se manifiesta, ante las excepcionales circunstancias que atravesamos, como la mejor manera de poder darle continuidad a un hecho cultural tan importante para la historia de la provincia. Y lo hace, en esta oportunidad, desde una dimensión diferente, pero sin perder de vista los componentes esenciales del relato tradicional del festejo, además de otorgarle protagonismo a los verdaderos hacedores de esta celebración: los artistas.

Pero este traslado hacia otro formato -de lo presencial a lo audiovisual-, obligado por las particularidades que acontecen en el mundo, nos hace reflexionar sobre un hecho más que significativo en el orden cultural, algo que se viene acentuando de manera acelerada desde el comienzo de la pandemia: los cambios en los consumos culturales y las formas en que los consumimos.

La imposibilidad de mantener encuentros relativamente cercanos con otras personas trastocó los modos en los que solíamos relacionarnos. Uno de los efectos que dejó el aislamiento fue las incorporación de nuevos hábitos. De esta forma, las pantallas se transformaron en el único refugio posible donde el arte podía desarrollarse. Así fue como la industria del espectáculo -cine, música, teatro, etc.- encontró una nueva dimensión, de la mano del desarrollo tecnológico. El consumo vía streaming, junto con las actividad presenciales a través de plataformas digitales, tuvieron un aumento inusitado.

La virtualidad se transformó en la base para nuevas formas de experimentar la relación con el arte. Desde la música y el teatro con sus transmisiones en vivo, pasando por el auge de los podcasts y los audiolibros, las visitas virtuales a los museos, las muestras y venta de obras plásticas por internet, y hasta los estrenos exclusivos de películas en plataformas de streaming. Sin embargo, esta adaptación obligada no significó la solución al problema de fondo.

Claramente hay ciertas producciones culturales que se ajustan mejor que otras a este singular escenario, aunque la gran mayoría dependen para subsistir de la presencialidad del público. Esa es la base del modelo. ¿La solución? Pensar en nuevos modos de reactivación o adaptarse al cambio, aceptando los riesgos que eso conlleva. Y esos riesgos son enormes.

En la actualidad gran parte de los artistas se enfrentan al problema de no poder monetizar o que la retribución económica sea muy baja en relación a las producciones que comparten en sus canales virtuales. Con este panorama, son más dudas que certezas las que se presentan al pensar en un futuro inmediato.

En este sentido, si las circunstancias mejoran y se comienza de a poco a un regreso a la "normalidad" -como está sucediendo actualmente con capacidad reducida de espectadores en salas y teatros- será inevitable el retorno a las formas habituales de consumo. Pero nos quedará la duda de cuántos de los cambios que se produjeron durante la pandemia seguirán presentes o si algunas de esas variantes deberían ser adoptadas para mejorar la experiencia en relación al arte y la cultura.

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